Weber: no hay sisema de dominación estable que descanse solamente en la habituación automática ni en el cálculo personal de interés. El soporte central del sistema de dominación, argumenta Weber, es la creencia por parte de los subordinados en la legitimidad de subordinación.
Para el caso de los países latinoamericanos, también deben ser tomados en cuenta fenómenos más coyunturales: debilitamiento de las capacidades estatales para proveer servicios básicos a la población, el desmantelamiento del Estado populista de bienestar, etcétera. (página 48)
Si embargo, esta clase de explicación deja de lado la dinámica de las ganancias simbólicas que ambas partes pueden obtener de la relación. Es en esta dinámica cultural en la que vale la pena detenerse para explorar más detalladamente la futura agenda conceptual. Las explicaciones materiales centras alrededor del dinero y de los bienes que el cliente y el mediador pueden obtener no deben hacernos perder de vista otra dimensión subjetiva central del clientelismo: la seducción de ser parte del juego político. Una relación que envuelve flujos de bienes, influencias, servicios, ritos de paternalismo y deferencia, lealtad, apoyo politico- es un "amor cautivo"- en el que ambas partes tienen algo en juego. (pagina 52)
Los clientes no siguen siempre a sus mediadores. Esta relación - dentro de esa libertad limitada- es siempre negociada y disputada. Siendo un arelación de poder, implica por definición una "diálectica de control" que envuelve relaciones de autonomía y dependencia entre actores en los contxtos de interaccion social. Giddens, The constitution of society (pagina 55)
La manipulación de la propia identidad a los efectos de mantener su posición en la relación es central en este sentido. El uso de la "similaridad" (yo soy como usted: un vecino) y de la diferencia (yo soy diferente: tengo amigos importantes) es un componente central que se genera a partir de la relación. Siendo una relación de dominación es - como toda relación de dominación - discursivamente "mal representada". Es enmarcada por el mediador en un lenguaje de reconocimiento mutuo (por la que mucha de la literatura enfatiza el carácter "cooperativo" de la relación) y es "creída" - siempre parcialmente- por el cliente en términos de "ayuda", "asistencia" o, más curiosamente, "participación". (pagina 55)
Una "doble vida cronológica", ya que los arreglos clientelares - contrariamente a lo que se suponía - no están destinados a desaparecer con los procesos de modernización social y/o massmediatización de la política, y una "doble vida analítica", ya que los lazos clientelares viven dentro y fuera de los agentes, en las estructuras de las redes de distribución y circulación de bienes, servicios, lealtades, etc. y en los esquemas mentales y afectivos de los agentes involucrados en esas prácticas. ( pagina 56)
domingo, 19 de diciembre de 2010
lunes, 13 de diciembre de 2010
Problemas Populistas
Por Gastón Salcedo
1.La mayoría de los gobiernos latinoamericanos en la actualidad son considerados como populistas. Dicha nominación pareciera trascender la caracterización de clase que a cada uno de los gobiernos en cuestión se les asigne, es decir, de derecha o de izquierda.
Nuestro objetivo es analizar algunos aspectos de los gobiernos populistas que son blancos de críticas, habitualmente.
Varios son dichos aspectos, incluso la nominación misma de populismo, son conceptos extremadamente nefastos y mal intencionados, los cuales han causado estigmas muy sentidos en nuestros pueblos. La nocion de "clientelismo" es tan preocupante como su práctica misma, pues si conceptualizamos mal nos encontramos estimatizando a ciertos sujetos pertenecientes a los sectores populares. Otra crítica hacia el populismo es el personalismo que se achaca a sus líderes o, el de caudillismo. Asi como también la denominación "lumpenaje", concepto que se aplica a los sectores antes mencionados.
de sobremanera nos interesa trabajar un tópico que son los debates sobre el Estado Latinoamericano ya que quizá sea un punto nodal de diferenciación con las apreciaciones de las izquierdas tradicionales.
Nuestro abordaje no se centrará en ningún país en particular, sólo se hará referencia a los mismos a modo de ejemplos de los aspectos a trabajar. Claro que el caso argentino será mayormente tenido en cuenta por la propia pertenencia del investigador.
El problema de la región
Todos estos ejemplos, ya sea en términos de abordajes o en términos de clasificación de procesos, ponen en evidencia el desacuerdo en la caracterización y modos de agrupar los diferentes casos latinoamericanos.
Lo que nos hace pensar en una heterogeneidad de las diferentes formas nacionales consideradas como populistas. Teniendo en cuenta que para Portantiero (1989) la heterogeneidad es el rasgo sociológico esencial de la región, debemos tener presente que al trabajar Latinoamérica, la diversidad es una realidad constante. Coincidimos con Bonilla (2008) cuando afirma que: “La peculiaridad y singularidad nacional de la región andina, al igual que la del conjunto de América Latina, no es una realidad reciente”.
Sin embargo, también debemos tomar en consideración la visión de Jesús Martín-Barbero, según la cual es posible pensar en Latinoamérica como un “todo”, sin desconocer las singularidades que conviven en su interior, ya que en toda la región se hacen presentes discontinuidades sobre tres planos: en el destiempo entre Estado y Nación; el modo desviado (Germani) en que las clases populares se incorporan al proceso de conformación de los Estados nacionales y el rol político e ideológico de los medios de comunicación en la nacionalización de las masas populares, rol que hay que decir no sólo que se ha incrementado sino tambien transformado a partir de la denominada globalización. Desde esta mirada, la idea de atraso no refiere a un modo negligente acerca de cómo éstos países intentaron llevar adelante el desarrollo, sino que por el contrario refiere a un atraso que ha sido históricamente producido y éste es un rasgo común en toda la región, más allá de las heterogeneidades existentes en cada uno de los países. Por ejemplo, en todos ellos, siempre se trató de construir la nación, superando las fragmentaciones internas construyendo puentes entre las regiones y un centro o capital. Compartiendo esta base, se reconocen dos corrientes: una, dentro de la cual se ubicaría Argentina, que identifica el progreso con el de la clase que orienta el esfuerzo por industrializarse y otra, en los países que poseen pueblos testimonio, al decir de Darcy Ribeiro, que busca compaginar la nueva nacionalidad con aquella otra nación que existía antes, en referencia a los pueblos indígenas como puede ser el caso de Perú, Bolivia o Brasil. Esta diferencia también la señala Grüner
También nos pueden ser de utilidad las apreciaciones de Skidmore y Smith (1996) acerca de cómo emprender un estudio de Latinoamérica. Pero a condición de tomarla como referencia y no como algo cerrado y un metodo a cumplir a rajatablas. Entonces podemos realizar un cierto “marco para establecer comparaciones” que consiste primeramente en tres pasos: A) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; B) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y C) averiguar las razones de esas diferencias”. A continuación propone averiguar:1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. (Por Ej.: no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial); 2) Qué clases y sectores sociales tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política, qué agrupamientos forman alianzas y en qué intereses se basan. 3) Qué grado autonomía tiene el Estado.
Luego, es necesario pensar cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos: 4) Qué actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta ésto relacionalmente a los países latinoamericanos.5) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición de clases dentro de cada país. Por Ej.: no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes, productos agropecuarios y soja en la actualidad, que en Chile, exportador de cobre. 6) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por Ej.: la posesión de petróleo. 7) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por Ej.: la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías.
* * *
Luego de las intervenciones de Ernesto Laclau en la teoría y de lo que podemos denominar como momento actual “la primavera populista” latinoamericana, se nos impone trabajar la temática.
2. Clientelismo.
Para fundamentar este apartado nos acercamos a los estudios críticos realizados por Javier Auyero que viene trabajando el tema desde hace tiempo. Tomamos para ello un texto antiguo de 1996, para pecar una vez más de anacrónicos, el cual fue su proyecto de tesis (La doble vida del clientelismo político).
Primero que nada hay que decir que no se puede decir del clientelismo lo mismo que se decia antes del trabajo de Auyero. Seguramente muchos no formaban parte de las visiones ortodoxas sobre el tema pero los estudios de Auyero desmontan toda una serie de lugares comunes y falacias que se han repetido hasta el hartazgo.
Desde nuestra perspectiva creemos que en varios sectores de la sociedad -en la Argentina por lo menos- se dan situaciones clientelares. Frente a esto es altamente reprochable la actitud de ciertos “académicos” quienes ven sólo esa problemática en los sectores más castigados de nuestra sociedad, ignorando sus estrategias de supervivencia, y postulándolas como conductas irracionales. Se trata de una conducta de pereza académica que pre juzga en vez de esforzarse y trabajar en la comprensión de los fenómenos.
3. Caudillismo.
Mucha bibliografía nos habla constantemente de Caullismo, pensando para citar solamente y no aburrir con toda la teorias tontas de autoritariasmos diversos.
Abrimos las páginas magicas que hablan de Maquialevo, de su libro "El principe"; de los Medicis y de Lorenzo de Medicis. Las "Notas sobre Maquiavelo" de Antonio Gramsci, dice él hablando del otro;
“dio a su concepción una forma imaginativa y artisica, donde el elemento doctrinal y racional se personificaba en un condotiero (caudillo, cabecilla) que representaba en forma plástica y “antropomórfica” el símbolo de la “voluntad colectiva”.
Y continua: “El proceso de formación de una determinada voluntad política que tiene determinado fin político, no es representado a través de pedantescas disquisiciones y clasificaciones de principios y criterios de un método de acción, sino como las cualidades, los rasgos característicos los deberes y necesidades, de una persona concreta, desertando así la fantasía artística de aquellos a quienes se procura convencer y dando una forma mas concreta a las pasiones política”
Se referirá a que dicho libro puede ser estudiado como la forma del mito soreliano.
Aunque luego dirá que “el mito-príncipe no puede ser una persona un individuo real concreto” si no el partido para Aricó y el movimiento para los peronistas. el eternauta...
Según Nicolas Casullo
Según Jauretche y Zabaleta el caudillo es el sindicato del gaucho
4. Lumpenes y populistas.
La cercanía del populismo y la categoría de lumpen se han visto en innumerables oportunidades. Acá en Argentina, el populismo local denominado peronismo por su lider siempre tuvo el mote de lumpen disparado por sus detractores.
En este sentido seguimos el trabajo de Esteban Rodríguez “Vida Lumpen”
La sociedad se ha lumpenizado
5. Estado y populismo.
La discusión sobre el Estado Latinoamericano excede con creces las pretensiones de este trabajo, también es motivo de un trabajo mas extenso las “formas populistas” del Estado en America Latina. Nuestra intención aquí, es plantear solo algunas discusiones que nos parecen de importancia para acercarnos a la problemática de manera un tanto exploratoria.
Nos interesa pensar el rol que cumple el Estado en America Latina, en palabras de José Arico nos referimos al Estado como productor de la sociedad civil. Es decir Latinoamérica “tendría” la particularidad, a diferencia de Europa, de tener un rol del Estado diferente, estaríamos ante un estado que potencia a la sociedad civil y de alguna manera la crea. Así también como asumiría el mismo estado la tarea de construir la Nación, a diferencia de Europa donde esta es anterior y estaría construida por la sociedad civil.
Para dichas afirmaciones seguimos los razonamientos de Arico los cuales no están exentos de polémica. Sobre todo si tenemos en cuenta una que se da recientemente con la reedición de una compilación de Álvaro García Linera, actual vicepresidente de Bolivia, con todo lo que ello implica. El texto mencionado se llama América, y fue escrito en 1989 pero reeditado el año pasado.
Allí Linera, vuelve sobre las valoraciones de Arico en su texto Marx y America Latina, donde realiza una valoración critica del conocido texto de Karl Marx, Bolívar y Ponte, en el cual, el escritor comunista se despacha furtivamente con valoraciones muy negativas sobre la figura de Bolivar. Aricó intenta analizar el porque del equivoco marxista, teniendo en cuenta la sagacidad para analizar otras latitudes y la imposibilidad de un analisis exacto de nuestra realidad. Una de las primeras observaciones que Aricó se esmera en destacar es que no se trata de un error a causa del denominado “europeismo”, que muchos otros le endilgan.
Nos interesa este texto porque de alguna manera concentra algunas apreciaciones de muchos que vinieron después y su debate nos da herramientas para analizar nuestra realidad.
Arico en su texto le cuestionara a Marx dos nociones que según él están en el fondo de su pensamiento. Por un lado los “pueblos sin historia”, una noción hegeliana y por otro lado y en parte producto de la anterior, una la mirada negativa del Estado como forma negadora de la visión hegeliana.
Pueblos sin historia, otra historicidad.
Debemos recordar que la noción de “pueblos sin historia” no alude de Hegel solamente a un carácter de ausencia de potencia o virilidad expansiva sino a una noción mas radical y necesaria de su sistema: a la de una racionalidad del devenir” …De ahí que noción de historicidad hegeliana implique la negaciòn de la “positividad” o, lo que es lo mismo, la negación de la exterioridad en cuanto que reinado de la arbitrariedad, del absurdo y, en definitiva de la irracionalidad.” (Aricó: 125)
En síntesis, puede afirmarse que a través del privilegiamiento del carácter arbitrario, absurdo e irracional del proceso latinoamericano –a causa de la imposibilidad de visualizar en él la presencia de una lucha de clases definitoria de su movimiento real y por lo tanto fundante de su sistematización lógico-histórica- que Marx se vio conducido a reflotar la noción, siempre presente en su pensamiento de “pueblos sin historia”. Pero no ya entendida de una manera abstracta, como se inclinan a pensar quienes quieren explicar todo por creencias prejuiciosamente eurocéntricas de Marx, si no como un circulo temático dentro del cual gira el fantasma de la irracionalidad o positividad de la historia. Lo cual como es lógico, nos remite a algo que no pertenece a exclusivamente al pensamiento marxiano sino que constituye la línea dominante del pensamiento occidental, del que aquel forma parte inseparable: la búsqueda de una legalidad histórica de los procesos sociales” (Aricó: 127)
Sobre esta forma hegelianizante de percibir el proceso operó el segundo principio de hemos señalado cual es el de la resistencia de Marx a reconocer en el estado una capacidad de “producción” de la sociedad civil y, por extensión de la propia nación”
Porque si dejamos de lado el punto de vista de la “filosofía de la historia universal” desde el cual Hegel analizaba América y retomamos su concepción del estado como “productor” de la sociedad civil y de la nación, es necesario admitir que dicha concepción tenia la enorme virtud de mantener “la riqueza de interrelaciones que unen la política a lo político-institucional, los sujetos sociales a la esfera estatal, con sus múltiples articulaciones y con su compleja dimensión de legitimación” (Arico: 129)
Esto era dejado de lado ya que operaba una visión donde lo económico por sobre la totalidad de relaciones y claramente sobre lo político.
Un comportamiento. No decimos esto porque no nos interésese la profundización y las nuevas y sutiles lecturas intelectuales, las que saludo y aliento, sobre todo tratándose de alguien como Linera. Pero, no obstante debemos decir que nos parece un tanto más interesante el tipo lectura que nos plantea Aricó, donde el interés en el objeto se encuentra, pero como un campo de problemas que nos ayuden a repensar nuestra realidad. Emilio de Ípola en “Las cosas del creer” nos acerca una reflexión sobre el modo en que su amigo “Pancho” se apropiaba de Marx:
“Siempre tomó a Marx a ras de texto; nunca pretendió explicar que quiso decir sino, a lo sumo, porque dijo tal o cual cosa. El pasado era para él una especie de tesoro sin tiempo. Y Marx también” (De Ípola, 140)
“Marx no entendió el sentido del proyecto bolivariano porque descreía de las empresas puramente estatales y porque no le entraba en la cabeza la idea de una productividad política propia. No se equivocaba en valorar los rasgos autoritarios de dicho proyecto; se equivocaba en reducir este último a esos rasgos.”(De Ípola, 144)
“Es curioso notar que en esa critica a Bolívar, Marx no repara en valorar el esfuerzo bolivariano por construir una estructura estatal casi continental, y se fijara solo en criticar las tendencias despóticas de Bolívar. Pero como ya hemos visto antes y vamos a ver ahora, lo unos y lo otro están ligados al planteamiento marxista de la vitalidad de la sociedad como fundamento de la construcción de la unidad nacional-estatal valedera.” (Linera: 42)
“...la posición de Marx esta fundada en una concepción de la vitalidad de la sociedad y del rechazo a la autonomización estatal…”
6. El populismo como mito.
El crítico literario Roland Barthes nos puede ser de utilidad para pensar con los parrafazos siguientes donde transcribimos su voz:
“El mito no puede definirse ni por su objeto ni por su materia, puesto que cualquier materia puede ser dotada arbitrariamente de significación…”
“La palabra mítica esta constituida por una materia ya trabajada pensando en una comunicación apropiada. Por eso todos los materiales del mito, sean representativos o gráficos, presuponen una conciencia significante que puede razonar sobre ellos independientemente de su materia. Claro que esta materia no es indiferente: la imagen sin duda, es mas imperativa que la escritura, impone la significación en bloque, sin analizarla ni dispersarla…pero esto no es una diferenciación constitutiva. La imagen deviene escritura a partir del momento en que es significativa…” (200-201).
Por lo tanto en adelante entenderemos por lenguaje, discurso, habla, etc., toda unidad o toda síntesis significativa, sea verbal o visual; para nosotros, una fotografía, será un habla de la misma manera que un articulo periodístico. Hasta los objetos pueden transformarse en habla, siempre que signifiquen algo. Esta forma de concebir el lenguaje esta justificada por la historia de las escrituras: antes de la invención de nuestro alfabeto, objetos como el quipu inca o dibujos como los pictogramas, constituyeron hablas regulares.” (201)
Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
A modo de cierre
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi. Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
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Por Gastón Salcedo
1.La mayoría de los gobiernos latinoamericanos en la actualidad son considerados como populistas. Dicha nominación pareciera trascender la caracterización de clase que a cada uno de los gobiernos en cuestión se les asigne, es decir, de derecha o de izquierda.
Nuestro objetivo es analizar algunos aspectos de los gobiernos populistas que son blancos de críticas, habitualmente.
Varios son dichos aspectos, incluso la nominación misma de populismo, son conceptos extremadamente nefastos y mal intencionados, los cuales han causado estigmas muy sentidos en nuestros pueblos. La nocion de "clientelismo" es tan preocupante como su práctica misma, pues si conceptualizamos mal nos encontramos estimatizando a ciertos sujetos pertenecientes a los sectores populares. Otra crítica hacia el populismo es el personalismo que se achaca a sus líderes o, el de caudillismo. Asi como también la denominación "lumpenaje", concepto que se aplica a los sectores antes mencionados.
de sobremanera nos interesa trabajar un tópico que son los debates sobre el Estado Latinoamericano ya que quizá sea un punto nodal de diferenciación con las apreciaciones de las izquierdas tradicionales.
Nuestro abordaje no se centrará en ningún país en particular, sólo se hará referencia a los mismos a modo de ejemplos de los aspectos a trabajar. Claro que el caso argentino será mayormente tenido en cuenta por la propia pertenencia del investigador.
El problema de la región
Todos estos ejemplos, ya sea en términos de abordajes o en términos de clasificación de procesos, ponen en evidencia el desacuerdo en la caracterización y modos de agrupar los diferentes casos latinoamericanos.
Lo que nos hace pensar en una heterogeneidad de las diferentes formas nacionales consideradas como populistas. Teniendo en cuenta que para Portantiero (1989) la heterogeneidad es el rasgo sociológico esencial de la región, debemos tener presente que al trabajar Latinoamérica, la diversidad es una realidad constante. Coincidimos con Bonilla (2008) cuando afirma que: “La peculiaridad y singularidad nacional de la región andina, al igual que la del conjunto de América Latina, no es una realidad reciente”.
