Problemas Populistas
Por Gastón Salcedo
1.La mayoría de los gobiernos latinoamericanos en la actualidad son considerados como populistas. Dicha nominación pareciera trascender la caracterización de clase que a cada uno de los gobiernos en cuestión se les asigne, es decir, de derecha o de izquierda.
Nuestro objetivo es analizar algunos aspectos de los gobiernos populistas que son blancos de críticas, habitualmente.
Varios son dichos aspectos, incluso la nominación misma de populismo, son conceptos extremadamente nefastos y mal intencionados, los cuales han causado estigmas muy sentidos en nuestros pueblos. La nocion de "clientelismo" es tan preocupante como su práctica misma, pues si conceptualizamos mal nos encontramos estimatizando a ciertos sujetos pertenecientes a los sectores populares. Otra crítica hacia el populismo es el personalismo que se achaca a sus líderes o, el de caudillismo. Asi como también la denominación "lumpenaje", concepto que se aplica a los sectores antes mencionados.
de sobremanera nos interesa trabajar un tópico que son los debates sobre el Estado Latinoamericano ya que quizá sea un punto nodal de diferenciación con las apreciaciones de las izquierdas tradicionales.
Nuestro abordaje no se centrará en ningún país en particular, sólo se hará referencia a los mismos a modo de ejemplos de los aspectos a trabajar. Claro que el caso argentino será mayormente tenido en cuenta por la propia pertenencia del investigador.
El problema de la región
Todos estos ejemplos, ya sea en términos de abordajes o en términos de clasificación de procesos, ponen en evidencia el desacuerdo en la caracterización y modos de agrupar los diferentes casos latinoamericanos.
Lo que nos hace pensar en una heterogeneidad de las diferentes formas nacionales consideradas como populistas. Teniendo en cuenta que para Portantiero (1989) la heterogeneidad es el rasgo sociológico esencial de la región, debemos tener presente que al trabajar Latinoamérica, la diversidad es una realidad constante. Coincidimos con Bonilla (2008) cuando afirma que: “La peculiaridad y singularidad nacional de la región andina, al igual que la del conjunto de América Latina, no es una realidad reciente”.
Sin embargo, también debemos tomar en consideración la visión de Jesús Martín-Barbero, según la cual es posible pensar en Latinoamérica como un “todo”, sin desconocer las singularidades que conviven en su interior, ya que en toda la región se hacen presentes discontinuidades sobre tres planos: en el destiempo entre Estado y Nación; el modo desviado (Germani) en que las clases populares se incorporan al proceso de conformación de los Estados nacionales y el rol político e ideológico de los medios de comunicación en la nacionalización de las masas populares, rol que hay que decir no sólo que se ha incrementado sino tambien transformado a partir de la denominada globalización. Desde esta mirada, la idea de atraso no refiere a un modo negligente acerca de cómo éstos países intentaron llevar adelante el desarrollo, sino que por el contrario refiere a un atraso que ha sido históricamente producido y éste es un rasgo común en toda la región, más allá de las heterogeneidades existentes en cada uno de los países. Por ejemplo, en todos ellos, siempre se trató de construir la nación, superando las fragmentaciones internas construyendo puentes entre las regiones y un centro o capital. Compartiendo esta base, se reconocen dos corrientes: una, dentro de la cual se ubicaría Argentina, que identifica el progreso con el de la clase que orienta el esfuerzo por industrializarse y otra, en los países que poseen pueblos testimonio, al decir de Darcy Ribeiro, que busca compaginar la nueva nacionalidad con aquella otra nación que existía antes, en referencia a los pueblos indígenas como puede ser el caso de Perú, Bolivia o Brasil. Esta diferencia también la señala Grüner
También nos pueden ser de utilidad las apreciaciones de Skidmore y Smith (1996) acerca de cómo emprender un estudio de Latinoamérica. Pero a condición de tomarla como referencia y no como algo cerrado y un metodo a cumplir a rajatablas. Entonces podemos realizar un cierto “marco para establecer comparaciones” que consiste primeramente en tres pasos: A) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; B) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y C) averiguar las razones de esas diferencias”. A continuación propone averiguar:1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. (Por Ej.: no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial); 2) Qué clases y sectores sociales tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política, qué agrupamientos forman alianzas y en qué intereses se basan. 3) Qué grado autonomía tiene el Estado.
Luego, es necesario pensar cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos: 4) Qué actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta ésto relacionalmente a los países latinoamericanos.5) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición de clases dentro de cada país. Por Ej.: no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes, productos agropecuarios y soja en la actualidad, que en Chile, exportador de cobre. 6) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por Ej.: la posesión de petróleo. 7) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por Ej.: la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías.
* * *
Luego de las intervenciones de Ernesto Laclau en la teoría y de lo que podemos denominar como momento actual “la primavera populista” latinoamericana, se nos impone trabajar la temática.
2. Clientelismo.
Para fundamentar este apartado nos acercamos a los estudios críticos realizados por Javier Auyero que viene trabajando el tema desde hace tiempo. Tomamos para ello un texto antiguo de 1996, para pecar una vez más de anacrónicos, el cual fue su proyecto de tesis (La doble vida del clientelismo político).