Sin embargo, también debemos tomar en consideración la visión de Jesús Martín-Barbero, según la cual es posible pensar en Latinoamérica como un “todo”, sin desconocer las singularidades que conviven en su interior, ya que en toda la región se hacen presentes discontinuidades sobre tres planos: en el destiempo entre Estado y Nación; el modo desviado (Germani) en que las clases populares se incorporan al proceso de conformación de los Estados nacionales y el rol político e ideológico de los medios de comunicación en la nacionalización de las masas populares, rol que hay que decir no sólo que se ha incrementado sino tambien transformado a partir de la denominada globalización. Desde esta mirada, la idea de atraso no refiere a un modo negligente acerca de cómo éstos países intentaron llevar adelante el desarrollo, sino que por el contrario refiere a un atraso que ha sido históricamente producido y éste es un rasgo común en toda la región, más allá de las heterogeneidades existentes en cada uno de los países. Por ejemplo, en todos ellos, siempre se trató de construir la nación, superando las fragmentaciones internas construyendo puentes entre las regiones y un centro o capital. Compartiendo esta base, se reconocen dos corrientes: una, dentro de la cual se ubicaría Argentina, que identifica el progreso con el de la clase que orienta el esfuerzo por industrializarse y otra, en los países que poseen pueblos testimonio, al decir de Darcy Ribeiro, que busca compaginar la nueva nacionalidad con aquella otra nación que existía antes, en referencia a los pueblos indígenas como puede ser el caso de Perú, Bolivia o Brasil. Esta diferencia también la señala Grüner
También nos pueden ser de utilidad las apreciaciones de Skidmore y Smith (1996) acerca de cómo emprender un estudio de Latinoamérica. Pero a condición de tomarla como referencia y no como algo cerrado y un metodo a cumplir a rajatablas. Entonces podemos realizar un cierto “marco para establecer comparaciones” que consiste primeramente en tres pasos: A) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; B) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y C) averiguar las razones de esas diferencias”. A continuación propone averiguar:1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. (Por Ej.: no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial); 2) Qué clases y sectores sociales tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política, qué agrupamientos forman alianzas y en qué intereses se basan. 3) Qué grado autonomía tiene el Estado.
Luego, es necesario pensar cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos: 4) Qué actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta ésto relacionalmente a los países latinoamericanos.5) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición de clases dentro de cada país. Por Ej.: no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes, productos agropecuarios y soja en la actualidad, que en Chile, exportador de cobre. 6) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por Ej.: la posesión de petróleo. 7) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por Ej.: la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías.
* * *
Luego de las intervenciones de Ernesto Laclau en la teoría y de lo que podemos denominar como momento actual “la primavera populista” latinoamericana, se nos impone trabajar la temática.
2. Clientelismo.
Para fundamentar este apartado nos acercamos a los estudios críticos realizados por Javier Auyero que viene trabajando el tema desde hace tiempo. Tomamos para ello un texto antiguo de 1996, para pecar una vez más de anacrónicos, el cual fue su proyecto de tesis (La doble vida del clientelismo político).
Primero que nada hay que decir que no se puede decir del clientelismo lo mismo que se decia antes del trabajo de Auyero. Seguramente muchos no formaban parte de las visiones ortodoxas sobre el tema pero los estudios de Auyero desmontan toda una serie de lugares comunes y falacias que se han repetido hasta el hartazgo.
Desde nuestra perspectiva creemos que en varios sectores de la sociedad -en la Argentina por lo menos- se dan situaciones clientelares. Frente a esto es altamente reprochable la actitud de ciertos “académicos” quienes ven sólo esa problemática en los sectores más castigados de nuestra sociedad, ignorando sus estrategias de supervivencia, y postulándolas como conductas irracionales. Se trata de una conducta de pereza académica que pre juzga en vez de esforzarse y trabajar en la comprensión de los fenómenos.
3. Caudillismo.
Mucha bibliografía nos habla constantemente de Caullismo, pensando para citar solamente y no aburrir con toda la teorias tontas de autoritariasmos diversos.
Abrimos las páginas magicas que hablan de Maquialevo, de su libro "El principe"; de los Medicis y de Lorenzo de Medicis. Las "Notas sobre Maquiavelo" de Antonio Gramsci, dice él hablando del otro;
“dio a su concepción una forma imaginativa y artisica, donde el elemento doctrinal y racional se personificaba en un condotiero (caudillo, cabecilla) que representaba en forma plástica y “antropomórfica” el símbolo de la “voluntad colectiva”.
Y continua: “El proceso de formación de una determinada voluntad política que tiene determinado fin político, no es representado a través de pedantescas disquisiciones y clasificaciones de principios y criterios de un método de acción, sino como las cualidades, los rasgos característicos los deberes y necesidades, de una persona concreta, desertando así la fantasía artística de aquellos a quienes se procura convencer y dando una forma mas concreta a las pasiones política”
Se referirá a que dicho libro puede ser estudiado como la forma del mito soreliano.
Aunque luego dirá que “el mito-príncipe no puede ser una persona un individuo real concreto” si no el partido para Aricó y el movimiento para los peronistas. el eternauta...
Según Nicolas Casullo
Según Jauretche y Zabaleta el caudillo es el sindicato del gaucho
4. Lumpenes y populistas.
La cercanía del populismo y la categoría de lumpen se han visto en innumerables oportunidades. Acá en Argentina, el populismo local denominado peronismo por su lider siempre tuvo el mote de lumpen disparado por sus detractores.
En este sentido seguimos el trabajo de Esteban Rodríguez “Vida Lumpen”
La sociedad se ha lumpenizado
5. Estado y populismo.
La discusión sobre el Estado Latinoamericano excede con creces las pretensiones de este trabajo, también es motivo de un trabajo mas extenso las “formas populistas” del Estado en America Latina. Nuestra intención aquí, es plantear solo algunas discusiones que nos parecen de importancia para acercarnos a la problemática de manera un tanto exploratoria.
Nos interesa pensar el rol que cumple el Estado en America Latina, en palabras de José Arico nos referimos al Estado como productor de la sociedad civil. Es decir Latinoamérica “tendría” la particularidad, a diferencia de Europa, de tener un rol del Estado diferente, estaríamos ante un estado que potencia a la sociedad civil y de alguna manera la crea. Así también como asumiría el mismo estado la tarea de construir la Nación, a diferencia de Europa donde esta es anterior y estaría construida por la sociedad civil.
Para dichas afirmaciones seguimos los razonamientos de Arico los cuales no están exentos de polémica. Sobre todo si tenemos en cuenta una que se da recientemente con la reedición de una compilación de Álvaro García Linera, actual vicepresidente de Bolivia, con todo lo que ello implica. El texto mencionado se llama América, y fue escrito en 1989 pero reeditado el año pasado.
Allí Linera, vuelve sobre las valoraciones de Arico en su texto Marx y America Latina, donde realiza una valoración critica del conocido texto de Karl Marx, Bolívar y Ponte, en el cual, el escritor comunista se despacha furtivamente con valoraciones muy negativas sobre la figura de Bolivar. Aricó intenta analizar el porque del equivoco marxista, teniendo en cuenta la sagacidad para analizar otras latitudes y la imposibilidad de un analisis exacto de nuestra realidad. Una de las primeras observaciones que Aricó se esmera en destacar es que no se trata de un error a causa del denominado “europeismo”, que muchos otros le endilgan.
Nos interesa este texto porque de alguna manera concentra algunas apreciaciones de muchos que vinieron después y su debate nos da herramientas para analizar nuestra realidad.
Arico en su texto le cuestionara a Marx dos nociones que según él están en el fondo de su pensamiento. Por un lado los “pueblos sin historia”, una noción hegeliana y por otro lado y en parte producto de la anterior, una la mirada negativa del Estado como forma negadora de la visión hegeliana.
Pueblos sin historia, otra historicidad.
Debemos recordar que la noción de “pueblos sin historia” no alude de Hegel solamente a un carácter de ausencia de potencia o virilidad expansiva sino a una noción mas radical y necesaria de su sistema: a la de una racionalidad del devenir” …De ahí que noción de historicidad hegeliana implique la negaciòn de la “positividad” o, lo que es lo mismo, la negación de la exterioridad en cuanto que reinado de la arbitrariedad, del absurdo y, en definitiva de la irracionalidad.” (Aricó: 125)
En síntesis, puede afirmarse que a través del privilegiamiento del carácter arbitrario, absurdo e irracional del proceso latinoamericano –a causa de la imposibilidad de visualizar en él la presencia de una lucha de clases definitoria de su movimiento real y por lo tanto fundante de su sistematización lógico-histórica- que Marx se vio conducido a reflotar la noción, siempre presente en su pensamiento de “pueblos sin historia”. Pero no ya entendida de una manera abstracta, como se inclinan a pensar quienes quieren explicar todo por creencias prejuiciosamente eurocéntricas de Marx, si no como un circulo temático dentro del cual gira el fantasma de la irracionalidad o positividad de la historia. Lo cual como es lógico, nos remite a algo que no pertenece a exclusivamente al pensamiento marxiano sino que constituye la línea dominante del pensamiento occidental, del que aquel forma parte inseparable: la búsqueda de una legalidad histórica de los procesos sociales” (Aricó: 127)
Sobre esta forma hegelianizante de percibir el proceso operó el segundo principio de hemos señalado cual es el de la resistencia de Marx a reconocer en el estado una capacidad de “producción” de la sociedad civil y, por extensión de la propia nación”
Porque si dejamos de lado el punto de vista de la “filosofía de la historia universal” desde el cual Hegel analizaba América y retomamos su concepción del estado como “productor” de la sociedad civil y de la nación, es necesario admitir que dicha concepción tenia la enorme virtud de mantener “la riqueza de interrelaciones que unen la política a lo político-institucional, los sujetos sociales a la esfera estatal, con sus múltiples articulaciones y con su compleja dimensión de legitimación” (Arico: 129)
Esto era dejado de lado ya que operaba una visión donde lo económico por sobre la totalidad de relaciones y claramente sobre lo político.
Un comportamiento. No decimos esto porque no nos interésese la profundización y las nuevas y sutiles lecturas intelectuales, las que saludo y aliento, sobre todo tratándose de alguien como Linera. Pero, no obstante debemos decir que nos parece un tanto más interesante el tipo lectura que nos plantea Aricó, donde el interés en el objeto se encuentra, pero como un campo de problemas que nos ayuden a repensar nuestra realidad. Emilio de Ípola en “Las cosas del creer” nos acerca una reflexión sobre el modo en que su amigo “Pancho” se apropiaba de Marx:
“Siempre tomó a Marx a ras de texto; nunca pretendió explicar que quiso decir sino, a lo sumo, porque dijo tal o cual cosa. El pasado era para él una especie de tesoro sin tiempo. Y Marx también” (De Ípola, 140)
“Marx no entendió el sentido del proyecto bolivariano porque descreía de las empresas puramente estatales y porque no le entraba en la cabeza la idea de una productividad política propia. No se equivocaba en valorar los rasgos autoritarios de dicho proyecto; se equivocaba en reducir este último a esos rasgos.”(De Ípola, 144)
“Es curioso notar que en esa critica a Bolívar, Marx no repara en valorar el esfuerzo bolivariano por construir una estructura estatal casi continental, y se fijara solo en criticar las tendencias despóticas de Bolívar. Pero como ya hemos visto antes y vamos a ver ahora, lo unos y lo otro están ligados al planteamiento marxista de la vitalidad de la sociedad como fundamento de la construcción de la unidad nacional-estatal valedera.” (Linera: 42)
“...la posición de Marx esta fundada en una concepción de la vitalidad de la sociedad y del rechazo a la autonomización estatal…”
6. El populismo como mito.
El crítico literario Roland Barthes nos puede ser de utilidad para pensar con los parrafazos siguientes donde transcribimos su voz:
“El mito no puede definirse ni por su objeto ni por su materia, puesto que cualquier materia puede ser dotada arbitrariamente de significación…”
“La palabra mítica esta constituida por una materia ya trabajada pensando en una comunicación apropiada. Por eso todos los materiales del mito, sean representativos o gráficos, presuponen una conciencia significante que puede razonar sobre ellos independientemente de su materia. Claro que esta materia no es indiferente: la imagen sin duda, es mas imperativa que la escritura, impone la significación en bloque, sin analizarla ni dispersarla…pero esto no es una diferenciación constitutiva. La imagen deviene escritura a partir del momento en que es significativa…” (200-201).
Por lo tanto en adelante entenderemos por lenguaje, discurso, habla, etc., toda unidad o toda síntesis significativa, sea verbal o visual; para nosotros, una fotografía, será un habla de la misma manera que un articulo periodístico. Hasta los objetos pueden transformarse en habla, siempre que signifiquen algo. Esta forma de concebir el lenguaje esta justificada por la historia de las escrituras: antes de la invención de nuestro alfabeto, objetos como el quipu inca o dibujos como los pictogramas, constituyeron hablas regulares.” (201)
Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
A modo de cierre
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi. Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
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vez 2
Problemas Populistas. Metodológicas latinoamericanas.
Y una visita al Perú.
Por Gastón Salcedo
I
Laclau va a plantear una ruptura con todos los abordajes donde priman las miradas negativas; el autor presenta el dilema que plantea el concepto de populismo en términos de un interminable arrastre teórico de una serie de prejuicios que se hallan en la mayoría de los trabajos acerca del tema. Uno de ellos –quizás el de mayor envergadura- reside en afirmar, explícita o implícitamente, la noción de sentido común que considera al populismo como el opuesto diametral a una forma institucionalmente ordenada y regida por una lógica política. Se lo concibe como vago o impreciso. Cuestionando este punto de vista, Laclau (2005) propone realizar una suerte de “inversión” que consiste en entender al populismo como un espacio “constante de la acción política” en donde cabe reconocer la presencia de lógicas específicas que precisamente descansan en esta vaguedad.
II Tipologías. Estudios sobre populismo.
Pero antes de desembocar en Laclau nos interesa recorrer el camino que fue siguiendo la literatura sobre el populismo como modo de observar los derroteros de dicho concepto.
Nos interesan pues estudios que traten de estructurar las diversas conceptualizaciones sobre el populismo y sobre conceptualizaciones sobre la literatura del populismo. Bueno es el aporte que realiza el estudio de Mackinon y Petrone (1998), ya que revisan gran parte de la literatura sobre este fenómeno en Latinoamérica. A continuación se presenta una breve síntesis de la primera de sus clasificaciones.
A) En dicho estudio, los autores retoman una tipología de Paul Drake que presenta una división temporal de los populismos, que contarían con características disímiles distinguiendo entre “tempranos” (por ejemplo Irigoyen en Argentina o Alessandri en Chile); “clásicos” (Haya de la Torre en Perú, Cárdenas en México, Betancourt en Venezuela, Perón en Argentina, etc.), que aparecieron entre los años treinta y cuarenta, y fueron decayendo hacia los cincuenta y sesenta; por último, los populismos “tardíos” de los años setenta (Echeverría en México y la vuelta de Perón en Argentina), que tuvieron muchos problemas para conformar las antiguas alianzas de épocas anteriores.
Otra tipología, un poco más compleja que la anterior ya que introduce una serie de matices y variantes, es la que realizan Toer, Sameck,, :
B)
1) Tiene que ver con el reclamo de la vigencia de las constituciones que habían quedado relegadas a una mera formalidad por los regímenes oligárquicos, apoyándose centralmente en los sectores medios urbanos. José Batlle y Ordóñez y los colorados en el Uruguay; Hipólito Irigoyen en Argentina; Francisco Madero en México; Alessandri en Chile o el Partido Liberal en Colombia.
2) Una vez producida la radicalización de la Revolución Mexicana, tomando a ésta como importante fuente de inspiración, se desarrolla una nueva corriente, claramente más radical. La principal expresión será el APRA en Perú y tendrá en Acción Democrática, de Venezuela y después en el PS chileno a sus referencias más cercanas. También se pueden incluir aquí a las experiencias de Arévalo y Arbenz en Guatemala, Sandino en Nicaragua y, más adelante, al MNR boliviano.
3) El populismo propiamente dicho tendrá que ver con el intento, en los países de mayor envergadura de la región, por constituir un proceso de crecimiento económico sustentado en un desarrollo industrial por sustitución de importaciones basado en sus respectivos mercados internos y en la incorporación de los sectores populares a las respectivas escenas políticas. Sus expresiones más acabadas serán Vargas en Brasil, Cárdenas en México y Perón en Argentina.
4) La variante de las experiencias truncas. Carlos Ibáñez, Gustavo Rojas Pinilla, Marcos Pérez Jiménez u otros, en razón de lo que podemos llamar su inadecuación en tiempo y lugar. Estas expresiones se producen en torno a los años cincuenta, cuando las principales potencias recuperan su capacidad de control en plenitud del mercado mundial, estrechando los márgenes para los procesos de sustitución de importaciones.
5) Después, resultan claramente diferenciables las tentativas que, una vez producida la Revolución Cubana, explícitamente o con alusiones, contemplan la posibilidad de trascender el marco capitalista: Juan Bosch, João Goulart, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado, Juan José Torres, entre los más relevantes.
6) Por último, estarán las corrientes que, en los tiempos que corren, intentan delinear proyectos alternativos después de lustros de dictaduras y tras la década de predominio neoliberal: Hugo Chávez, Lula da Silva ahora Dilma, el Frente Amplio (con el Pepe mas cascarrabias que nunca ¿ni hablar de nuevas generaciones en Uruguay,no? los pibes del pasado. que bien le hubiera hecho el pepe hace 20 años,), y el que vive en nuestras vidas por siempre, Néstor Carlos Kirchner.
7) Variante en este caso de derecha, que agruparía a aquellas experiencias que, presentando algunos rasgos de forma, intentan llevar adelante proyectos diferentes. Se plasmaría con claridad en la década de los noventa con Menem en Argentina, Fujimori en Perú y Collor en Brasil. Sería una suerte de populismo con componentes autoritarios, que evoca las modalidades y escenografías de antaño para lograr plasmar más acabadamente los recetarios neoliberales.
A esta última variante la contemplamos, pero los autores pareciera que no están convencidos de utilizarla, ya que, sólo la incluyen como nota al pie. Esta clasificación nos revela interés, pues muestra cierto vaivén en los modos populistas, y nos acerca, una idea de sus diferenciaciones, ya que, se puede ver, claramente, las diferencias aun dentro de lo que puede llamarse populista.
No se trata de lo mismo, claro, cuando nos referimos a las experiencias influidas por la revolución cubana que a los influidos por la revolución mexicana.
Por otra parte, Cardoso y Faletto, hacen algunas distinciones de relacionadas a la intervención del Estado en la economía y a los modelos económico que dichos Estados llevan a cabo y conforman el siguiente tipo:
C) Populismo “desarrollista” que variará según los distintos países. Se señala la existencia de tres formas de populismo (aunque también clasifican la alianza desarrollista en dos: una versión nacional populista –varguismo y peronismo- y otra estatal desarrollista, México): el populismo y economía de libre empresa (Argentina); populismo y desarrollo nacional (Brasil) y Estado desarrollista (Chile) .
Por último, tenemos la siguiente clasificación en torno a los diferentes modos en que diversos autores realizaron los más relevantes estudios acerca del populismo. Se señalan las causas o condiciones de emergencia del fenómeno. Mackinon y Petrone nos acercan a cuatro grupos de autores (Ver anexo) que a lo largo del desarrollo de las ciencias sociales fueron abordando el fenómeno de diversos modos, muchas veces haciéndose eco de las discusiones que primaban en el ambiente académico, como en otras lo subvertían. Se puede ver entonces la trayectoria de las conceptualizaciones sobre el populismo. D)
1) El primero de ellos (Germani, Di Tella, etc.), proveniente de las filas del funcionalismo, pone el eje sobre el proceso de modernización ya que relaciona la emergencia de los populismos con el subdesarrollo.
2) El segundo grupo de autores, mucho más heterogéneo (Cardoso y Faletto, Ianni, Murmis y Portantiero-a quines le podemos sumar Gunder Frank-), parte de una línea analítica histórico-estructural y relaciona la emergencia de los populismos con el desarrollo del sistema capitalista en América Latina, específicamente con la crisis del modelo agro-exportador y del Estado oligárquico.
3) El tercer grupo de autores es denominado el de los coyunturalistas (Adelman, Matsushita, Doyon y James) ya que en sus estudios señalan como eje de sus explicaciones, aquellas oportunidades y restricciones que en determinados momentos históricos permiten comprender la emergencia de los populismos.
4) Por último, el cuarto grupo de autores (Laclau, De Ipola, Worsley), responde al modo en que metodológicamente abordaron el estudio del populismo. El énfasis de estos autores radica en el plano discursivo como aquél que puede permitirnos una comprensión del fenómeno en cuestión.
III. El debate sobre el contexto latinoamericano.
El populismo en su variante latinoamericana debe mucho a la realidad en la que está inmersa y esto forma parte de de un largo debate. Si bien afirmamos que esto es así porque los procesos sociales y políticos no deben ser concebidos como ideas abstractas y separadas de la realidad que los contiene, el caso que nos ocupa presenta una significativa relación. Las palabras de Portantiero devienen atinadas al momento de reflexionar acerca de los rasgos latinoamericanos:
“…la característica sociológica esencial de la región es su heterogeneidad. Es decir, la mezcla de elementos arcaicos con otros que llamaríamos modernos, lo que marca un panorama muy diversificado entre las sociedades del continente y en el interior de las mismas.”
En otras palabras, heterogeneidad de todo tipo: cultural, de tradiciones políticas, intelectuales, étnicas, climáticas, geográficas, estructuras económicas, etc. La heterogeneidad estructural de América Latina es lo que nos brinda la constante; es sobre este terreno sobre el que debemos pensar. Este todo difícilmente encuadrable no nos permite encontrar grandes esquemas explicativos.
Es importante retomar la primera caracterización de “sociedades dualistas” atribuida a los planteos de Germani. Estas se caracterizarían por un conjunto de asincronías (geográficas, institucionales, de grupos sociales y motivacionales) y las definen dos fenómenos: el “efecto de demostración”, que remite a una visión “seguidista” de los desarrollos europeos y el “efecto de fusión” que alude a la combinación de lo moderno y lo arcaico. Otros conceptos clave que plantea el autor, son los de “movilización” de sectores sociales antes pasivos y el concepto de integración el cual refiere a que los mismos asuman a las instituciones de manera positiva.
Como resultado de dicho análisis, Germani formulará la siguiente hipótesis en comparación con la sociedad europea: la acelerada industrialización en América Latina y la masiva migración interna provocaron una “disponibilidad de las masas” y una imposibilidad de absorción de las instituciones democráticas existentes que favorecieron la conformación de los populismos. En este sentido, su valorización del proceso es negativa ya que, desde su punto de vista, se trataría de una “desviación” de las formas correctas de transición al desarrollo.
Aunque si observamos que, esta idea de asincronía propuesta en el esquema teórico de Germani, puede ser revalorizada bajo la noción de heterogeneidad y, al no seguir como modelos a otras sociedades, no necesariamente deba ser juzgada de manera negativa. Es más, debería ser tomada como una singularidad inherente a nuestro subcontinente y como tal un dato de la realidad.
Desde otro punto de vista, la estructura de América Latina es vista de cómo producto del desarrollo histórico, y, analizando las relaciones de intercambio entre los países –y aún hacia adentro de los mismos- se comenzó a pensar que no se trataba de desviaciones en el desarrollo sino que ese subdesarrollo, supuestamente anómalo, en realidad tenía que ver con la condición de dependencia respecto de las metrópolis. Estas perspectivas critican el falso suponer de que el desarrollo económico transcurra a través de “etapas”. Sostienen que las interpretaciones dualistas deben ser rechazadas ya que cada uno de los sectores que componen esa dinámica no es independiente del otro, están íntimamente vinculados.
Si consideramos la postura de Gunder Frank, tenemos las siguientes hipótesis: “…a) en contraste con los centros metropolitanos mundiales que no son satélites de nadie, el desarrollo de las metrópolis subordinadas está limitado por su estatus de satélite; b) los satélites experimentan su mayor desarrollo económico incluso su clásico crecimiento capitalista industrial solamente cuando sus lazos con los centros metropolitanos se debilitan y c) aquellas regiones que son en la actualidad las más subdesarrolladas, fueron en el pasado las mas estrechamente ligadas a las metrópolis…” (Laclau, 1986: 25).
Siguiendo a Laclau, en el texto citado anteriormente, encontramos algunas críticas a esta concepción de Frank; si bien coincide con lo que acabamos de postular, él resalta la inadecuación a un concepto de capitalismo que no se vaya adecuando a los momentos o estadios del mismo, es decir las diferentes fases en los modos de producción. No queríamos dejar de mencionar esto, pues nos parece que aquí se trata un tema central de los distintos análisis que muchas veces vemos circular. Asimismo, creemos que la ironía de Laclau es esclarecedora, en este caso, al anunciar las siguientes palabras:
“Me parece más útil subrayar esas diferencias y discontinuidades (de los diferentes modos de producción y las nuevas formas de opresión) que intentar mostrar la continuidad e identidad del proceso, desde Hernán Cortes hasta la General Motors” (Laclau, 1986).
Para finalizar este apartado, la perspectiva de Murmis y Portantiero donde proponen la presencia de una base estructural alternativa de las relaciones sociales (producto de una crisis de hegemonía de la burguesía de los años 30): la construcción de alianzas en la sociedad civil. “Así, en Argentina y en distinto grado, en América Latina, capitalistas industriales débiles y clases trabajadoras marginadas fueron canalizados en movimientos nacional populares más que en movimientos de base clasista” (Mackinon y Petrone: 30). Fue por ello que “Las clases dominantes no lideraron un proyecto de industrialización nacional, en su lugar lo hicieron distintos grupos (los mencionados anteriormente) que detentaban el poder del Estado” (Mackinon y Petrone: 30). Siguiendo esta mirada que otros autores también han abonado, como José Aricó, de que el Estado en América Latina ha cumplido la función de construir la nación.
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Teniendo en cuenta lo dicho en el apartado anterior es menester, ahora, problematizar otras dimensiones que habilitan un acercamiento mayor al populismo pues, como sabemos, no será mecánicamente que las estructuras se manifiesten en la realidad. Ambas perspectivas están en tensión y deben ser combinadas en la medida que correspondan a la hora del estudio: tanto la original realidad económico-política latinoamericana como las dimensiones subjetivas e identitarias. Son dos partes que pugnan en una lucha, que sólo se resolverá en el escenario concreto en que se de esa batalla.
Nuestra intención es aquí retomar las visiones desde el punto de vista de los propios actores. Podemos resaltar los análisis de Daniel James y otro grupo de autores para rescatar que no fueron –ni son- solo masas embaucadas por un líder carismático, víctimas de la falsa conciencia, sino que los propios actores construyen sentidos en torno de sus acciones. La noción de irracionalidad queda excluida en esta perspectiva.
Por su parte, en Laclau, la dimensión definitoria debe buscarse en otro lado, ya define alternativamente al populismo, a partir de un análisis secuencial va dando forma a su concepto, siendo su punto de llegada la idea de populismo no como un movimiento específico sino como una lógica política que instituye lo social (dotando de identidad al grupo). No debería pensarse a esta lógica como deudora de realidades específicas, sino que se definen en lógicas articulatorias que habilitan a reconocer al populismo como tal. Esta mirada analítica que entiende al populismo como una práctica articulatoria de lo social, toma como unidad de análisis no a lo social en si mismo, sino que el centro analítico mas pequeño es la demanda social.
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi . Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
IV. No sólo “mucho mas que dos izquierdas”, sino que son muchas más cosas.
There are more things. J.L.B.
El populismo no puede pensarse como una fuerza política latinoamericana global, es necesario que lleve en su bandera el nombre que lleva en cada país; a nivel continental uno extiende e imprime el nombre de “populismo” a una serie de movimientos que son de muy compleja generalización. Así de complejo también es estudiarlos y establecer patrones. Pero es cierto, que no es lo mismo decir “populismo” en argentina que evocar el nombre de peronismo o decir un “populista mexicano” de primera mitad del siglo XX que decir Cárdenas en México. Del mismo modo, la noción de populismo latinoamericano no contiene ni genera lo mismo que un acalorado discurso de Chávez, envuelto en una de sus rojas camisas.
Todos los nombres propios del populismo (Chávez, Peronismo, Partido de los Trabajadores de Brasil, etc.) no son extensibles ni traducibles a otras experiencias de la región. Son populismos, pero ellos no se definieron como tales, fueron definidos externamente; nadie se autodefine como tal. Por todo esto se entiende que el “populismo” como tal, es “abstracto”, es imposible por el momento referir a él como a una síntesis continental que supere la suma de las partes. En este caso, cabe señalar esta diferencia con respecto a las izquierdas de la región: un rasgo común de los populismos de Latinoamérica es que ninguna de esas fuerzas “de izquierda” ha logrado influir a nivel continental o a otro movimiento populista. Sin embargo, es una influencia común en todos esos movimientos populistas, el influjo del guevarismo y de la Revolución cubana, si a veces no en la totalidad de esos movimientos, si en algunos grupos.
Profundizando en esta idea de relacionar o de ver a los populismos de Latinoamérica, creemos que no aporta comparar a Bolivia y Argentina para mostrar cómo uno desarrolla políticas más de “izquierda” que el otro o lleva a delante medidas que a uno más le gustaría; pensando como si los diferentes gobiernos actuaran en una tabula rasa y no ante diversas tradiciones y fuerzas políticas existentes y resistentes. Juan Carlos Torre nos alerta con esta situación diferencial cuando analiza el carácter bifronte de los procesos de cambio, aún cuando en este caso está analizando una serie de políticas homogéneas relacionadas a los organismos de crédito internacional y las grandes potencias; también aquí no se darían del mismo modo, más bien sucedería lo contrario en los distintos países en los cuales se aplicaron estas medidas .
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Un caso aparte es el de Ludolfo Paramio con su imposibilidad estructural de comprender el problema latinoamericano del populismo, no porque neguemos su capacidad intelectual en los estudios que realiza, pero pareciera que cotidianeidad de su vida logra imponérsele y la complejísima realidad latinoamericana se le torna algo desencajada y borrosa. De otra manera no podemos comprender el porqué de estas palabras: “En nombre de los intereses populares el gobernante reclama poderes excepcionales y trata de escapar al control de las ‘viejas’ instituciones” (Paramio: 65); refiriéndose a Chávez, Morales y Kirchner, ¿a qué instituciones estará aludiendo?. Por otro lado, haciendo gala de su desconfianza hacia el populismo dispara: “Incluso si se somete a las reglas de juego de la democracia no es un proyecto democrático (…) Por otra parte (…) puede derivar fácilmente en políticas económicas poco o nada responsables” (Paramio: 72). Lamentablemente, no estamos ante un caso como los que José Aricó rescatara de la “limitación europeísta”, como también lo señalara Toer .
V. La faz del populismo en Argentina
El populismo en Argentina lleva el rostro del peronismo y para ilustrarlo “desde adentro” la perspectiva de John William Cooke parece ser de utilidad. Muchos son los textos que de él podríamos revisar, pero nos bastará con su correspondencia con Perón y con el informe que realiza para Fidel Castro y el Che Guevara sobre el comunismo en Argentina. Cooke abona la idea que las tareas revolucionarias en la Argentina fueron llevadas adelante por el peronismo -en lugar del comunismo en su versión argentina- lo que plantea la fatalidad histórica de nuestra región: la escisión entre los movimientos populares que llevaron adelante tareas emancipatorias y la teoría –o, los custodios de las mismas-. Cooke afirma que: “en Argentina los revolucionarios somos nosotros” los peronistas, rescatando la teoría revolucionaria y poniéndola junto peronismo al tiempo que proyecta que la revolución no será posible sin el comunismo (pero tampoco sin el peronismo). Uno tiene la teoría, el otro al pueblo. Intenta conjugar a ambos, comunistas y peronistas, en un doble movimiento.
Esta idea permite reflexionar sobre el problema en Latinoamérica: partiendo de la complejidad de nuestro caso nacional podemos pensar que otros populismos latinoamericanos son igualmente complejos y que en su seno pueden hallarse mecanismos semejantes.
Tulio Halperín Donghi que aprecia singularmente a la Revolución Cubana, detalla una serie de avances que ésta genera en distinto tipo de situaciones. Pero el avance capital que el marca es el de “existir” y lograr permanecer, con solo eso (y nada menos que eso!!) Latinoamérica deja de ser la misma, es un hecho que por mas territorial o poblacionalmente pequeño que parezca, reconfigura cabalmente la mirada de todo el continente. La importancia fundamental de la revolución cubana es la marca que va más allá de lo nacional al pensar la región del mismo modo que “…al devolver al primer plano del debate político el tema del imperialismo...” (Halperín Donghi: 4).
En este sentido la figura de Cooke -como Horacio González (1986) marca en su texto sobre las cartas- piensa al peronismo como una fuerza latinoamericana anticipándose y marcando así un hito dentro de la “estrechamente localista” política argentina, señalando una ruptura con las tradiciones del movimiento peronista, intentando hacer de él una fuerza política que participe en la construcción de la solidaridad latinoamericana.
De este modo, la mirada que proviene de la variante populista argentina podría ser una de las visiones que caracterice al populismo latinoamericano: si se afirma que en Argentina los revolucionarios no son los comunistas, sino los peronistas y, por otro lado, tampoco son los comunistas los revolucionarios de América Latina, puede pensarse que serán los populistas los que llevan adelante el cambio, sobretodo si pensamos que los populismos de hoy no son “una amenaza teórica sino una posibilidad concreta”, como planteara Cooke hablando de Argentina.
VI. Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
VII. Algunas reflexiones finales
A lo largo del trabajo intentamos –de manera asistemática- rastrear ciertos puntos de vista circulantes en torno del populismo. También quisimos pensarlo anclándolo en realidades concretas porque aquí el problema no reside en pensar si el concepto de populismo le cierra a las Ciencias Sociales o a las academias, el problema es tratar de comprender qué es lo que sucede –y que está sucediendo- con los procesos populistas latinoamericanos, comprender qué es lo que le pasa a la gente que se moviliza confiando en esas fuerzas políticas.
En la actualidad, la reflexión acerca del populismo podría pensarse como una indagación acerca del modo en que los gobiernos construyen política más allá de las fronteras nacionales. Es decir, si las experiencias populistas pasadas pudieron pensarse como procesos paralelos al fortalecimiento de los Estados-nación, en nuestros días parece operar una lógica expansiva en torno a procesos regionales. Podríamos pensar en un legado producto de la influencia de la Revolución Cubana en las experiencias populistas latinoamericanas.
Por otra parte, consideramos que los gobiernos actuales considerados populistas de América Latina pueden ser pensados como formas políticas posneoliberales ya que es posible señalar rupturas tanto en el plano económico como en el político y social, con respecto al pasado reciente. Sin embargo, esto pone de manifiesto una discusión con el concepto de neopopulismo que asocia a los gobiernos neoliberales de los años noventa con este concepto. Si bien Vilas se encargó de señalar esto, hoy en día, a la luz de los hechos no deberían quedar dudas.
Concluyendo, queremos dejar en claro que de ningún modo consideramos haber cerrado estas reflexiones sino que creemos que se han abierto aún más interrogantes que nos obligan a desbordar la reflexión sobre el populismo hacia el plano más general de la política. La política podría ser concebida a partir de dos metáforas fundadoras que se estructuran bajo una disyuntiva: una de ellas que la piensa como orden y la otra como conflicto (De Ipola). Y, en este sentido parece que la idea de populismo como signo real de la política, también es comprensible bajo esta doble imagen.
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Segunda Parte
VIII. Metodológicas Latinoamericanas.
(O problemas de trabajar con nuestro subcontinente)
Quisiéramos decir algunas palabras sobre nuestras apreciaciones de cómo emprender el estudio de Latinoamérica. El trabajo de Skidmore y Thomas al final de su apartado sobre “Las transformaciones de América Latina”, nos brinda una serie de coordenadas para el abordaje del estudio de nuestro continente, es decir sentar bases para el análisis. Dicho “marco para establecer comparaciones” consiste primeramente en “tres pasos: 1) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; 2) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y 3) averiguar las razones de esas diferencias”. Luego de estos pasos darán lugar, Skidmore y Thomas, a una serie de aspectos que transcribo, infielmente, a continuación:
1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. Por ejemplo, no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial.
2) Qué clases tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política.
3) Qué agrupamientos forman alianzas y coaliciones. Y en qué intereses se basan.
4) Qué autonomía tiene el Estado.
Posteriormente, reflexionan en relación a cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos:
5) Qué clase de actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta esto relacionalmente a los países latinoamericanos.
6) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición y disposición de clases dentro de cada país. Por ejemplo, no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes y soja ahora, que Chile, exportador de cobre.
7) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por ejemplo, la posesión de petróleo. Qué casos parecidos a estos ha habido en el pasado.
8) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por ejemplo, la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías. Esto implica opciones diferentes para el momento de la toma de decisiones.
Esta guía de puntos que acabamos de mencionar nos ha servido de mucho para pensar nuestro “objeto latinoamericano” en términos de estudio comparado y poder pensar las diferencias y similitudes existentes, en términos económicos sobre todo. De hecho, el texto mismo se compone de 5 fases económicas de las que se derivan, de algún modo, resultados políticos, según el cuadro 2.1 de la pagina 73.
Desde una perspectiva diferente, aunque no así opuesta, pensamos que muchos, o demasiados, estudios sobre América Latina adscriben a la denominada política comparada, y nos parece no solo pertinente sino también necesario, que otros enfoques tomen relevancia a la hora de llevar adelante dichos estudios.
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De este modo, nos gustaría ensayar otra mirada para nuestros sucesivos trabajos sobre Latinoamérica. Parapetados, entonces, desde las páginas del libro El último lector de Ricardo Piglia nos proponemos algunas interpretaciones que, claro está, no son nada nuevo. Mucho hemos visto aquí en Argentina por lo menos. Se trata de un modo de utilizar algunos elementos de la literatura y de la ficción para el análisis político. El titulo de David Viñas “Literatura Argentina y Realidad Política”, habla por sí solo. Si pensamos que “la política es el arte de lo posible” y “la literatura es el arte de lo imposible” , la condición de imposible frente a lo posible, multiplica por lo menos, la cantidad de elementos y herramientas de análisis para realizar un estudio, en nuestro caso de Latinoamérica.
Pero además de la ventaja que acabamos de mencionar, hay otra razón que en este caso no es “estratégica”, sino que podríamos definirla como de aprehensión. Siguiendo a Laclau, cuando argumenta que el mundo conocido, lo simbolizado, lo que es posible de ser conocido, es la realidad y, aquello que no es posible de ser dicho, de ser conocido, lo oculto, lo que provoca el vacío de significados, es finalmente lo verdadero, lo“real”. Lo real puede ser visto como lo imposible de ser significado “realmente”, es el quiebre de la estructura de significados, será entonces cuando los elementos de la retórica vengan en nuestra ayuda, pues ellos de alguna manera, sí pueden mencionar lo inmensionable a través de una serie de recursos retóricos como la catacresis, la metonimia e incluso los oxímoron; por ello creemos, muy incerteramente, que la batería de recursos de la literatura no solamente se ajusta a nuestros propósitos latinoamericanos sino que también es imprescindible para poder llegar a “conocer lo real” y, de algún modo, entender la compleja realidad latinoamericana donde podemos encontrar a veces “comunistas de derecha” o anarquistas-peronistas, o que la izquierda es populista.
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Me gustaría entonces, ilustrar con algunos pasajes del libro de Piglia miradas, que creo, nos pueden servir al momento de trabajar nuestra América.
En su página trece, del libro mencionado, el autor dice recordar de otro libro, “El pensamiento salvaje”, unas palabras sobre el arte, sobre las que reflexiona de la siguiente manera: “El arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo. La moneda griega es un modelo en escala de toda una economía y de toda una civilización y a la vez es solo un objeto extraviado que brilla al atardecer en la transparencia del agua”.
En este párrafo es una moneda pero, en nuestro caso, hablando de Latinoamérica, puede ser otro objeto, por ejemplo un pulóver peruano quizá es quien nos evoca luchas pasadas que están presentes entre nosotros, puede que sea una canción u otra cosa, un cuadro de Guayasamín, una novela brasilera . Estos objetos nos pueden revelar muchas cosas más, además, de evocarnos nuestro pasado de lucha, puede que nos muestren los pliegues y despliegues de una economía y sus transacciones, que llegan a todo el Norte Argentino y también a Chile; tradiciones políticas y culturales diversas, ideas libertarias, momentos de condensación política, simbologías varias, etc. En fin, no hay una sola manera por donde podemos “entrar” al complejo de relaciones que nos permita conocer un país.
De una manera, podríamos decir clásica, Rusell, el fotógrafo de Piglia, nos dice: “Un mapa es una síntesis de la realidad, un espejo que nos guía en la confusión de la vida. Hay que saber leer entre líneas para encontrar el camino. Fíjese. Si uno estudia el mapa del lugar donde vive, primero tiene que encontrar el sitio donde está al mirar el mapa”. Dos cosas. Una me recuerda al pintor uruguayo Joaquín Torres García y su mapa de América del Sur al revés. La otra, a Arturo Jauretche y su conceptualización Forjista sobre cómo debemos mirar al mundo. Lo que queda por averiguar es la relación entre ambos que, de hecho, existe pero ignoro cómo fue en un principio.
Por otra parte, la idea de leer entre líneas. En la que podemos volver al ejemplo de una moneda pero en este caso argentina, de mil novecientos 77, la que tenía acuñado un grabado de la Conquista del Desierto. Si creemos todavía que una moneda puede ser leída, quizás podamos pensar que la Conquista del Desierto funcionaba como una alegoría de lo que estaba ocurriendo en esos años.