Primero que nada hay que decir que no se puede decir del clientelismo lo mismo que se decia antes del trabajo de Auyero. Seguramente muchos no formaban parte de las visiones ortodoxas sobre el tema pero los estudios de Auyero desmontan toda una serie de lugares comunes y falacias que se han repetido hasta el hartazgo.
Desde nuestra perspectiva creemos que en varios sectores de la sociedad -en la Argentina por lo menos- se dan situaciones clientelares. Frente a esto es altamente reprochable la actitud de ciertos “académicos” quienes ven sólo esa problemática en los sectores más castigados de nuestra sociedad, ignorando sus estrategias de supervivencia, y postulándolas como conductas irracionales. Se trata de una conducta de pereza académica que pre juzga en vez de esforzarse y trabajar en la comprensión de los fenómenos.
3. Caudillismo.
Mucha bibliografía nos habla constantemente de Caullismo, pensando para citar solamente y no aburrir con toda la teorias tontas de autoritariasmos diversos.
Abrimos las páginas magicas que hablan de Maquialevo, de su libro "El principe"; de los Medicis y de Lorenzo de Medicis. Las "Notas sobre Maquiavelo" de Antonio Gramsci, dice él hablando del otro;
“dio a su concepción una forma imaginativa y artisica, donde el elemento doctrinal y racional se personificaba en un condotiero (caudillo, cabecilla) que representaba en forma plástica y “antropomórfica” el símbolo de la “voluntad colectiva”.
Y continua: “El proceso de formación de una determinada voluntad política que tiene determinado fin político, no es representado a través de pedantescas disquisiciones y clasificaciones de principios y criterios de un método de acción, sino como las cualidades, los rasgos característicos los deberes y necesidades, de una persona concreta, desertando así la fantasía artística de aquellos a quienes se procura convencer y dando una forma mas concreta a las pasiones política”
Se referirá a que dicho libro puede ser estudiado como la forma del mito soreliano.
Aunque luego dirá que “el mito-príncipe no puede ser una persona un individuo real concreto” si no el partido para Aricó y el movimiento para los peronistas. el eternauta...
Según Nicolas Casullo
Según Jauretche y Zabaleta el caudillo es el sindicato del gaucho
4. Lumpenes y populistas.
La cercanía del populismo y la categoría de lumpen se han visto en innumerables oportunidades. Acá en Argentina, el populismo local denominado peronismo por su lider siempre tuvo el mote de lumpen disparado por sus detractores.
En este sentido seguimos el trabajo de Esteban Rodríguez “Vida Lumpen”
La sociedad se ha lumpenizado
5. Estado y populismo.
La discusión sobre el Estado Latinoamericano excede con creces las pretensiones de este trabajo, también es motivo de un trabajo mas extenso las “formas populistas” del Estado en America Latina. Nuestra intención aquí, es plantear solo algunas discusiones que nos parecen de importancia para acercarnos a la problemática de manera un tanto exploratoria.
Nos interesa pensar el rol que cumple el Estado en America Latina, en palabras de José Arico nos referimos al Estado como productor de la sociedad civil. Es decir Latinoamérica “tendría” la particularidad, a diferencia de Europa, de tener un rol del Estado diferente, estaríamos ante un estado que potencia a la sociedad civil y de alguna manera la crea. Así también como asumiría el mismo estado la tarea de construir la Nación, a diferencia de Europa donde esta es anterior y estaría construida por la sociedad civil.
Para dichas afirmaciones seguimos los razonamientos de Arico los cuales no están exentos de polémica. Sobre todo si tenemos en cuenta una que se da recientemente con la reedición de una compilación de Álvaro García Linera, actual vicepresidente de Bolivia, con todo lo que ello implica. El texto mencionado se llama América, y fue escrito en 1989 pero reeditado el año pasado.
Allí Linera, vuelve sobre las valoraciones de Arico en su texto Marx y America Latina, donde realiza una valoración critica del conocido texto de Karl Marx, Bolívar y Ponte, en el cual, el escritor comunista se despacha furtivamente con valoraciones muy negativas sobre la figura de Bolivar. Aricó intenta analizar el porque del equivoco marxista, teniendo en cuenta la sagacidad para analizar otras latitudes y la imposibilidad de un analisis exacto de nuestra realidad. Una de las primeras observaciones que Aricó se esmera en destacar es que no se trata de un error a causa del denominado “europeismo”, que muchos otros le endilgan.
Nos interesa este texto porque de alguna manera concentra algunas apreciaciones de muchos que vinieron después y su debate nos da herramientas para analizar nuestra realidad.
Arico en su texto le cuestionara a Marx dos nociones que según él están en el fondo de su pensamiento. Por un lado los “pueblos sin historia”, una noción hegeliana y por otro lado y en parte producto de la anterior, una la mirada negativa del Estado como forma negadora de la visión hegeliana.
Pueblos sin historia, otra historicidad.