Ahora necesitamos que Joyce entre en escena, claro que el Joyce de Piglia, que lo plantea como quien va describiendo infinitas series a lo largo de un texto, asociaciones de todo tipo, dispersión. Porque “…las palabras se transmutan, cambian, el texto es un río, un torrente múltiple siempre en expansión. Leemos restos, trozos sueltos, fragmentos, la unidad del sentido es ilusoria”. Si esto es así, no debemos estar tan preocupados por mantener formatos, mantenernos en uno u otro nivel de análisis, intranquilos por que se nos estire o no un concepto, tenemos que tratar de ser más libres, para ser más imaginativos y poder pensar una Latinoamérica con conceptos que se ajusten mejor a su vida, de lo contrario estamos presos de tanta rigidez que nos paralizamos.
Y una más, respecto de la cita anterior, al final dice: la unidad de sentido es ilusoria y creo que estas palabras no pueden ser más atinadas para pensar nuestra querida patria grande, la unión Latinoamericana es una ilusión. Depende de cómo la miremos, la leamos y la releamos para que vayamos construyendo un sentido. De cada pequeño aporte, de cada resto que encontremos, de cada trozo suelto y de lo que hagamos con nuestro pensamiento depende que la ilusión de la unidad latinoamericana pueda llegar a ser, algún día, aquello por lo que tantas generaciones lucharon incansablemente.
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En fin, creemos que estas formas diferentes, e insistimos nuevamente, no antagónicas a las comparadas, nos permiten trabajar más libremente en el terreno de los estudios latinoamericanos. Claro está que los estudios comparados aportan mucho y sirven, sin duda, para la obtención de marcos y construcción de estructuras de diverso tipo, pero económicas sobre todo. Ahora bien, pensamos que en el actual período en que se encuentra Latinoamérica, con los avances generados en las charlas entre países y los acuerdos obtenidos entre los “líderes” de la región para profundizar el proceso de integración regional, es preciso motivar desde nuestras instituciones universitarias el pensamiento y el conocimiento del área Latinoamérica, para acompañar, discutir y proyectar una integración a mayor velocidad y de mejor calidad, y sobre todo ahondar en una integración de tipo cultural que es el gran tema pendiente, pues es de esta forma, creemos, que podemos comprender, pensar y reflexionar mejor sobre el sentir y actuar de nuestros hermanos latinoamericanos. Por ello, deben florecer estudios, discursivos, antropológicos, de caso país, de tradiciones, de literatura, de proyectos conjuntos, de recursos naturales compartidos etc, etc, por mencionar solo algunos temas al azar. En este sentido, es prioritario una intensificación y reconocimiento de los estudios latinoamericanos como una herramienta estratégica y un campo de conocimiento que excede, con creces, a los estudios de “política comparada” en Latinoamérica.
Por último, creemos además, que soplan vientos muy favorables en esta primavera latinoamericana y no es momento de perder el tiempo y dejar que se nos escape esta gran oportunidad latinoamericana fogoneada por sus populismos en el frente la lucha. El futuro es incierto pero depende de nosotros, porque es lucha y es nuestro.
Tercera Parte.Avances sobre el caso Peruano.
IX. Bagatelas encontradas en el baúl de los Populismos Peruanos.
Al decir de Jorge Abelardo Ramos “las tres figuras más notables del pensamiento revolucionario de Perú son Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre” . A los tres es posible considerarlos como populistas. De hecho, los últimos han sido considerados de ese modo por sus adversarios cuando intentaban descalificarlos por llevar, muchas veces, adelante los preceptos de González Prada que se expresan en estas conocidas palabras pronunciadas en su discurso mítico del teatro Politeama de Lima, en 1888 “No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes: la Nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera”. El aporte fundamental de González Prada es el de reconocer al indio como protagonista de la vida nacional de Perú (Ramos). Y fueron ellos tres quienes más se preocuparon y lucharon por darles a los indígenas el lugar que se merecían en la política del Perú, porque era y es impensable un proceso de cambio que nos los contemple a los indígenas como un actor imprescindible, si se quiere sobretodo que ese proceso triunfe.
Las universidades populares del 20
Una de las actividades donde todo comenzó y desde donde se empieza a articular lo que luego será el aprismo, es la iniciativa de las Universidades Populares que llevaban el nombre del gran maestro Gonzalez Prada. Allí se propondría buscar y construir para el Perú una historia que no fuera implantada desde Europa y el indigenismo tuviera un papel central.
A su vuelta de Italia, José Carlos Mariátegui dictaría una serie de conferencias invitado por Raúl Haya de la Torre, lo que sería el comienzo de la relación que marca la historia del Perú a lo largo del siglo XX.
La Fundación
La Alianza Popular Revolucionaria Americana lleva como fecha de nacimiento el año 1924. Un 7 de mayo en territorio mexicano era fundada por su eterno gran jefe de todos los tiempos: Víctor Raúl Haya de la Torre, que en ese momento no se encontraba en su país producto de “desacuerdos” con el Presidente Leguia que era quien venía llevando adelante los destinos del Perú.
Esta “Alianza Popular” es considerada por muchos como el padre de los populismos latinoamericanos, discípula de la Reforma Universitaria, llamaba a todos los pueblos de nuestro continente a luchar por estos cinco puntos: a) Luchar contra el imperialismo yanqui; b) por la unidad política de América Latina; c) por la nacionalización de tierras e industrias; d) por la internacionalización del canal de Panamá; e) por la solidaridad con todos los pueblos oprimidos del mundo.
Los debates. Haya y Mariátegui.
Hacia alrededor de 1928 se van a dar unos debates que son muy interesantes ya que nos van a marcan los diferentes posicionamientos entre las fuerzas progresistas del Perú. Están los de Mella con Haya, los de Mariátegui con la Internacional, que son muy interesantes, y al que nos referiremos brevemente aquí, que es el de Haya con Mariátegui. Para poner de frente la discusión nos centramos en Abelardo Ramos que dice:
“Las tesis de Haya con las que rompe Mariátegui son las siguientes:
1-El imperialismo, que en los países avanzados es la última etapa del capitalismo, resulta ser la primera en los países atrasados. En otras palabras, reviste un papel progresivo, al despertar las dormidas fuerzas productivas.
2-Como en los países latinoamericanos – precisamente por su escaso desarrollo histórico- la clase obrera o no existe o es insignificante, no corresponde fundar un partido ‘de clase’ sino formar un ‘Frente de trabajadores manuales e intelectuales’, integrado por varias clases, para realizar la revolución antiimperialista. Esta revolución será la primera etapa de una larga evolución que al crear las condiciones materiales para la aparición de un proletariado.”
De estas tesis puedo decir que acuerdo una con cada uno o que estoy en desacuerdo en parte con ambos. Por una lado, creo que la idea de un “etapismo de la revolución” y de que necesariamente tenga que ocurrir la etapa burguesa de la revolución, para después pasar a la revolución socialista es un debate que se ha dado incansablemente y está cerrado, incluso aún por los hechos. Por otra parte, en torno a la cuestión del “sujeto”, de si se debe construir un frente policlasista o uno más bien de clase, creo estar más cerca de Haya, pero debemos ser excesivamente cuidadosos pues mucho se ha escrito sobre este debate y sucesivamente las posiciones tendieron a radicalizarse y a priorizar las contradicciones por sobre los acuerdos. Porque debemos decir, que la afirmación de Mariátegui no se trataba para nada de una cuestión clasista cerrada, de hecho Mariátegui es expulsado de la Internacional justamente por populista porque se negaba a pensar a la clase obrera como único sujeto de lucha o incluso como sobredeterminante. Otro dato es que Mariátegui tampoco le pone Partido Comunista sino Socialista, para tener “más aire” y no depender demasiado de las cerradas teorías de la Internacional. Quizá el matiz, o la diferencia, esté en que el policlasismo de Mariátegui no contemplaba a la burguesía nacional, y el de Haya sí, lo que lo acerca al peronismo por ejemplo. También hay que decir que en Mariátegui los indígenas tenían un rol más importante que en Haya que, según algunos detractores, los tenia en cuenta de un modo mas “instrumental”, es decir eran importantísimos pero como participantes del movimiento pero no necesariamente en sus formas de organización tendrían gérmenes de liberación como puede ser percibido en Mariátegui. Pero sin duda, lo que debemos pensar desde hoy es en unirlos más que en enfatizar sus diferencias, porque no es conveniente un APRA alejado de Mariátegui, ni un marxismo que borre al APRA de un plumazo.
El Aprismo peruano. Trayectorias y derroteros.
En 1930 se conformará el partido aprista peruano, la sede peruana del APRA y con él se presentan a elecciones en las que van a ser triunfadores pero mediante el fraude no se permitirá el acceso de Haya de la Torre a la presidencia del Perú, lo que provocará los levantamientos posteriores en Trujillo que fuera aplastado con miles de víctimas. Luego, Haya sería impedido de ser candidato con lo cual él y su partido pasarían a la clandestinidad hasta 1945.
Un contrapunto posible con nuestro país es que en esos mismos tiempos, aquí en Argentina, también se accedía al poder por medio del fraude electoral, en la denominada “década infame”; ése fue el período de la “resistencia radical” de la que Forja sería su expresión más interesante. En otra línea de interpretación también podríamos pensar estas proscripciones al APRA -como la de 1936 en donde Luís Eguiguren con el apoyo del APRA ganas las elecciones pero es vetado y no puede acceder al poder- como similares a las que sufriría en nuestro país el peronismo, luego del golpe de 1955 o los condicionamientos con los que tuvieron que cargar quienes fueran apoyados por el peronismo, como es el caso de Frondizi. Aunque debemos decir que los vetos y proscripciones al APRA fueron durísimos y se han extendido mucho más en el tiempo, si tenemos en cuenta que en 1945 nuevamente un candidato apoyado por el APRA gana las elecciones pero solo le es permitido permanecer en el gobierno durante tres años.(De nuevo aquí la sombra de Frondizi; sobre todo si pensamos que es en este momento que el aprismo deja de lado las banderas antiimperialistas y se acerca a EE.UU en el contexto de la guerra fría, esto será visto por muchos, como una traición a los preceptos fundacionales.)
Sucedido el golpe del ´48 Haya de la Torre se asilará durante 8 largos años en la Embajada Colombiana de Lima, durante ese tiempo los militantes apristas fueron perseguidos y encarcelados. Es importante aquí señalar un hecho, al parecer poco conocido. Se trata de la insurrección frustrada ocurrida en 1954 que contó con el apoyo de Juan D. Perón desde la argentina, que según testimonios de Carnero Hooke, aportó “un préstamo de millones de pesos argentinos y una venta ‘favorable’ de 3mil fusiles, dos aviones, 4 millones de cartuchos, pistolas, granadas, etc.”. La idea era invadir el Perú por norte y sur, pero hubo dos incidentes que hicieron que el operativo no llegara a buen fin. Por un lado, la información sobre dicho levantamiento se filtró e hizo que el presidente Odria se alertara, lo que provoco el “despegue” de Perón de la operación y, por otro lado, hubo una contraorden dentro del mismo aprismo que temía que con el levantamiento corriera peligro la vida de Haya de la Torre, seguramente porque el gobierno al estar al tanto pensaba en un contra ataque que hubiera sido letal para la vida de Haya. Finalmente, Haya desautoriza la operación y denuncia a sus autores como agentes del comunismo, quienes terminan yendo a prisión. La postura de los dirigentes del aprismo se inscribe en la línea de la otra sublevación frustrada, la del puerto de Callao en 1948 donde la dirección del aprismo no brinda el apoyo necesario a sectores militares listos para rebelarse. En estas decisiones puede verse la continua moderación que va ocurriendo dentro de las direcciones apristas, lo que provoca alejamientos de sus filas y la conformación de la mano de, un conjurado del 54, Luís de la Puente Uceda, la formación del “APRA rebelde” a fines de los 50, que luego tomara el nombre de MIR y más tarde una de sus variantes más duras, el “MIR El militante” surgirá, ya en los 80, el Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA).
En 1962 Haya vuelve a triunfar en las elecciones pero nuevamente es impedida su asunción y se realizan nuevas elecciones en donde esta vez pierde frente a el conservador Belaunde Terry, que en 1968 es derrocado por un nuevo golpe militar pero en este caso llevado adelante por “militares de izquierda” o más bien, militares revolucionarios con Velazco Alvarado a la cabeza. Muchas de las ideas del APRA son puestas en práctica. Sin embargo este nuevo grupo en el poder no confluye con el APRA, quizá se trata de un desencuentro que venía desde los golpes frustrados sin el apoyo aprista, pero lo cierto es que Haya tampoco comulga con quienes quieren llevar adelante un programa que él mismo creó, y sale al cruce argumentando que no se trata de volver el tiempo atrás y que ninguna reforma se hace sin libertad, sin democracia y sin el voto popular.
En el ´79 Haya será presidente de la Constituyente y poco después fallece. Lo demás es historia bastante presente y por lo tanto conocida.
Algunas reflexiones, luego de esta apretada síntesis. Creo que esta moderación que podemos observar, vista desde lo superficial, que va desde el antiimperialismo hasta la defensa de valores más relacionados con el liberalismo como la democracia formal, las libertades individuales y el sufragio, lo pueden acercar a lo que en la argentina puede ser el Partido Radical, que tiene “una trayectoria similar”, se nutre de la reforma universitaria, esta más vinculado a los grupos de izquierda que al nacionalismo, etc. El APRA deja el antiimperialismo y termina cerrando con EE UU en el contexto de la guerra, la UCR hace algo similar cuando participa de la Unión Democrática con el apoyo del embajador estadounidense Braden. También podemos confrontar la actitud de Haya con Velazco Alvarado y la de Arturo Jauretche que, militando en Forja, cuando asume Perón se integra al movimiento que lleva las mismas banderas por las que él venía luchando hacía más de una década.
Por otra parte, es para destacar que una de las críticas más fuertes, desde los sectores comprometidos, a Haya es su acercamiento a Estados Unidos, de forma análoga a la critica que los mismos sectores le realizan a Perón por mantenerse al margen lo que es leído como un apoyo a los alemanes.
El populismo peruano del APRA tiene una importancia fundamental en Perú, imagino, “similar” a la del peronismo en Argentina. Todos los actores en algún momento necesitan definirse en torno a ellos, sea a favor o en contra.
Debido a las condiciones estructurales del Perú, es difícil la tarea de intentar catalogar a Haya de la Torre - que fue el político más importante, sin duda, del último siglo - como una versión moderada, o edulcorada de lo que debiera pensarse como un pensamiento reformista, revolucionario, progresista, sin tener en cuenta la cultura peruana, los sentires de ese pueblo. Creemos no debe existir en ningún lugar de Latinoamérica una derecha tan abigarrada como la existente en Perú, uno no puede creer lo que lee cuando ve algún texto de Vargas Llosa, ni las afirmaciones en contra de Sendero Luminoso de la mayoría de los académicos e incluso de la Comisión de la Verdad y esto no es en absoluto una defensa, de algo que no conozco realmente, pero no se ven (o yo no las veo) afirmaciones en el mismo sentido acá en Argentina respecto de los grupos que han participado en la lucha armada.
Es en este sentido que entiendo al populismo peruano del APRA, como una especie en tránsito entre el radicalismo y el peronismo, un poco más vinculado a la izquierda que el radicalismo ya que desde su seno han salido grupos mas radicalizados cosa que no ha ocurrido en el radicalismo, cosa que de algún modo lo acerca al peronismo que también vio salir desde sus entrañas a grupos que se radicalizaban. También se le parece, a este ultimo, por la búsqueda de elementos autóctonos y por su policlasismo, pero se aleja del peronismo para acercarse al radicalismo en sus ideas de la democracia, partidos políticos, etc. Quizá en ese sentido hoy Ollanta Humala parecería estar más cerca del peronismo y seguramente recuperando él la memoria de Alvarado. Y nosotros vemos desde aquí a Alan García como una especie de Alfonsín peruano, con el neoliberalismo a cuestas por supuesto.
Para finalizar, creo que más allá de cómo tratemos de ver lo que ocurre en Perú, debemos partir de la base de que el APRA es la organización que ha elegido históricamente su pueblo y que las fuerzas opresoras siempre se le opusieron. Esperemos contar para la gesta latinoamericana a la que hoy asistimos con la presencia de nuestros hermanos del Perú y con una renovación de la fuerza que históricamente los represento.
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ANEXO
Y una visita al Perú.
Por Gastón Salcedo
I
Laclau va a plantear una ruptura con todos los abordajes donde priman las miradas negativas; el autor presenta el dilema que plantea el concepto de populismo en términos de un interminable arrastre teórico de una serie de prejuicios que se hallan en la mayoría de los trabajos acerca del tema. Uno de ellos –quizás el de mayor envergadura- reside en afirmar, explícita o implícitamente, la noción de sentido común que considera al populismo como el opuesto diametral a una forma institucionalmente ordenada y regida por una lógica política. Se lo concibe como vago o impreciso. Cuestionando este punto de vista, Laclau (2005) propone realizar una suerte de “inversión” que consiste en entender al populismo como un espacio “constante de la acción política” en donde cabe reconocer la presencia de lógicas específicas que precisamente descansan en esta vaguedad.
II Tipologías. Estudios sobre populismo.
Pero antes de desembocar en Laclau nos interesa recorrer el camino que fue siguiendo la literatura sobre el populismo como modo de observar los derroteros de dicho concepto.
Nos interesan pues estudios que traten de estructurar las diversas conceptualizaciones sobre el populismo y sobre conceptualizaciones sobre la literatura del populismo. Bueno es el aporte que realiza el estudio de Mackinon y Petrone (1998), ya que revisan gran parte de la literatura sobre este fenómeno en Latinoamérica. A continuación se presenta una breve síntesis de la primera de sus clasificaciones.
A) En dicho estudio, los autores retoman una tipología de Paul Drake que presenta una división temporal de los populismos, que contarían con características disímiles distinguiendo entre “tempranos” (por ejemplo Irigoyen en Argentina o Alessandri en Chile); “clásicos” (Haya de la Torre en Perú, Cárdenas en México, Betancourt en Venezuela, Perón en Argentina, etc.), que aparecieron entre los años treinta y cuarenta, y fueron decayendo hacia los cincuenta y sesenta; por último, los populismos “tardíos” de los años setenta (Echeverría en México y la vuelta de Perón en Argentina), que tuvieron muchos problemas para conformar las antiguas alianzas de épocas anteriores.
Otra tipología, un poco más compleja que la anterior ya que introduce una serie de matices y variantes, es la que realizan Toer, Sameck,, :
B)
1) Tiene que ver con el reclamo de la vigencia de las constituciones que habían quedado relegadas a una mera formalidad por los regímenes oligárquicos, apoyándose centralmente en los sectores medios urbanos. José Batlle y Ordóñez y los colorados en el Uruguay; Hipólito Irigoyen en Argentina; Francisco Madero en México; Alessandri en Chile o el Partido Liberal en Colombia.
2) Una vez producida la radicalización de la Revolución Mexicana, tomando a ésta como importante fuente de inspiración, se desarrolla una nueva corriente, claramente más radical. La principal expresión será el APRA en Perú y tendrá en Acción Democrática, de Venezuela y después en el PS chileno a sus referencias más cercanas. También se pueden incluir aquí a las experiencias de Arévalo y Arbenz en Guatemala, Sandino en Nicaragua y, más adelante, al MNR boliviano.
3) El populismo propiamente dicho tendrá que ver con el intento, en los países de mayor envergadura de la región, por constituir un proceso de crecimiento económico sustentado en un desarrollo industrial por sustitución de importaciones basado en sus respectivos mercados internos y en la incorporación de los sectores populares a las respectivas escenas políticas. Sus expresiones más acabadas serán Vargas en Brasil, Cárdenas en México y Perón en Argentina.
4) La variante de las experiencias truncas. Carlos Ibáñez, Gustavo Rojas Pinilla, Marcos Pérez Jiménez u otros, en razón de lo que podemos llamar su inadecuación en tiempo y lugar. Estas expresiones se producen en torno a los años cincuenta, cuando las principales potencias recuperan su capacidad de control en plenitud del mercado mundial, estrechando los márgenes para los procesos de sustitución de importaciones.
5) Después, resultan claramente diferenciables las tentativas que, una vez producida la Revolución Cubana, explícitamente o con alusiones, contemplan la posibilidad de trascender el marco capitalista: Juan Bosch, João Goulart, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado, Juan José Torres, entre los más relevantes.