Debemos recordar que la noción de “pueblos sin historia” no alude de Hegel solamente a un carácter de ausencia de potencia o virilidad expansiva sino a una noción mas radical y necesaria de su sistema: a la de una racionalidad del devenir” …De ahí que noción de historicidad hegeliana implique la negaciòn de la “positividad” o, lo que es lo mismo, la negación de la exterioridad en cuanto que reinado de la arbitrariedad, del absurdo y, en definitiva de la irracionalidad.” (Aricó: 125)
En síntesis, puede afirmarse que a través del privilegiamiento del carácter arbitrario, absurdo e irracional del proceso latinoamericano –a causa de la imposibilidad de visualizar en él la presencia de una lucha de clases definitoria de su movimiento real y por lo tanto fundante de su sistematización lógico-histórica- que Marx se vio conducido a reflotar la noción, siempre presente en su pensamiento de “pueblos sin historia”. Pero no ya entendida de una manera abstracta, como se inclinan a pensar quienes quieren explicar todo por creencias prejuiciosamente eurocéntricas de Marx, si no como un circulo temático dentro del cual gira el fantasma de la irracionalidad o positividad de la historia. Lo cual como es lógico, nos remite a algo que no pertenece a exclusivamente al pensamiento marxiano sino que constituye la línea dominante del pensamiento occidental, del que aquel forma parte inseparable: la búsqueda de una legalidad histórica de los procesos sociales” (Aricó: 127)
Sobre esta forma hegelianizante de percibir el proceso operó el segundo principio de hemos señalado cual es el de la resistencia de Marx a reconocer en el estado una capacidad de “producción” de la sociedad civil y, por extensión de la propia nación”
Porque si dejamos de lado el punto de vista de la “filosofía de la historia universal” desde el cual Hegel analizaba América y retomamos su concepción del estado como “productor” de la sociedad civil y de la nación, es necesario admitir que dicha concepción tenia la enorme virtud de mantener “la riqueza de interrelaciones que unen la política a lo político-institucional, los sujetos sociales a la esfera estatal, con sus múltiples articulaciones y con su compleja dimensión de legitimación” (Arico: 129)
Esto era dejado de lado ya que operaba una visión donde lo económico por sobre la totalidad de relaciones y claramente sobre lo político.
Un comportamiento. No decimos esto porque no nos interésese la profundización y las nuevas y sutiles lecturas intelectuales, las que saludo y aliento, sobre todo tratándose de alguien como Linera. Pero, no obstante debemos decir que nos parece un tanto más interesante el tipo lectura que nos plantea Aricó, donde el interés en el objeto se encuentra, pero como un campo de problemas que nos ayuden a repensar nuestra realidad. Emilio de Ípola en “Las cosas del creer” nos acerca una reflexión sobre el modo en que su amigo “Pancho” se apropiaba de Marx:
“Siempre tomó a Marx a ras de texto; nunca pretendió explicar que quiso decir sino, a lo sumo, porque dijo tal o cual cosa. El pasado era para él una especie de tesoro sin tiempo. Y Marx también” (De Ípola, 140)
“Marx no entendió el sentido del proyecto bolivariano porque descreía de las empresas puramente estatales y porque no le entraba en la cabeza la idea de una productividad política propia. No se equivocaba en valorar los rasgos autoritarios de dicho proyecto; se equivocaba en reducir este último a esos rasgos.”(De Ípola, 144)
“Es curioso notar que en esa critica a Bolívar, Marx no repara en valorar el esfuerzo bolivariano por construir una estructura estatal casi continental, y se fijara solo en criticar las tendencias despóticas de Bolívar. Pero como ya hemos visto antes y vamos a ver ahora, lo unos y lo otro están ligados al planteamiento marxista de la vitalidad de la sociedad como fundamento de la construcción de la unidad nacional-estatal valedera.” (Linera: 42)
“...la posición de Marx esta fundada en una concepción de la vitalidad de la sociedad y del rechazo a la autonomización estatal…”
6. El populismo como mito.
El crítico literario Roland Barthes nos puede ser de utilidad para pensar con los parrafazos siguientes donde transcribimos su voz:
“El mito no puede definirse ni por su objeto ni por su materia, puesto que cualquier materia puede ser dotada arbitrariamente de significación…”
“La palabra mítica esta constituida por una materia ya trabajada pensando en una comunicación apropiada. Por eso todos los materiales del mito, sean representativos o gráficos, presuponen una conciencia significante que puede razonar sobre ellos independientemente de su materia. Claro que esta materia no es indiferente: la imagen sin duda, es mas imperativa que la escritura, impone la significación en bloque, sin analizarla ni dispersarla…pero esto no es una diferenciación constitutiva. La imagen deviene escritura a partir del momento en que es significativa…” (200-201).
Por lo tanto en adelante entenderemos por lenguaje, discurso, habla, etc., toda unidad o toda síntesis significativa, sea verbal o visual; para nosotros, una fotografía, será un habla de la misma manera que un articulo periodístico. Hasta los objetos pueden transformarse en habla, siempre que signifiquen algo. Esta forma de concebir el lenguaje esta justificada por la historia de las escrituras: antes de la invención de nuestro alfabeto, objetos como el quipu inca o dibujos como los pictogramas, constituyeron hablas regulares.” (201)
Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
A modo de cierre
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi. Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
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