6) Por último, estarán las corrientes que, en los tiempos que corren, intentan delinear proyectos alternativos después de lustros de dictaduras y tras la década de predominio neoliberal: Hugo Chávez, Lula da Silva ahora Dilma, el Frente Amplio (con el Pepe mas cascarrabias que nunca ¿ni hablar de nuevas generaciones en Uruguay,no? los pibes del pasado. que bien le hubiera hecho el pepe hace 20 años,), y el que vive en nuestras vidas por siempre, Néstor Carlos Kirchner.
7) Variante en este caso de derecha, que agruparía a aquellas experiencias que, presentando algunos rasgos de forma, intentan llevar adelante proyectos diferentes. Se plasmaría con claridad en la década de los noventa con Menem en Argentina, Fujimori en Perú y Collor en Brasil. Sería una suerte de populismo con componentes autoritarios, que evoca las modalidades y escenografías de antaño para lograr plasmar más acabadamente los recetarios neoliberales.
A esta última variante la contemplamos, pero los autores pareciera que no están convencidos de utilizarla, ya que, sólo la incluyen como nota al pie. Esta clasificación nos revela interés, pues muestra cierto vaivén en los modos populistas, y nos acerca, una idea de sus diferenciaciones, ya que, se puede ver, claramente, las diferencias aun dentro de lo que puede llamarse populista.
No se trata de lo mismo, claro, cuando nos referimos a las experiencias influidas por la revolución cubana que a los influidos por la revolución mexicana.
Por otra parte, Cardoso y Faletto, hacen algunas distinciones de relacionadas a la intervención del Estado en la economía y a los modelos económico que dichos Estados llevan a cabo y conforman el siguiente tipo:
C) Populismo “desarrollista” que variará según los distintos países. Se señala la existencia de tres formas de populismo (aunque también clasifican la alianza desarrollista en dos: una versión nacional populista –varguismo y peronismo- y otra estatal desarrollista, México): el populismo y economía de libre empresa (Argentina); populismo y desarrollo nacional (Brasil) y Estado desarrollista (Chile) .
Por último, tenemos la siguiente clasificación en torno a los diferentes modos en que diversos autores realizaron los más relevantes estudios acerca del populismo. Se señalan las causas o condiciones de emergencia del fenómeno. Mackinon y Petrone nos acercan a cuatro grupos de autores (Ver anexo) que a lo largo del desarrollo de las ciencias sociales fueron abordando el fenómeno de diversos modos, muchas veces haciéndose eco de las discusiones que primaban en el ambiente académico, como en otras lo subvertían. Se puede ver entonces la trayectoria de las conceptualizaciones sobre el populismo. D)
1) El primero de ellos (Germani, Di Tella, etc.), proveniente de las filas del funcionalismo, pone el eje sobre el proceso de modernización ya que relaciona la emergencia de los populismos con el subdesarrollo.
2) El segundo grupo de autores, mucho más heterogéneo (Cardoso y Faletto, Ianni, Murmis y Portantiero-a quines le podemos sumar Gunder Frank-), parte de una línea analítica histórico-estructural y relaciona la emergencia de los populismos con el desarrollo del sistema capitalista en América Latina, específicamente con la crisis del modelo agro-exportador y del Estado oligárquico.
3) El tercer grupo de autores es denominado el de los coyunturalistas (Adelman, Matsushita, Doyon y James) ya que en sus estudios señalan como eje de sus explicaciones, aquellas oportunidades y restricciones que en determinados momentos históricos permiten comprender la emergencia de los populismos.
4) Por último, el cuarto grupo de autores (Laclau, De Ipola, Worsley), responde al modo en que metodológicamente abordaron el estudio del populismo. El énfasis de estos autores radica en el plano discursivo como aquél que puede permitirnos una comprensión del fenómeno en cuestión.
III. El debate sobre el contexto latinoamericano.
El populismo en su variante latinoamericana debe mucho a la realidad en la que está inmersa y esto forma parte de de un largo debate. Si bien afirmamos que esto es así porque los procesos sociales y políticos no deben ser concebidos como ideas abstractas y separadas de la realidad que los contiene, el caso que nos ocupa presenta una significativa relación. Las palabras de Portantiero devienen atinadas al momento de reflexionar acerca de los rasgos latinoamericanos:
“…la característica sociológica esencial de la región es su heterogeneidad. Es decir, la mezcla de elementos arcaicos con otros que llamaríamos modernos, lo que marca un panorama muy diversificado entre las sociedades del continente y en el interior de las mismas.”
En otras palabras, heterogeneidad de todo tipo: cultural, de tradiciones políticas, intelectuales, étnicas, climáticas, geográficas, estructuras económicas, etc. La heterogeneidad estructural de América Latina es lo que nos brinda la constante; es sobre este terreno sobre el que debemos pensar. Este todo difícilmente encuadrable no nos permite encontrar grandes esquemas explicativos.
Es importante retomar la primera caracterización de “sociedades dualistas” atribuida a los planteos de Germani. Estas se caracterizarían por un conjunto de asincronías (geográficas, institucionales, de grupos sociales y motivacionales) y las definen dos fenómenos: el “efecto de demostración”, que remite a una visión “seguidista” de los desarrollos europeos y el “efecto de fusión” que alude a la combinación de lo moderno y lo arcaico. Otros conceptos clave que plantea el autor, son los de “movilización” de sectores sociales antes pasivos y el concepto de integración el cual refiere a que los mismos asuman a las instituciones de manera positiva.
Como resultado de dicho análisis, Germani formulará la siguiente hipótesis en comparación con la sociedad europea: la acelerada industrialización en América Latina y la masiva migración interna provocaron una “disponibilidad de las masas” y una imposibilidad de absorción de las instituciones democráticas existentes que favorecieron la conformación de los populismos. En este sentido, su valorización del proceso es negativa ya que, desde su punto de vista, se trataría de una “desviación” de las formas correctas de transición al desarrollo.
Aunque si observamos que, esta idea de asincronía propuesta en el esquema teórico de Germani, puede ser revalorizada bajo la noción de heterogeneidad y, al no seguir como modelos a otras sociedades, no necesariamente deba ser juzgada de manera negativa. Es más, debería ser tomada como una singularidad inherente a nuestro subcontinente y como tal un dato de la realidad.
Desde otro punto de vista, la estructura de América Latina es vista de cómo producto del desarrollo histórico, y, analizando las relaciones de intercambio entre los países –y aún hacia adentro de los mismos- se comenzó a pensar que no se trataba de desviaciones en el desarrollo sino que ese subdesarrollo, supuestamente anómalo, en realidad tenía que ver con la condición de dependencia respecto de las metrópolis. Estas perspectivas critican el falso suponer de que el desarrollo económico transcurra a través de “etapas”. Sostienen que las interpretaciones dualistas deben ser rechazadas ya que cada uno de los sectores que componen esa dinámica no es independiente del otro, están íntimamente vinculados.
Si consideramos la postura de Gunder Frank, tenemos las siguientes hipótesis: “…a) en contraste con los centros metropolitanos mundiales que no son satélites de nadie, el desarrollo de las metrópolis subordinadas está limitado por su estatus de satélite; b) los satélites experimentan su mayor desarrollo económico incluso su clásico crecimiento capitalista industrial solamente cuando sus lazos con los centros metropolitanos se debilitan y c) aquellas regiones que son en la actualidad las más subdesarrolladas, fueron en el pasado las mas estrechamente ligadas a las metrópolis…” (Laclau, 1986: 25).
Siguiendo a Laclau, en el texto citado anteriormente, encontramos algunas críticas a esta concepción de Frank; si bien coincide con lo que acabamos de postular, él resalta la inadecuación a un concepto de capitalismo que no se vaya adecuando a los momentos o estadios del mismo, es decir las diferentes fases en los modos de producción. No queríamos dejar de mencionar esto, pues nos parece que aquí se trata un tema central de los distintos análisis que muchas veces vemos circular. Asimismo, creemos que la ironía de Laclau es esclarecedora, en este caso, al anunciar las siguientes palabras:
“Me parece más útil subrayar esas diferencias y discontinuidades (de los diferentes modos de producción y las nuevas formas de opresión) que intentar mostrar la continuidad e identidad del proceso, desde Hernán Cortes hasta la General Motors” (Laclau, 1986).
Para finalizar este apartado, la perspectiva de Murmis y Portantiero donde proponen la presencia de una base estructural alternativa de las relaciones sociales (producto de una crisis de hegemonía de la burguesía de los años 30): la construcción de alianzas en la sociedad civil. “Así, en Argentina y en distinto grado, en América Latina, capitalistas industriales débiles y clases trabajadoras marginadas fueron canalizados en movimientos nacional populares más que en movimientos de base clasista” (Mackinon y Petrone: 30). Fue por ello que “Las clases dominantes no lideraron un proyecto de industrialización nacional, en su lugar lo hicieron distintos grupos (los mencionados anteriormente) que detentaban el poder del Estado” (Mackinon y Petrone: 30). Siguiendo esta mirada que otros autores también han abonado, como José Aricó, de que el Estado en América Latina ha cumplido la función de construir la nación.
* * *
Teniendo en cuenta lo dicho en el apartado anterior es menester, ahora, problematizar otras dimensiones que habilitan un acercamiento mayor al populismo pues, como sabemos, no será mecánicamente que las estructuras se manifiesten en la realidad. Ambas perspectivas están en tensión y deben ser combinadas en la medida que correspondan a la hora del estudio: tanto la original realidad económico-política latinoamericana como las dimensiones subjetivas e identitarias. Son dos partes que pugnan en una lucha, que sólo se resolverá en el escenario concreto en que se de esa batalla.
Nuestra intención es aquí retomar las visiones desde el punto de vista de los propios actores. Podemos resaltar los análisis de Daniel James y otro grupo de autores para rescatar que no fueron –ni son- solo masas embaucadas por un líder carismático, víctimas de la falsa conciencia, sino que los propios actores construyen sentidos en torno de sus acciones. La noción de irracionalidad queda excluida en esta perspectiva.
Por su parte, en Laclau, la dimensión definitoria debe buscarse en otro lado, ya define alternativamente al populismo, a partir de un análisis secuencial va dando forma a su concepto, siendo su punto de llegada la idea de populismo no como un movimiento específico sino como una lógica política que instituye lo social (dotando de identidad al grupo). No debería pensarse a esta lógica como deudora de realidades específicas, sino que se definen en lógicas articulatorias que habilitan a reconocer al populismo como tal. Esta mirada analítica que entiende al populismo como una práctica articulatoria de lo social, toma como unidad de análisis no a lo social en si mismo, sino que el centro analítico mas pequeño es la demanda social.
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi . Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
IV. No sólo “mucho mas que dos izquierdas”, sino que son muchas más cosas.
There are more things. J.L.B.
El populismo no puede pensarse como una fuerza política latinoamericana global, es necesario que lleve en su bandera el nombre que lleva en cada país; a nivel continental uno extiende e imprime el nombre de “populismo” a una serie de movimientos que son de muy compleja generalización. Así de complejo también es estudiarlos y establecer patrones. Pero es cierto, que no es lo mismo decir “populismo” en argentina que evocar el nombre de peronismo o decir un “populista mexicano” de primera mitad del siglo XX que decir Cárdenas en México. Del mismo modo, la noción de populismo latinoamericano no contiene ni genera lo mismo que un acalorado discurso de Chávez, envuelto en una de sus rojas camisas.
Todos los nombres propios del populismo (Chávez, Peronismo, Partido de los Trabajadores de Brasil, etc.) no son extensibles ni traducibles a otras experiencias de la región. Son populismos, pero ellos no se definieron como tales, fueron definidos externamente; nadie se autodefine como tal. Por todo esto se entiende que el “populismo” como tal, es “abstracto”, es imposible por el momento referir a él como a una síntesis continental que supere la suma de las partes. En este caso, cabe señalar esta diferencia con respecto a las izquierdas de la región: un rasgo común de los populismos de Latinoamérica es que ninguna de esas fuerzas “de izquierda” ha logrado influir a nivel continental o a otro movimiento populista. Sin embargo, es una influencia común en todos esos movimientos populistas, el influjo del guevarismo y de la Revolución cubana, si a veces no en la totalidad de esos movimientos, si en algunos grupos.
Profundizando en esta idea de relacionar o de ver a los populismos de Latinoamérica, creemos que no aporta comparar a Bolivia y Argentina para mostrar cómo uno desarrolla políticas más de “izquierda” que el otro o lleva a delante medidas que a uno más le gustaría; pensando como si los diferentes gobiernos actuaran en una tabula rasa y no ante diversas tradiciones y fuerzas políticas existentes y resistentes. Juan Carlos Torre nos alerta con esta situación diferencial cuando analiza el carácter bifronte de los procesos de cambio, aún cuando en este caso está analizando una serie de políticas homogéneas relacionadas a los organismos de crédito internacional y las grandes potencias; también aquí no se darían del mismo modo, más bien sucedería lo contrario en los distintos países en los cuales se aplicaron estas medidas .
* * *
Un caso aparte es el de Ludolfo Paramio con su imposibilidad estructural de comprender el problema latinoamericano del populismo, no porque neguemos su capacidad intelectual en los estudios que realiza, pero pareciera que cotidianeidad de su vida logra imponérsele y la complejísima realidad latinoamericana se le torna algo desencajada y borrosa. De otra manera no podemos comprender el porqué de estas palabras: “En nombre de los intereses populares el gobernante reclama poderes excepcionales y trata de escapar al control de las ‘viejas’ instituciones” (Paramio: 65); refiriéndose a Chávez, Morales y Kirchner, ¿a qué instituciones estará aludiendo?. Por otro lado, haciendo gala de su desconfianza hacia el populismo dispara: “Incluso si se somete a las reglas de juego de la democracia no es un proyecto democrático (…) Por otra parte (…) puede derivar fácilmente en políticas económicas poco o nada responsables” (Paramio: 72). Lamentablemente, no estamos ante un caso como los que José Aricó rescatara de la “limitación europeísta”, como también lo señalara Toer .
V. La faz del populismo en Argentina
El populismo en Argentina lleva el rostro del peronismo y para ilustrarlo “desde adentro” la perspectiva de John William Cooke parece ser de utilidad. Muchos son los textos que de él podríamos revisar, pero nos bastará con su correspondencia con Perón y con el informe que realiza para Fidel Castro y el Che Guevara sobre el comunismo en Argentina. Cooke abona la idea que las tareas revolucionarias en la Argentina fueron llevadas adelante por el peronismo -en lugar del comunismo en su versión argentina- lo que plantea la fatalidad histórica de nuestra región: la escisión entre los movimientos populares que llevaron adelante tareas emancipatorias y la teoría –o, los custodios de las mismas-. Cooke afirma que: “en Argentina los revolucionarios somos nosotros” los peronistas, rescatando la teoría revolucionaria y poniéndola junto peronismo al tiempo que proyecta que la revolución no será posible sin el comunismo (pero tampoco sin el peronismo). Uno tiene la teoría, el otro al pueblo. Intenta conjugar a ambos, comunistas y peronistas, en un doble movimiento.
Esta idea permite reflexionar sobre el problema en Latinoamérica: partiendo de la complejidad de nuestro caso nacional podemos pensar que otros populismos latinoamericanos son igualmente complejos y que en su seno pueden hallarse mecanismos semejantes.
Tulio Halperín Donghi que aprecia singularmente a la Revolución Cubana, detalla una serie de avances que ésta genera en distinto tipo de situaciones. Pero el avance capital que el marca es el de “existir” y lograr permanecer, con solo eso (y nada menos que eso!!) Latinoamérica deja de ser la misma, es un hecho que por mas territorial o poblacionalmente pequeño que parezca, reconfigura cabalmente la mirada de todo el continente. La importancia fundamental de la revolución cubana es la marca que va más allá de lo nacional al pensar la región del mismo modo que “…al devolver al primer plano del debate político el tema del imperialismo...” (Halperín Donghi: 4).
En este sentido la figura de Cooke -como Horacio González (1986) marca en su texto sobre las cartas- piensa al peronismo como una fuerza latinoamericana anticipándose y marcando así un hito dentro de la “estrechamente localista” política argentina, señalando una ruptura con las tradiciones del movimiento peronista, intentando hacer de él una fuerza política que participe en la construcción de la solidaridad latinoamericana.
De este modo, la mirada que proviene de la variante populista argentina podría ser una de las visiones que caracterice al populismo latinoamericano: si se afirma que en Argentina los revolucionarios no son los comunistas, sino los peronistas y, por otro lado, tampoco son los comunistas los revolucionarios de América Latina, puede pensarse que serán los populistas los que llevan adelante el cambio, sobretodo si pensamos que los populismos de hoy no son “una amenaza teórica sino una posibilidad concreta”, como planteara Cooke hablando de Argentina.
VI. Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
VII. Algunas reflexiones finales
A lo largo del trabajo intentamos –de manera asistemática- rastrear ciertos puntos de vista circulantes en torno del populismo. También quisimos pensarlo anclándolo en realidades concretas porque aquí el problema no reside en pensar si el concepto de populismo le cierra a las Ciencias Sociales o a las academias, el problema es tratar de comprender qué es lo que sucede –y que está sucediendo- con los procesos populistas latinoamericanos, comprender qué es lo que le pasa a la gente que se moviliza confiando en esas fuerzas políticas.
En la actualidad, la reflexión acerca del populismo podría pensarse como una indagación acerca del modo en que los gobiernos construyen política más allá de las fronteras nacionales. Es decir, si las experiencias populistas pasadas pudieron pensarse como procesos paralelos al fortalecimiento de los Estados-nación, en nuestros días parece operar una lógica expansiva en torno a procesos regionales. Podríamos pensar en un legado producto de la influencia de la Revolución Cubana en las experiencias populistas latinoamericanas.
Por otra parte, consideramos que los gobiernos actuales considerados populistas de América Latina pueden ser pensados como formas políticas posneoliberales ya que es posible señalar rupturas tanto en el plano económico como en el político y social, con respecto al pasado reciente. Sin embargo, esto pone de manifiesto una discusión con el concepto de neopopulismo que asocia a los gobiernos neoliberales de los años noventa con este concepto. Si bien Vilas se encargó de señalar esto, hoy en día, a la luz de los hechos no deberían quedar dudas.
Concluyendo, queremos dejar en claro que de ningún modo consideramos haber cerrado estas reflexiones sino que creemos que se han abierto aún más interrogantes que nos obligan a desbordar la reflexión sobre el populismo hacia el plano más general de la política. La política podría ser concebida a partir de dos metáforas fundadoras que se estructuran bajo una disyuntiva: una de ellas que la piensa como orden y la otra como conflicto (De Ipola). Y, en este sentido parece que la idea de populismo como signo real de la política, también es comprensible bajo esta doble imagen.
* * *
Segunda Parte
VIII. Metodológicas Latinoamericanas.
(O problemas de trabajar con nuestro subcontinente)
Quisiéramos decir algunas palabras sobre nuestras apreciaciones de cómo emprender el estudio de Latinoamérica. El trabajo de Skidmore y Thomas al final de su apartado sobre “Las transformaciones de América Latina”, nos brinda una serie de coordenadas para el abordaje del estudio de nuestro continente, es decir sentar bases para el análisis. Dicho “marco para establecer comparaciones” consiste primeramente en “tres pasos: 1) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; 2) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y 3) averiguar las razones de esas diferencias”. Luego de estos pasos darán lugar, Skidmore y Thomas, a una serie de aspectos que transcribo, infielmente, a continuación:
1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. Por ejemplo, no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial.
2) Qué clases tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política.
3) Qué agrupamientos forman alianzas y coaliciones. Y en qué intereses se basan.
4) Qué autonomía tiene el Estado.
Posteriormente, reflexionan en relación a cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos:
5) Qué clase de actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta esto relacionalmente a los países latinoamericanos.
6) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición y disposición de clases dentro de cada país. Por ejemplo, no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes y soja ahora, que Chile, exportador de cobre.
7) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por ejemplo, la posesión de petróleo. Qué casos parecidos a estos ha habido en el pasado.
8) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por ejemplo, la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías. Esto implica opciones diferentes para el momento de la toma de decisiones.
Esta guía de puntos que acabamos de mencionar nos ha servido de mucho para pensar nuestro “objeto latinoamericano” en términos de estudio comparado y poder pensar las diferencias y similitudes existentes, en términos económicos sobre todo. De hecho, el texto mismo se compone de 5 fases económicas de las que se derivan, de algún modo, resultados políticos, según el cuadro 2.1 de la pagina 73.
Desde una perspectiva diferente, aunque no así opuesta, pensamos que muchos, o demasiados, estudios sobre América Latina adscriben a la denominada política comparada, y nos parece no solo pertinente sino también necesario, que otros enfoques tomen relevancia a la hora de llevar adelante dichos estudios.
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De este modo, nos gustaría ensayar otra mirada para nuestros sucesivos trabajos sobre Latinoamérica. Parapetados, entonces, desde las páginas del libro El último lector de Ricardo Piglia nos proponemos algunas interpretaciones que, claro está, no son nada nuevo. Mucho hemos visto aquí en Argentina por lo menos. Se trata de un modo de utilizar algunos elementos de la literatura y de la ficción para el análisis político. El titulo de David Viñas “Literatura Argentina y Realidad Política”, habla por sí solo. Si pensamos que “la política es el arte de lo posible” y “la literatura es el arte de lo imposible” , la condición de imposible frente a lo posible, multiplica por lo menos, la cantidad de elementos y herramientas de análisis para realizar un estudio, en nuestro caso de Latinoamérica.
Pero además de la ventaja que acabamos de mencionar, hay otra razón que en este caso no es “estratégica”, sino que podríamos definirla como de aprehensión. Siguiendo a Laclau, cuando argumenta que el mundo conocido, lo simbolizado, lo que es posible de ser conocido, es la realidad y, aquello que no es posible de ser dicho, de ser conocido, lo oculto, lo que provoca el vacío de significados, es finalmente lo verdadero, lo“real”. Lo real puede ser visto como lo imposible de ser significado “realmente”, es el quiebre de la estructura de significados, será entonces cuando los elementos de la retórica vengan en nuestra ayuda, pues ellos de alguna manera, sí pueden mencionar lo inmensionable a través de una serie de recursos retóricos como la catacresis, la metonimia e incluso los oxímoron; por ello creemos, muy incerteramente, que la batería de recursos de la literatura no solamente se ajusta a nuestros propósitos latinoamericanos sino que también es imprescindible para poder llegar a “conocer lo real” y, de algún modo, entender la compleja realidad latinoamericana donde podemos encontrar a veces “comunistas de derecha” o anarquistas-peronistas, o que la izquierda es populista.
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Me gustaría entonces, ilustrar con algunos pasajes del libro de Piglia miradas, que creo, nos pueden servir al momento de trabajar nuestra América.
En su página trece, del libro mencionado, el autor dice recordar de otro libro, “El pensamiento salvaje”, unas palabras sobre el arte, sobre las que reflexiona de la siguiente manera: “El arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo. La moneda griega es un modelo en escala de toda una economía y de toda una civilización y a la vez es solo un objeto extraviado que brilla al atardecer en la transparencia del agua”.
En este párrafo es una moneda pero, en nuestro caso, hablando de Latinoamérica, puede ser otro objeto, por ejemplo un pulóver peruano quizá es quien nos evoca luchas pasadas que están presentes entre nosotros, puede que sea una canción u otra cosa, un cuadro de Guayasamín, una novela brasilera . Estos objetos nos pueden revelar muchas cosas más, además, de evocarnos nuestro pasado de lucha, puede que nos muestren los pliegues y despliegues de una economía y sus transacciones, que llegan a todo el Norte Argentino y también a Chile; tradiciones políticas y culturales diversas, ideas libertarias, momentos de condensación política, simbologías varias, etc. En fin, no hay una sola manera por donde podemos “entrar” al complejo de relaciones que nos permita conocer un país.
De una manera, podríamos decir clásica, Rusell, el fotógrafo de Piglia, nos dice: “Un mapa es una síntesis de la realidad, un espejo que nos guía en la confusión de la vida. Hay que saber leer entre líneas para encontrar el camino. Fíjese. Si uno estudia el mapa del lugar donde vive, primero tiene que encontrar el sitio donde está al mirar el mapa”. Dos cosas. Una me recuerda al pintor uruguayo Joaquín Torres García y su mapa de América del Sur al revés. La otra, a Arturo Jauretche y su conceptualización Forjista sobre cómo debemos mirar al mundo. Lo que queda por averiguar es la relación entre ambos que, de hecho, existe pero ignoro cómo fue en un principio.
Por otra parte, la idea de leer entre líneas. En la que podemos volver al ejemplo de una moneda pero en este caso argentina, de mil novecientos 77, la que tenía acuñado un grabado de la Conquista del Desierto. Si creemos todavía que una moneda puede ser leída, quizás podamos pensar que la Conquista del Desierto funcionaba como una alegoría de lo que estaba ocurriendo en esos años.
Ahora necesitamos que Joyce entre en escena, claro que el Joyce de Piglia, que lo plantea como quien va describiendo infinitas series a lo largo de un texto, asociaciones de todo tipo, dispersión. Porque “…las palabras se transmutan, cambian, el texto es un río, un torrente múltiple siempre en expansión. Leemos restos, trozos sueltos, fragmentos, la unidad del sentido es ilusoria”. Si esto es así, no debemos estar tan preocupados por mantener formatos, mantenernos en uno u otro nivel de análisis, intranquilos por que se nos estire o no un concepto, tenemos que tratar de ser más libres, para ser más imaginativos y poder pensar una Latinoamérica con conceptos que se ajusten mejor a su vida, de lo contrario estamos presos de tanta rigidez que nos paralizamos.
Y una más, respecto de la cita anterior, al final dice: la unidad de sentido es ilusoria y creo que estas palabras no pueden ser más atinadas para pensar nuestra querida patria grande, la unión Latinoamericana es una ilusión. Depende de cómo la miremos, la leamos y la releamos para que vayamos construyendo un sentido. De cada pequeño aporte, de cada resto que encontremos, de cada trozo suelto y de lo que hagamos con nuestro pensamiento depende que la ilusión de la unidad latinoamericana pueda llegar a ser, algún día, aquello por lo que tantas generaciones lucharon incansablemente.
* * *
En fin, creemos que estas formas diferentes, e insistimos nuevamente, no antagónicas a las comparadas, nos permiten trabajar más libremente en el terreno de los estudios latinoamericanos. Claro está que los estudios comparados aportan mucho y sirven, sin duda, para la obtención de marcos y construcción de estructuras de diverso tipo, pero económicas sobre todo. Ahora bien, pensamos que en el actual período en que se encuentra Latinoamérica, con los avances generados en las charlas entre países y los acuerdos obtenidos entre los “líderes” de la región para profundizar el proceso de integración regional, es preciso motivar desde nuestras instituciones universitarias el pensamiento y el conocimiento del área Latinoamérica, para acompañar, discutir y proyectar una integración a mayor velocidad y de mejor calidad, y sobre todo ahondar en una integración de tipo cultural que es el gran tema pendiente, pues es de esta forma, creemos, que podemos comprender, pensar y reflexionar mejor sobre el sentir y actuar de nuestros hermanos latinoamericanos. Por ello, deben florecer estudios, discursivos, antropológicos, de caso país, de tradiciones, de literatura, de proyectos conjuntos, de recursos naturales compartidos etc, etc, por mencionar solo algunos temas al azar. En este sentido, es prioritario una intensificación y reconocimiento de los estudios latinoamericanos como una herramienta estratégica y un campo de conocimiento que excede, con creces, a los estudios de “política comparada” en Latinoamérica.
Por último, creemos además, que soplan vientos muy favorables en esta primavera latinoamericana y no es momento de perder el tiempo y dejar que se nos escape esta gran oportunidad latinoamericana fogoneada por sus populismos en el frente la lucha. El futuro es incierto pero depende de nosotros, porque es lucha y es nuestro.
Tercera Parte.Avances sobre el caso Peruano.
IX. Bagatelas encontradas en el baúl de los Populismos Peruanos.
Al decir de Jorge Abelardo Ramos “las tres figuras más notables del pensamiento revolucionario de Perú son Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre” . A los tres es posible considerarlos como populistas. De hecho, los últimos han sido considerados de ese modo por sus adversarios cuando intentaban descalificarlos por llevar, muchas veces, adelante los preceptos de González Prada que se expresan en estas conocidas palabras pronunciadas en su discurso mítico del teatro Politeama de Lima, en 1888 “No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes: la Nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera”. El aporte fundamental de González Prada es el de reconocer al indio como protagonista de la vida nacional de Perú (Ramos). Y fueron ellos tres quienes más se preocuparon y lucharon por darles a los indígenas el lugar que se merecían en la política del Perú, porque era y es impensable un proceso de cambio que nos los contemple a los indígenas como un actor imprescindible, si se quiere sobretodo que ese proceso triunfe.
Las universidades populares del 20
Una de las actividades donde todo comenzó y desde donde se empieza a articular lo que luego será el aprismo, es la iniciativa de las Universidades Populares que llevaban el nombre del gran maestro Gonzalez Prada. Allí se propondría buscar y construir para el Perú una historia que no fuera implantada desde Europa y el indigenismo tuviera un papel central.
A su vuelta de Italia, José Carlos Mariátegui dictaría una serie de conferencias invitado por Raúl Haya de la Torre, lo que sería el comienzo de la relación que marca la historia del Perú a lo largo del siglo XX.
La Fundación
La Alianza Popular Revolucionaria Americana lleva como fecha de nacimiento el año 1924. Un 7 de mayo en territorio mexicano era fundada por su eterno gran jefe de todos los tiempos: Víctor Raúl Haya de la Torre, que en ese momento no se encontraba en su país producto de “desacuerdos” con el Presidente Leguia que era quien venía llevando adelante los destinos del Perú.
Esta “Alianza Popular” es considerada por muchos como el padre de los populismos latinoamericanos, discípula de la Reforma Universitaria, llamaba a todos los pueblos de nuestro continente a luchar por estos cinco puntos: a) Luchar contra el imperialismo yanqui; b) por la unidad política de América Latina; c) por la nacionalización de tierras e industrias; d) por la internacionalización del canal de Panamá; e) por la solidaridad con todos los pueblos oprimidos del mundo.
Los debates. Haya y Mariátegui.
Hacia alrededor de 1928 se van a dar unos debates que son muy interesantes ya que nos van a marcan los diferentes posicionamientos entre las fuerzas progresistas del Perú. Están los de Mella con Haya, los de Mariátegui con la Internacional, que son muy interesantes, y al que nos referiremos brevemente aquí, que es el de Haya con Mariátegui. Para poner de frente la discusión nos centramos en Abelardo Ramos que dice:
“Las tesis de Haya con las que rompe Mariátegui son las siguientes:
1-El imperialismo, que en los países avanzados es la última etapa del capitalismo, resulta ser la primera en los países atrasados. En otras palabras, reviste un papel progresivo, al despertar las dormidas fuerzas productivas.
2-Como en los países latinoamericanos – precisamente por su escaso desarrollo histórico- la clase obrera o no existe o es insignificante, no corresponde fundar un partido ‘de clase’ sino formar un ‘Frente de trabajadores manuales e intelectuales’, integrado por varias clases, para realizar la revolución antiimperialista. Esta revolución será la primera etapa de una larga evolución que al crear las condiciones materiales para la aparición de un proletariado.”
De estas tesis puedo decir que acuerdo una con cada uno o que estoy en desacuerdo en parte con ambos. Por una lado, creo que la idea de un “etapismo de la revolución” y de que necesariamente tenga que ocurrir la etapa burguesa de la revolución, para después pasar a la revolución socialista es un debate que se ha dado incansablemente y está cerrado, incluso aún por los hechos. Por otra parte, en torno a la cuestión del “sujeto”, de si se debe construir un frente policlasista o uno más bien de clase, creo estar más cerca de Haya, pero debemos ser excesivamente cuidadosos pues mucho se ha escrito sobre este debate y sucesivamente las posiciones tendieron a radicalizarse y a priorizar las contradicciones por sobre los acuerdos. Porque debemos decir, que la afirmación de Mariátegui no se trataba para nada de una cuestión clasista cerrada, de hecho Mariátegui es expulsado de la Internacional justamente por populista porque se negaba a pensar a la clase obrera como único sujeto de lucha o incluso como sobredeterminante. Otro dato es que Mariátegui tampoco le pone Partido Comunista sino Socialista, para tener “más aire” y no depender demasiado de las cerradas teorías de la Internacional. Quizá el matiz, o la diferencia, esté en que el policlasismo de Mariátegui no contemplaba a la burguesía nacional, y el de Haya sí, lo que lo acerca al peronismo por ejemplo. También hay que decir que en Mariátegui los indígenas tenían un rol más importante que en Haya que, según algunos detractores, los tenia en cuenta de un modo mas “instrumental”, es decir eran importantísimos pero como participantes del movimiento pero no necesariamente en sus formas de organización tendrían gérmenes de liberación como puede ser percibido en Mariátegui. Pero sin duda, lo que debemos pensar desde hoy es en unirlos más que en enfatizar sus diferencias, porque no es conveniente un APRA alejado de Mariátegui, ni un marxismo que borre al APRA de un plumazo.
El Aprismo peruano. Trayectorias y derroteros.
En 1930 se conformará el partido aprista peruano, la sede peruana del APRA y con él se presentan a elecciones en las que van a ser triunfadores pero mediante el fraude no se permitirá el acceso de Haya de la Torre a la presidencia del Perú, lo que provocará los levantamientos posteriores en Trujillo que fuera aplastado con miles de víctimas. Luego, Haya sería impedido de ser candidato con lo cual él y su partido pasarían a la clandestinidad hasta 1945.
Un contrapunto posible con nuestro país es que en esos mismos tiempos, aquí en Argentina, también se accedía al poder por medio del fraude electoral, en la denominada “década infame”; ése fue el período de la “resistencia radical” de la que Forja sería su expresión más interesante. En otra línea de interpretación también podríamos pensar estas proscripciones al APRA -como la de 1936 en donde Luís Eguiguren con el apoyo del APRA ganas las elecciones pero es vetado y no puede acceder al poder- como similares a las que sufriría en nuestro país el peronismo, luego del golpe de 1955 o los condicionamientos con los que tuvieron que cargar quienes fueran apoyados por el peronismo, como es el caso de Frondizi. Aunque debemos decir que los vetos y proscripciones al APRA fueron durísimos y se han extendido mucho más en el tiempo, si tenemos en cuenta que en 1945 nuevamente un candidato apoyado por el APRA gana las elecciones pero solo le es permitido permanecer en el gobierno durante tres años.(De nuevo aquí la sombra de Frondizi; sobre todo si pensamos que es en este momento que el aprismo deja de lado las banderas antiimperialistas y se acerca a EE.UU en el contexto de la guerra fría, esto será visto por muchos, como una traición a los preceptos fundacionales.)
Sucedido el golpe del ´48 Haya de la Torre se asilará durante 8 largos años en la Embajada Colombiana de Lima, durante ese tiempo los militantes apristas fueron perseguidos y encarcelados. Es importante aquí señalar un hecho, al parecer poco conocido. Se trata de la insurrección frustrada ocurrida en 1954 que contó con el apoyo de Juan D. Perón desde la argentina, que según testimonios de Carnero Hooke, aportó “un préstamo de millones de pesos argentinos y una venta ‘favorable’ de 3mil fusiles, dos aviones, 4 millones de cartuchos, pistolas, granadas, etc.”. La idea era invadir el Perú por norte y sur, pero hubo dos incidentes que hicieron que el operativo no llegara a buen fin. Por un lado, la información sobre dicho levantamiento se filtró e hizo que el presidente Odria se alertara, lo que provoco el “despegue” de Perón de la operación y, por otro lado, hubo una contraorden dentro del mismo aprismo que temía que con el levantamiento corriera peligro la vida de Haya de la Torre, seguramente porque el gobierno al estar al tanto pensaba en un contra ataque que hubiera sido letal para la vida de Haya. Finalmente, Haya desautoriza la operación y denuncia a sus autores como agentes del comunismo, quienes terminan yendo a prisión. La postura de los dirigentes del aprismo se inscribe en la línea de la otra sublevación frustrada, la del puerto de Callao en 1948 donde la dirección del aprismo no brinda el apoyo necesario a sectores militares listos para rebelarse. En estas decisiones puede verse la continua moderación que va ocurriendo dentro de las direcciones apristas, lo que provoca alejamientos de sus filas y la conformación de la mano de, un conjurado del 54, Luís de la Puente Uceda, la formación del “APRA rebelde” a fines de los 50, que luego tomara el nombre de MIR y más tarde una de sus variantes más duras, el “MIR El militante” surgirá, ya en los 80, el Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA).
En 1962 Haya vuelve a triunfar en las elecciones pero nuevamente es impedida su asunción y se realizan nuevas elecciones en donde esta vez pierde frente a el conservador Belaunde Terry, que en 1968 es derrocado por un nuevo golpe militar pero en este caso llevado adelante por “militares de izquierda” o más bien, militares revolucionarios con Velazco Alvarado a la cabeza. Muchas de las ideas del APRA son puestas en práctica. Sin embargo este nuevo grupo en el poder no confluye con el APRA, quizá se trata de un desencuentro que venía desde los golpes frustrados sin el apoyo aprista, pero lo cierto es que Haya tampoco comulga con quienes quieren llevar adelante un programa que él mismo creó, y sale al cruce argumentando que no se trata de volver el tiempo atrás y que ninguna reforma se hace sin libertad, sin democracia y sin el voto popular.
En el ´79 Haya será presidente de la Constituyente y poco después fallece. Lo demás es historia bastante presente y por lo tanto conocida.
Algunas reflexiones, luego de esta apretada síntesis. Creo que esta moderación que podemos observar, vista desde lo superficial, que va desde el antiimperialismo hasta la defensa de valores más relacionados con el liberalismo como la democracia formal, las libertades individuales y el sufragio, lo pueden acercar a lo que en la argentina puede ser el Partido Radical, que tiene “una trayectoria similar”, se nutre de la reforma universitaria, esta más vinculado a los grupos de izquierda que al nacionalismo, etc. El APRA deja el antiimperialismo y termina cerrando con EE UU en el contexto de la guerra, la UCR hace algo similar cuando participa de la Unión Democrática con el apoyo del embajador estadounidense Braden. También podemos confrontar la actitud de Haya con Velazco Alvarado y la de Arturo Jauretche que, militando en Forja, cuando asume Perón se integra al movimiento que lleva las mismas banderas por las que él venía luchando hacía más de una década.
Por otra parte, es para destacar que una de las críticas más fuertes, desde los sectores comprometidos, a Haya es su acercamiento a Estados Unidos, de forma análoga a la critica que los mismos sectores le realizan a Perón por mantenerse al margen lo que es leído como un apoyo a los alemanes.
El populismo peruano del APRA tiene una importancia fundamental en Perú, imagino, “similar” a la del peronismo en Argentina. Todos los actores en algún momento necesitan definirse en torno a ellos, sea a favor o en contra.
Debido a las condiciones estructurales del Perú, es difícil la tarea de intentar catalogar a Haya de la Torre - que fue el político más importante, sin duda, del último siglo - como una versión moderada, o edulcorada de lo que debiera pensarse como un pensamiento reformista, revolucionario, progresista, sin tener en cuenta la cultura peruana, los sentires de ese pueblo. Creemos no debe existir en ningún lugar de Latinoamérica una derecha tan abigarrada como la existente en Perú, uno no puede creer lo que lee cuando ve algún texto de Vargas Llosa, ni las afirmaciones en contra de Sendero Luminoso de la mayoría de los académicos e incluso de la Comisión de la Verdad y esto no es en absoluto una defensa, de algo que no conozco realmente, pero no se ven (o yo no las veo) afirmaciones en el mismo sentido acá en Argentina respecto de los grupos que han participado en la lucha armada.
Es en este sentido que entiendo al populismo peruano del APRA, como una especie en tránsito entre el radicalismo y el peronismo, un poco más vinculado a la izquierda que el radicalismo ya que desde su seno han salido grupos mas radicalizados cosa que no ha ocurrido en el radicalismo, cosa que de algún modo lo acerca al peronismo que también vio salir desde sus entrañas a grupos que se radicalizaban. También se le parece, a este ultimo, por la búsqueda de elementos autóctonos y por su policlasismo, pero se aleja del peronismo para acercarse al radicalismo en sus ideas de la democracia, partidos políticos, etc. Quizá en ese sentido hoy Ollanta Humala parecería estar más cerca del peronismo y seguramente recuperando él la memoria de Alvarado. Y nosotros vemos desde aquí a Alan García como una especie de Alfonsín peruano, con el neoliberalismo a cuestas por supuesto.
Para finalizar, creo que más allá de cómo tratemos de ver lo que ocurre en Perú, debemos partir de la base de que el APRA es la organización que ha elegido históricamente su pueblo y que las fuerzas opresoras siempre se le opusieron. Esperemos contar para la gesta latinoamericana a la que hoy asistimos con la presencia de nuestros hermanos del Perú y con una renovación de la fuerza que históricamente los represento.
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-PERON, J y John W. Cooke: Correspondencia, Parlamento, Buenos Aires, 1985.
-PIGLIA, Ricardo: El último lector, Anagrama, Barcelona, 2005.
-PIGLIA, Ricardo: “Política y ficción. Un entrevero argentino”, Revista Unidos Nº 10, Buenos Aires, 1986.
-PLÁ, Alberto: “Notas sobre el agotamiento del ‘populismo’”, en Revista Cuadernos del Sur Nº12, Buenos Aires, 1991.
-PORTANTIERO, Juan C: Perspectivas de las Ciencias Sociales en América Latina, UBA, Working Paper nº 5, Barcelona 1989.
-RAMIREZ GALLEGOS Franklin, “Mucho más que dos izquierdas”, en Nueva Sociedad Nº 205, Buenos Aires, 2006.
-RAMOS, Jorge Abelardo: “De Mariátegui a Haya de la Torre”, 1973, en IzquierdaNacional.org
-SKIDMORE Thomas y SMITH Peter: “Historia Contemporánea de América Latina” Cap. 2 Las transformaciones en América Latina, Grijalbo-Mondadori, Barcelona, 2006.
-TOER Mario, MARTINEZ SAMECK Pablo y DIEZ Juan, "Las miradas desde afuera a la izquierda latinoamericana: un desafío", en Sociedad Nº 24, Buenos Aires, 2005.
-TORRE Juan Carlos, "Introducción", "El ingreso de las reformas estructurales en la agenda pública" (cap. 1), "El lanzamiento político de las reformas estructurales" (cap. 2) y "Las reacciones sociales a las políticas de reforma" (cap. 3), en El proceso político de las reformas económicas en América Latina, Paidós, Buenos Aires, 1998.
-VILAS Carlos M: “La sociología política latinoamericana y el ‘caso’ Chávez: entre la sorpresa y el déjà vu”, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Vol. 7 Nº 2 Mayo-Agosto, 2001.
-VILAS Carlos M: “¿Populismos reciclados o neoliberalismo a secas? El mito del ‘neopopulismo’ latinoamericano”, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Vol. 9 Nº 3 Mayo-Agosto, 2003.
ANEXO
otra vez popu
Problemas Populistas. Metodológicas latinoamericanas.
Y una visita al Perú.
Por Gastón Salcedo
I
Laclau va a plantear una ruptura con todos los abordajes donde priman las miradas negativas; el autor presenta el dilema que plantea el concepto de populismo en términos de un interminable arrastre teórico de una serie de prejuicios que se hallan en la mayoría de los trabajos acerca del tema. Uno de ellos –quizás el de mayor envergadura- reside en afirmar, explícita o implícitamente, la noción de sentido común que considera al populismo como el opuesto diametral a una forma institucionalmente ordenada y regida por una lógica política. Se lo concibe como vago o impreciso. Cuestionando este punto de vista, Laclau (2005) propone realizar una suerte de “inversión” que consiste en entender al populismo como un espacio “constante de la acción política” en donde cabe reconocer la presencia de lógicas específicas que precisamente descansan en esta vaguedad.
II Tipologías. Estudios sobre populismo.
Pero antes de desembocar en Laclau nos interesa recorrer el camino que fue siguiendo la literatura sobre el populismo como modo de observar los derroteros de dicho concepto.
Nos interesan pues estudios que traten de estructurar las diversas conceptualizaciones sobre el populismo y sobre conceptualizaciones sobre la literatura del populismo. Bueno es el aporte que realiza el estudio de Mackinon y Petrone (1998), ya que revisan gran parte de la literatura sobre este fenómeno en Latinoamérica. A continuación se presenta una breve síntesis de la primera de sus clasificaciones.
A) En dicho estudio, los autores retoman una tipología de Paul Drake que presenta una división temporal de los populismos, que contarían con características disímiles distinguiendo entre “tempranos” (por ejemplo Irigoyen en Argentina o Alessandri en Chile); “clásicos” (Haya de la Torre en Perú, Cárdenas en México, Betancourt en Venezuela, Perón en Argentina, etc.), que aparecieron entre los años treinta y cuarenta, y fueron decayendo hacia los cincuenta y sesenta; por último, los populismos “tardíos” de los años setenta (Echeverría en México y la vuelta de Perón en Argentina), que tuvieron muchos problemas para conformar las antiguas alianzas de épocas anteriores.
Otra tipología, un poco más compleja que la anterior ya que introduce una serie de matices y variantes, es la que realizan Toer, Sameck y Diez:
B)
1) Tiene que ver con el reclamo de la vigencia de las constituciones que habían quedado relegadas a una mera formalidad por los regímenes oligárquicos, apoyándose centralmente en los sectores medios urbanos. José Batlle y Ordóñez y los colorados en el Uruguay; Hipólito Irigoyen en Argentina; Francisco Madero en México; Alessandri en Chile o el Partido Liberal en Colombia.
2) Una vez producida la radicalización de la Revolución Mexicana, tomando a ésta como importante fuente de inspiración, se desarrolla una nueva corriente, claramente más radical. La principal expresión será el APRA en Perú y tendrá en Acción Democrática, de Venezuela y después en el PS chileno a sus referencias más cercanas. También se pueden incluir aquí a las experiencias de Arévalo y Arbenz en Guatemala, Sandino en Nicaragua y, más adelante, al MNR boliviano.
3) El populismo propiamente dicho tendrá que ver con el intento, en los países de mayor envergadura de la región, por constituir un proceso de crecimiento económico sustentado en un desarrollo industrial por sustitución de importaciones basado en sus respectivos mercados internos y en la incorporación de los sectores populares a las respectivas escenas políticas. Sus expresiones más acabadas serán Vargas en Brasil, Cárdenas en México y Perón en Argentina.
4) La variante de las experiencias truncas. Carlos Ibáñez, Gustavo Rojas Pinilla, Marcos Pérez Jiménez u otros, en razón de lo que podemos llamar su inadecuación en tiempo y lugar. Estas expresiones se producen en torno a los años cincuenta, cuando las principales potencias recuperan su capacidad de control en plenitud del mercado mundial, estrechando los márgenes para los procesos de sustitución de importaciones.
5) Después, resultan claramente diferenciables las tentativas que, una vez producida la Revolución Cubana, explícitamente o con alusiones, contemplan la posibilidad de trascender el marco capitalista: Juan Bosch, João Goulart, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado, Juan José Torres, entre los más relevantes.
6) Por último, estarán las corrientes que, en los tiempos que corren, intentan delinear proyectos alternativos después de lustros de dictaduras y tras la década de predominio neoliberal: Hugo Chávez, Lula da Silva, el Frente Amplio, Néstor Kirchner.
7) Variante en este caso de derecha, que agruparía a aquellas experiencias que, presentando algunos rasgos de forma, intentan llevar adelante proyectos diferentes. Se plasmaría con claridad en la década de los noventa con Menem en Argentina, Fujimori en Perú y Collor en Brasil. Sería una suerte de populismo con componentes autoritarios, que evoca las modalidades y escenografías de antaño para lograr plasmar más acabadamente los recetarios neoliberales.
A esta última variante la contemplamos, pero los autores pareciera que no están convencidos de utilizarla, ya que, sólo la incluyen como nota al pie. Esta clasificación nos revela interés pues muestra cierto vaivén en los modos populistas y nos acerca una idea de sus diferenciaciones ya que se puede ver claramente las diferencias aun dentro de lo que puede llamarse populista. Esta claro que no se trata de lo mismo cuando nos referimos a las experiencias influidas por la revolución cubana que a los influidos por la revolución mexicana.
Por otra parte, Cardoso y Faletto, hacen algunas distinciones de relacionadas a la intervención del Estado en la economía y a los modelos económico que dichos Estados llevan a cabo y conforman el siguiente tipo:
C) Populismo “desarrollista” que variará según los distintos países. Se señala la existencia de tres formas de populismo (aunque también clasifican la alianza desarrollista en dos: una versión nacional populista –varguismo y peronismo- y otra estatal desarrollista, México): el populismo y economía de libre empresa (Argentina); populismo y desarrollo nacional (Brasil) y Estado desarrollista (Chile) .
Por último, tenemos la siguiente clasificación en torno a los diferentes modos en que diversos autores realizaron los más relevantes estudios acerca del populismo. Se señalan las causas o condiciones de emergencia del fenómeno. Mackinon y Petrone nos acercan a cuatro grupos de autores (Ver anexo) que a lo largo del desarrollo de las ciencias sociales fueron abordando el fenómeno de diversos modos, muchas veces haciéndose eco de las discusiones que primaban en el ambiente académico, como en otras lo subvertían. Se puede ver entonces la trayectoria de las conceptualizaciones sobre el populismo.
D)
1) El primero de ellos (Germani, Di Tella, etc.), proveniente de las filas del funcionalismo, pone el eje sobre el proceso de modernización ya que relaciona la emergencia de los populismos con el subdesarrollo.
2) El segundo grupo de autores, mucho más heterogéneo (Cardoso y Faletto, Ianni, Murmis y Portantiero-a quines le podemos sumar Gunder Frank-), parte de una línea analítica histórico-estructural y relaciona la emergencia de los populismos con el desarrollo del sistema capitalista en América Latina, específicamente con la crisis del modelo agro-exportador y del Estado oligárquico.
3) El tercer grupo de autores es denominado el de los coyunturalistas (Adelman, Matsushita, Doyon y James) ya que en sus estudios señalan como eje de sus explicaciones, aquellas oportunidades y restricciones que en determinados momentos históricos permiten comprender la emergencia de los populismos.
4) Por último, el cuarto grupo de autores (Laclau, De Ipola, Worsley), responde al modo en que metodológicamente abordaron el estudio del populismo. El énfasis de estos autores radica en el plano discursivo como aquél que puede permitirnos una comprensión del fenómeno en cuestión.
III. El debate sobre el contexto latinoamericano.
El populismo en su variante latinoamericana debe mucho a la realidad en la que está inmersa y esto forma parte de de un largo debate. Si bien afirmamos que esto es así porque los procesos sociales y políticos no deben ser concebidos como ideas abstractas y separadas de la realidad que los contiene, el caso que nos ocupa presenta una significativa relación. Las palabras de Portantiero devienen atinadas al momento de reflexionar acerca de los rasgos latinoamericanos:
“…la característica sociológica esencial de la región es su heterogeneidad. Es decir, la mezcla de elementos arcaicos con otros que llamaríamos modernos, lo que marca un panorama muy diversificado entre las sociedades del continente y en el interior de las mismas.”
En otras palabras, heterogeneidad de todo tipo: cultural, de tradiciones políticas, intelectuales, étnicas, climáticas, geográficas, estructuras económicas, etc. La heterogeneidad estructural de América Latina es lo que nos brinda la constante; es sobre este terreno sobre el que debemos pensar. Este todo difícilmente encuadrable no nos permite encontrar grandes esquemas explicativos.
Es importante retomar la primera caracterización de “sociedades dualistas” atribuida a los planteos de Germani. Estas se caracterizarían por un conjunto de asincronías (geográficas, institucionales, de grupos sociales y motivacionales) y las definen dos fenómenos: el “efecto de demostración”, que remite a una visión “seguidista” de los desarrollos europeos y el “efecto de fusión” que alude a la combinación de lo moderno y lo arcaico. Otros conceptos clave que plantea el autor, son los de “movilización” de sectores sociales antes pasivos y el concepto de integración el cual refiere a que los mismos asuman a las instituciones de manera positiva.
Como resultado de dicho análisis, Germani formulará la siguiente hipótesis en comparación con la sociedad europea: la acelerada industrialización en América Latina y la masiva migración interna provocaron una “disponibilidad de las masas” y una imposibilidad de absorción de las instituciones democráticas existentes que favorecieron la conformación de los populismos. En este sentido, su valorización del proceso es negativa ya que, desde su punto de vista, se trataría de una “desviación” de las formas correctas de transición al desarrollo.
Aunque si observamos que, esta idea de asincronía propuesta en el esquema teórico de Germani, puede ser revalorizada bajo la noción de heterogeneidad y, al no seguir como modelos a otras sociedades, no necesariamente deba ser juzgada de manera negativa. Es más, debería ser tomada como una singularidad inherente a nuestro subcontinente y como tal un dato de la realidad.
Desde otro punto de vista, la estructura de América Latina es vista de cómo producto del desarrollo histórico, y, analizando las relaciones de intercambio entre los países –y aún hacia adentro de los mismos- se comenzó a pensar que no se trataba de desviaciones en el desarrollo sino que ese subdesarrollo, supuestamente anómalo, en realidad tenía que ver con la condición de dependencia respecto de las metrópolis. Estas perspectivas critican el falso suponer de que el desarrollo económico transcurra a través de “etapas”. Sostienen que las interpretaciones dualistas deben ser rechazadas ya que cada uno de los sectores que componen esa dinámica no es independiente del otro, están íntimamente vinculados.
Si consideramos la postura de Gunder Frank, tenemos las siguientes hipótesis: “…a) en contraste con los centros metropolitanos mundiales que no son satélites de nadie, el desarrollo de las metrópolis subordinadas está limitado por su estatus de satélite; b) los satélites experimentan su mayor desarrollo económico incluso su clásico crecimiento capitalista industrial solamente cuando sus lazos con los centros metropolitanos se debilitan y c) aquellas regiones que son en la actualidad las más subdesarrolladas, fueron en el pasado las mas estrechamente ligadas a las metrópolis…” (Laclau, 1986: 25).
Siguiendo a Laclau, en el texto citado anteriormente, encontramos algunas críticas a esta concepción de Frank; si bien coincide con lo que acabamos de postular, él resalta la inadecuación a un concepto de capitalismo que no se vaya adecuando a los momentos o estadios del mismo, es decir las diferentes fases en los modos de producción. No queríamos dejar de mencionar esto, pues nos parece que aquí se trata un tema central de los distintos análisis que muchas veces vemos circular. Asimismo, creemos que la ironía de Laclau es esclarecedora, en este caso, al anunciar las siguientes palabras:
“Me parece más útil subrayar esas diferencias y discontinuidades (de los diferentes modos de producción y las nuevas formas de opresión) que intentar mostrar la continuidad e identidad del proceso, desde Hernán Cortes hasta la General Motors” (Laclau, 1986).
Para finalizar este apartado, la perspectiva de Murmis y Portantiero donde proponen la presencia de una base estructural alternativa de las relaciones sociales (producto de una crisis de hegemonía de la burguesía de los años 30): la construcción de alianzas en la sociedad civil. “Así, en Argentina y en distinto grado, en América Latina, capitalistas industriales débiles y clases trabajadoras marginadas fueron canalizados en movimientos nacional populares más que en movimientos de base clasista” (Mackinon y Petrone: 30). Fue por ello que “Las clases dominantes no lideraron un proyecto de industrialización nacional, en su lugar lo hicieron distintos grupos (los mencionados anteriormente) que detentaban el poder del Estado” (Mackinon y Petrone: 30). Siguiendo esta mirada que otros autores también han abonado, como José Aricó, de que el Estado en América Latina ha cumplido la función de construir la nación.
* * *
Teniendo en cuenta lo dicho en el apartado anterior es menester, ahora, problematizar otras dimensiones que habilitan un acercamiento mayor al populismo pues, como sabemos, no será mecánicamente que las estructuras se manifiesten en la realidad. Ambas perspectivas están en tensión y deben ser combinadas en la medida que correspondan a la hora del estudio: tanto la original realidad económico-política latinoamericana como las dimensiones subjetivas e identitarias. Son dos partes que pugnan en una lucha, que sólo se resolverá en el escenario concreto en que se de esa batalla.
Nuestra intención es aquí retomar las visiones desde el punto de vista de los propios actores. Podemos resaltar los análisis de Daniel James y otro grupo de autores para rescatar que no fueron –ni son- solo masas embaucadas por un líder carismático, víctimas de la falsa conciencia, sino que los propios actores construyen sentidos en torno de sus acciones. La noción de irracionalidad queda excluida en esta perspectiva.
Por su parte, en Laclau, la dimensión definitoria debe buscarse en otro lado, ya define alternativamente al populismo, a partir de un análisis secuencial va dando forma a su concepto, siendo su punto de llegada la idea de populismo no como un movimiento específico sino como una lógica política que instituye lo social (dotando de identidad al grupo). No debería pensarse a esta lógica como deudora de realidades específicas, sino que se definen en lógicas articulatorias que habilitan a reconocer al populismo como tal. Esta mirada analítica que entiende al populismo como una práctica articulatoria de lo social, toma como unidad de análisis no a lo social en si mismo, sino que el centro analítico mas pequeño es la demanda social.
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi . Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
IV. No sólo “mucho mas que dos izquierdas”, sino que son muchas más cosas.
There are more things. J.L.B.
El populismo no puede pensarse como una fuerza política latinoamericana global, es necesario que lleve en su bandera el nombre que lleva en cada país; a nivel continental uno extiende e imprime el nombre de “populismo” a una serie de movimientos que son de muy compleja generalización. Así de complejo también es estudiarlos y establecer patrones. Pero es cierto, que no es lo mismo decir “populismo” en argentina que evocar el nombre de peronismo o decir un “populista mexicano” de primera mitad del siglo XX que decir Cárdenas en México. Del mismo modo, la noción de populismo latinoamericano no contiene ni genera lo mismo que un acalorado discurso de Chávez, envuelto en una de sus rojas camisas.
Todos los nombres propios del populismo (Chávez, Peronismo, Partido de los Trabajadores de Brasil, etc.) no son extensibles ni traducibles a otras experiencias de la región. Son populismos, pero ellos no se definieron como tales, fueron definidos externamente; nadie se autodefine como tal. Por todo esto se entiende que el “populismo” como tal, es “abstracto”, es imposible por el momento referir a él como a una síntesis continental que supere la suma de las partes. En este caso, cabe señalar esta diferencia con respecto a las izquierdas de la región: un rasgo común de los populismos de Latinoamérica es que ninguna de esas fuerzas “de izquierda” ha logrado influir a nivel continental o a otro movimiento populista. Sin embargo, es una influencia común en todos esos movimientos populistas, el influjo del guevarismo y de la Revolución cubana, si a veces no en la totalidad de esos movimientos, si en algunos grupos.
Profundizando en esta idea de relacionar o de ver a los populismos de Latinoamérica, creemos que no aporta comparar a Bolivia y Argentina para mostrar cómo uno desarrolla políticas más de “izquierda” que el otro o lleva a delante medidas que a uno más le gustaría; pensando como si los diferentes gobiernos actuaran en una tabula rasa y no ante diversas tradiciones y fuerzas políticas existentes y resistentes. Juan Carlos Torre nos alerta con esta situación diferencial cuando analiza el carácter bifronte de los procesos de cambio, aún cuando en este caso está analizando una serie de políticas homogéneas relacionadas a los organismos de crédito internacional y las grandes potencias; también aquí no se darían del mismo modo, más bien sucedería lo contrario en los distintos países en los cuales se aplicaron estas medidas .
* * *
Un caso aparte es el de Ludolfo Paramio con su imposibilidad estructural de comprender el problema latinoamericano del populismo, no porque neguemos su capacidad intelectual en los estudios que realiza, pero pareciera que cotidianeidad de su vida logra imponérsele y la complejísima realidad latinoamericana se le torna algo desencajada y borrosa. De otra manera no podemos comprender el porqué de estas palabras: “En nombre de los intereses populares el gobernante reclama poderes excepcionales y trata de escapar al control de las ‘viejas’ instituciones” (Paramio: 65); refiriéndose a Chávez, Morales y Kirchner, ¿a qué instituciones estará aludiendo?. Por otro lado, haciendo gala de su desconfianza hacia el populismo dispara: “Incluso si se somete a las reglas de juego de la democracia no es un proyecto democrático (…) Por otra parte (…) puede derivar fácilmente en políticas económicas poco o nada responsables” (Paramio: 72). Lamentablemente, no estamos ante un caso como los que José Aricó rescatara de la “limitación europeísta”, como también lo señalara Toer .
V. La faz del populismo en Argentina
El populismo en Argentina lleva el rostro del peronismo y para ilustrarlo “desde adentro” la perspectiva de John William Cooke parece ser de utilidad. Muchos son los textos que de él podríamos revisar, pero nos bastará con su correspondencia con Perón y con el informe que realiza para Fidel Castro y el Che Guevara sobre el comunismo en Argentina. Cooke abona la idea que las tareas revolucionarias en la Argentina fueron llevadas adelante por el peronismo -en lugar del comunismo en su versión argentina- lo que plantea la fatalidad histórica de nuestra región: la escisión entre los movimientos populares que llevaron adelante tareas emancipatorias y la teoría –o, los custodios de las mismas-. Cooke afirma que: “en Argentina los revolucionarios somos nosotros” los peronistas, rescatando la teoría revolucionaria y poniéndola junto peronismo al tiempo que proyecta que la revolución no será posible sin el comunismo (pero tampoco sin el peronismo). Uno tiene la teoría, el otro al pueblo. Intenta conjugar a ambos, comunistas y peronistas, en un doble movimiento.
Esta idea permite reflexionar sobre el problema en Latinoamérica: partiendo de la complejidad de nuestro caso nacional podemos pensar que otros populismos latinoamericanos son igualmente complejos y que en su seno pueden hallarse mecanismos semejantes.
Tulio Halperín Donghi que aprecia singularmente a la Revolución Cubana, detalla una serie de avances que ésta genera en distinto tipo de situaciones. Pero el avance capital que el marca es el de “existir” y lograr permanecer, con solo eso (y nada menos que eso!!) Latinoamérica deja de ser la misma, es un hecho que por mas territorial o poblacionalmente pequeño que parezca, reconfigura cabalmente la mirada de todo el continente. La importancia fundamental de la revolución cubana es la marca que va más allá de lo nacional al pensar la región del mismo modo que “…al devolver al primer plano del debate político el tema del imperialismo...” (Halperín Donghi: 4).
En este sentido la figura de Cooke -como Horacio González (1986) marca en su texto sobre las cartas- piensa al peronismo como una fuerza latinoamericana anticipándose y marcando así un hito dentro de la “estrechamente localista” política argentina, señalando una ruptura con las tradiciones del movimiento peronista, intentando hacer de él una fuerza política que participe en la construcción de la solidaridad latinoamericana.
De este modo, la mirada que proviene de la variante populista argentina podría ser una de las visiones que caracterice al populismo latinoamericano: si se afirma que en Argentina los revolucionarios no son los comunistas, sino los peronistas y, por otro lado, tampoco son los comunistas los revolucionarios de América Latina, puede pensarse que serán los populistas los que llevan adelante el cambio, sobretodo si pensamos que los populismos de hoy no son “una amenaza teórica sino una posibilidad concreta”, como planteara Cooke hablando de Argentina.
VI. Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
VII. Algunas reflexiones finales
A lo largo del trabajo intentamos –de manera asistemática- rastrear ciertos puntos de vista circulantes en torno del populismo. También quisimos pensarlo anclándolo en realidades concretas porque aquí el problema no reside en pensar si el concepto de populismo le cierra a las Ciencias Sociales o a las academias, el problema es tratar de comprender qué es lo que sucede –y que está sucediendo- con los procesos populistas latinoamericanos, comprender qué es lo que le pasa a la gente que se moviliza confiando en esas fuerzas políticas.
En la actualidad, la reflexión acerca del populismo podría pensarse como una indagación acerca del modo en que los gobiernos construyen política más allá de las fronteras nacionales. Es decir, si las experiencias populistas pasadas pudieron pensarse como procesos paralelos al fortalecimiento de los Estados-nación, en nuestros días parece operar una lógica expansiva en torno a procesos regionales. Podríamos pensar en un legado producto de la influencia de la Revolución Cubana en las experiencias populistas latinoamericanas.
Por otra parte, consideramos que los gobiernos actuales considerados populistas de América Latina pueden ser pensados como formas políticas posneoliberales ya que es posible señalar rupturas tanto en el plano económico como en el político y social, con respecto al pasado reciente. Sin embargo, esto pone de manifiesto una discusión con el concepto de neopopulismo que asocia a los gobiernos neoliberales de los años noventa con este concepto. Si bien Vilas se encargó de señalar esto, hoy en día, a la luz de los hechos no deberían quedar dudas.
Concluyendo, queremos dejar en claro que de ningún modo consideramos haber cerrado estas reflexiones sino que creemos que se han abierto aún más interrogantes que nos obligan a desbordar la reflexión sobre el populismo hacia el plano más general de la política. La política podría ser concebida a partir de dos metáforas fundadoras que se estructuran bajo una disyuntiva: una de ellas que la piensa como orden y la otra como conflicto (De Ipola). Y, en este sentido parece que la idea de populismo como signo real de la política, también es comprensible bajo esta doble imagen.
* * *
Segunda Parte
VIII. Metodológicas Latinoamericanas.
(O problemas de trabajar con nuestro subcontinente)
Quisiéramos decir algunas palabras sobre nuestras apreciaciones de cómo emprender el estudio de Latinoamérica. El trabajo de Skidmore y Thomas al final de su apartado sobre “Las transformaciones de América Latina”, nos brinda una serie de coordenadas para el abordaje del estudio de nuestro continente, es decir sentar bases para el análisis. Dicho “marco para establecer comparaciones” consiste primeramente en “tres pasos: 1) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; 2) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y 3) averiguar las razones de esas diferencias”. Luego de estos pasos darán lugar, Skidmore y Thomas, a una serie de aspectos que transcribo, infielmente, a continuación:
1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. Por ejemplo, no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial.
2) Qué clases tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política.
3) Qué agrupamientos forman alianzas y coaliciones. Y en qué intereses se basan.
4) Qué autonomía tiene el Estado.
Posteriormente, reflexionan en relación a cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos:
5) Qué clase de actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta esto relacionalmente a los países latinoamericanos.
6) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición y disposición de clases dentro de cada país. Por ejemplo, no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes y soja ahora, que Chile, exportador de cobre.
7) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por ejemplo, la posesión de petróleo. Qué casos parecidos a estos ha habido en el pasado.
8) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por ejemplo, la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías. Esto implica opciones diferentes para el momento de la toma de decisiones.
Esta guía de puntos que acabamos de mencionar nos ha servido de mucho para pensar nuestro “objeto latinoamericano” en términos de estudio comparado y poder pensar las diferencias y similitudes existentes, en términos económicos sobre todo. De hecho, el texto mismo se compone de 5 fases económicas de las que se derivan, de algún modo, resultados políticos, según el cuadro 2.1 de la pagina 73.
Desde una perspectiva diferente, aunque no así opuesta, pensamos que muchos, o demasiados, estudios sobre América Latina adscriben a la denominada política comparada, y nos parece no solo pertinente sino también necesario, que otros enfoques tomen relevancia a la hora de llevar adelante dichos estudios.
* * *
De este modo, nos gustaría ensayar otra mirada para nuestros sucesivos trabajos sobre Latinoamérica. Parapetados, entonces, desde las páginas del libro El último lector de Ricardo Piglia nos proponemos algunas interpretaciones que, claro está, no son nada nuevo. Mucho hemos visto aquí en Argentina por lo menos. Se trata de un modo de utilizar algunos elementos de la literatura y de la ficción para el análisis político. El titulo de David Viñas “Literatura Argentina y Realidad Política”, habla por sí solo. Si pensamos que “la política es el arte de lo posible” y “la literatura es el arte de lo imposible” , la condición de imposible frente a lo posible, multiplica por lo menos, la cantidad de elementos y herramientas de análisis para realizar un estudio, en nuestro caso de Latinoamérica.
Pero además de la ventaja que acabamos de mencionar, hay otra razón que en este caso no es “estratégica”, sino que podríamos definirla como de aprehensión. Siguiendo a Laclau, cuando argumenta que el mundo conocido, lo simbolizado, lo que es posible de ser conocido, es la realidad y, aquello que no es posible de ser dicho, de ser conocido, lo oculto, lo que provoca el vacío de significados, es finalmente lo verdadero, lo“real”. Lo real puede ser visto como lo imposible de ser significado “realmente”, es el quiebre de la estructura de significados, será entonces cuando los elementos de la retórica vengan en nuestra ayuda, pues ellos de alguna manera, sí pueden mencionar lo inmensionable a través de una serie de recursos retóricos como la catacresis, la metonimia e incluso los oxímoron; por ello creemos, muy incerteramente, que la batería de recursos de la literatura no solamente se ajusta a nuestros propósitos latinoamericanos sino que también es imprescindible para poder llegar a “conocer lo real” y, de algún modo, entender la compleja realidad latinoamericana donde podemos encontrar a veces “comunistas de derecha” o anarquistas-peronistas, o que la izquierda es populista.
* * *
Me gustaría entonces, ilustrar con algunos pasajes del libro de Piglia miradas, que creo, nos pueden servir al momento de trabajar nuestra América.
En su página trece, del libro mencionado, el autor dice recordar de otro libro, “El pensamiento salvaje”, unas palabras sobre el arte, sobre las que reflexiona de la siguiente manera: “El arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo. La moneda griega es un modelo en escala de toda una economía y de toda una civilización y a la vez es solo un objeto extraviado que brilla al atardecer en la transparencia del agua”.
En este párrafo es una moneda pero, en nuestro caso, hablando de Latinoamérica, puede ser otro objeto, por ejemplo un pulóver peruano quizá es quien nos evoca luchas pasadas que están presentes entre nosotros, puede que sea una canción u otra cosa, un cuadro de Guayasamín, una novela brasilera . Estos objetos nos pueden revelar muchas cosas más, además, de evocarnos nuestro pasado de lucha, puede que nos muestren los pliegues y despliegues de una economía y sus transacciones, que llegan a todo el Norte Argentino y también a Chile; tradiciones políticas y culturales diversas, ideas libertarias, momentos de condensación política, simbologías varias, etc. En fin, no hay una sola manera por donde podemos “entrar” al complejo de relaciones que nos permita conocer un país.
De una manera, podríamos decir clásica, Rusell, el fotógrafo de Piglia, nos dice: “Un mapa es una síntesis de la realidad, un espejo que nos guía en la confusión de la vida. Hay que saber leer entre líneas para encontrar el camino. Fíjese. Si uno estudia el mapa del lugar donde vive, primero tiene que encontrar el sitio donde está al mirar el mapa”. Dos cosas. Una me recuerda al pintor uruguayo Joaquín Torres García y su mapa de América del Sur al revés. La otra, a Arturo Jauretche y su conceptualización Forjista sobre cómo debemos mirar al mundo. Lo que queda por averiguar es la relación entre ambos que, de hecho, existe pero ignoro cómo fue en un principio.
Por otra parte, la idea de leer entre líneas. En la que podemos volver al ejemplo de una moneda pero en este caso argentina, de mil novecientos 77, la que tenía acuñado un grabado de la Conquista del Desierto. Si creemos todavía que una moneda puede ser leída, quizás podamos pensar que la Conquista del Desierto funcionaba como una alegoría de lo que estaba ocurriendo en esos años.
Ahora necesitamos que Joyce entre en escena, claro que el Joyce de Piglia, que lo plantea como quien va describiendo infinitas series a lo largo de un texto, asociaciones de todo tipo, dispersión. Porque “…las palabras se transmutan, cambian, el texto es un río, un torrente múltiple siempre en expansión. Leemos restos, trozos sueltos, fragmentos, la unidad del sentido es ilusoria”. Si esto es así, no debemos estar tan preocupados por mantener formatos, mantenernos en uno u otro nivel de análisis, intranquilos por que se nos estire o no un concepto, tenemos que tratar de ser más libres, para ser más imaginativos y poder pensar una Latinoamérica con conceptos que se ajusten mejor a su vida, de lo contrario estamos presos de tanta rigidez que nos paralizamos.
Y una más, respecto de la cita anterior, al final dice: la unidad de sentido es ilusoria y creo que estas palabras no pueden ser más atinadas para pensar nuestra querida patria grande, la unión Latinoamericana es una ilusión. Depende de cómo la miremos, la leamos y la releamos para que vayamos construyendo un sentido. De cada pequeño aporte, de cada resto que encontremos, de cada trozo suelto y de lo que hagamos con nuestro pensamiento depende que la ilusión de la unidad latinoamericana pueda llegar a ser, algún día, aquello por lo que tantas generaciones lucharon incansablemente.
* * *
En fin, creemos que estas formas diferentes, e insistimos nuevamente, no antagónicas a las comparadas, nos permiten trabajar más libremente en el terreno de los estudios latinoamericanos. Claro está que los estudios comparados aportan mucho y sirven, sin duda, para la obtención de marcos y construcción de estructuras de diverso tipo, pero económicas sobre todo. Ahora bien, pensamos que en el actual período en que se encuentra Latinoamérica, con los avances generados en las charlas entre países y los acuerdos obtenidos entre los “líderes” de la región para profundizar el proceso de integración regional, es preciso motivar desde nuestras instituciones universitarias el pensamiento y el conocimiento del área Latinoamérica, para acompañar, discutir y proyectar una integración a mayor velocidad y de mejor calidad, y sobre todo ahondar en una integración de tipo cultural que es el gran tema pendiente, pues es de esta forma, creemos, que podemos comprender, pensar y reflexionar mejor sobre el sentir y actuar de nuestros hermanos latinoamericanos. Por ello, deben florecer estudios, discursivos, antropológicos, de caso país, de tradiciones, de literatura, de proyectos conjuntos, de recursos naturales compartidos etc, etc, por mencionar solo algunos temas al azar. En este sentido, es prioritario una intensificación y reconocimiento de los estudios latinoamericanos como una herramienta estratégica y un campo de conocimiento que excede, con creces, a los estudios de “política comparada” en Latinoamérica.
Por último, creemos además, que soplan vientos muy favorables en esta primavera latinoamericana y no es momento de perder el tiempo y dejar que se nos escape esta gran oportunidad latinoamericana fogoneada por sus populismos en el frente la lucha. El futuro es incierto pero depende de nosotros, porque es lucha y es nuestro.
Tercera Parte.Avances sobre el caso Peruano.
IX. Bagatelas encontradas en el baúl de los Populismos Peruanos.
Al decir de Jorge Abelardo Ramos “las tres figuras más notables del pensamiento revolucionario de Perú son Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre” . A los tres es posible considerarlos como populistas. De hecho, los últimos han sido considerados de ese modo por sus adversarios cuando intentaban descalificarlos por llevar, muchas veces, adelante los preceptos de González Prada que se expresan en estas conocidas palabras pronunciadas en su discurso mítico del teatro Politeama de Lima, en 1888 “No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes: la Nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera”. El aporte fundamental de González Prada es el de reconocer al indio como protagonista de la vida nacional de Perú (Ramos). Y fueron ellos tres quienes más se preocuparon y lucharon por darles a los indígenas el lugar que se merecían en la política del Perú, porque era y es impensable un proceso de cambio que nos los contemple a los indígenas como un actor imprescindible, si se quiere sobretodo que ese proceso triunfe.
Las universidades populares del 20
Una de las actividades donde todo comenzó y desde donde se empieza a articular lo que luego será el aprismo, es la iniciativa de las Universidades Populares que llevaban el nombre del gran maestro Gonzalez Prada. Allí se propondría buscar y construir para el Perú una historia que no fuera implantada desde Europa y el indigenismo tuviera un papel central.
A su vuelta de Italia, José Carlos Mariátegui dictaría una serie de conferencias invitado por Raúl Haya de la Torre, lo que sería el comienzo de la relación que marca la historia del Perú a lo largo del siglo XX.
La Fundación
La Alianza Popular Revolucionaria Americana lleva como fecha de nacimiento el año 1924. Un 7 de mayo en territorio mexicano era fundada por su eterno gran jefe de todos los tiempos: Víctor Raúl Haya de la Torre, que en ese momento no se encontraba en su país producto de “desacuerdos” con el Presidente Leguia que era quien venía llevando adelante los destinos del Perú.
Esta “Alianza Popular” es considerada por muchos como el padre de los populismos latinoamericanos, discípula de la Reforma Universitaria, llamaba a todos los pueblos de nuestro continente a luchar por estos cinco puntos: a) Luchar contra el imperialismo yanqui; b) por la unidad política de América Latina; c) por la nacionalización de tierras e industrias; d) por la internacionalización del canal de Panamá; e) por la solidaridad con todos los pueblos oprimidos del mundo.
Los debates. Haya y Mariátegui.
Hacia alrededor de 1928 se van a dar unos debates que son muy interesantes ya que nos van a marcan los diferentes posicionamientos entre las fuerzas progresistas del Perú. Están los de Mella con Haya, los de Mariátegui con la Internacional, que son muy interesantes, y al que nos referiremos brevemente aquí, que es el de Haya con Mariátegui. Para poner de frente la discusión nos centramos en Abelardo Ramos que dice:
“Las tesis de Haya con las que rompe Mariátegui son las siguientes:
1-El imperialismo, que en los países avanzados es la última etapa del capitalismo, resulta ser la primera en los países atrasados. En otras palabras, reviste un papel progresivo, al despertar las dormidas fuerzas productivas.
2-Como en los países latinoamericanos – precisamente por su escaso desarrollo histórico- la clase obrera o no existe o es insignificante, no corresponde fundar un partido ‘de clase’ sino formar un ‘Frente de trabajadores manuales e intelectuales’, integrado por varias clases, para realizar la revolución antiimperialista. Esta revolución será la primera etapa de una larga evolución que al crear las condiciones materiales para la aparición de un proletariado.”
De estas tesis puedo decir que acuerdo una con cada uno o que estoy en desacuerdo en parte con ambos. Por una lado, creo que la idea de un “etapismo de la revolución” y de que necesariamente tenga que ocurrir la etapa burguesa de la revolución, para después pasar a la revolución socialista es un debate que se ha dado incansablemente y está cerrado, incluso aún por los hechos. Por otra parte, en torno a la cuestión del “sujeto”, de si se debe construir un frente policlasista o uno más bien de clase, creo estar más cerca de Haya, pero debemos ser excesivamente cuidadosos pues mucho se ha escrito sobre este debate y sucesivamente las posiciones tendieron a radicalizarse y a priorizar las contradicciones por sobre los acuerdos. Porque debemos decir, que la afirmación de Mariátegui no se trataba para nada de una cuestión clasista cerrada, de hecho Mariátegui es expulsado de la Internacional justamente por populista porque se negaba a pensar a la clase obrera como único sujeto de lucha o incluso como sobredeterminante. Otro dato es que Mariátegui tampoco le pone Partido Comunista sino Socialista, para tener “más aire” y no depender demasiado de las cerradas teorías de la Internacional. Quizá el matiz, o la diferencia, esté en que el policlasismo de Mariátegui no contemplaba a la burguesía nacional, y el de Haya sí, lo que lo acerca al peronismo por ejemplo. También hay que decir que en Mariátegui los indígenas tenían un rol más importante que en Haya que, según algunos detractores, los tenia en cuenta de un modo mas “instrumental”, es decir eran importantísimos pero como participantes del movimiento pero no necesariamente en sus formas de organización tendrían gérmenes de liberación como puede ser percibido en Mariátegui. Pero sin duda, lo que debemos pensar desde hoy es en unirlos más que en enfatizar sus diferencias, porque no es conveniente un APRA alejado de Mariátegui, ni un marxismo que borre al APRA de un plumazo.
El Aprismo peruano. Trayectorias y derroteros.
En 1930 se conformará el partido aprista peruano, la sede peruana del APRA y con él se presentan a elecciones en las que van a ser triunfadores pero mediante el fraude no se permitirá el acceso de Haya de la Torre a la presidencia del Perú, lo que provocará los levantamientos posteriores en Trujillo que fuera aplastado con miles de víctimas. Luego, Haya sería impedido de ser candidato con lo cual él y su partido pasarían a la clandestinidad hasta 1945.
Un contrapunto posible con nuestro país es que en esos mismos tiempos, aquí en Argentina, también se accedía al poder por medio del fraude electoral, en la denominada “década infame”; ése fue el período de la “resistencia radical” de la que Forja sería su expresión más interesante. En otra línea de interpretación también podríamos pensar estas proscripciones al APRA -como la de 1936 en donde Luís Eguiguren con el apoyo del APRA ganas las elecciones pero es vetado y no puede acceder al poder- como similares a las que sufriría en nuestro país el peronismo, luego del golpe de 1955 o los condicionamientos con los que tuvieron que cargar quienes fueran apoyados por el peronismo, como es el caso de Frondizi. Aunque debemos decir que los vetos y proscripciones al APRA fueron durísimos y se han extendido mucho más en el tiempo, si tenemos en cuenta que en 1945 nuevamente un candidato apoyado por el APRA gana las elecciones pero solo le es permitido permanecer en el gobierno durante tres años.(De nuevo aquí la sombra de Frondizi; sobre todo si pensamos que es en este momento que el aprismo deja de lado las banderas antiimperialistas y se acerca a EE.UU en el contexto de la guerra fría, esto será visto por muchos, como una traición a los preceptos fundacionales.)
Sucedido el golpe del ´48 Haya de la Torre se asilará durante 8 largos años en la Embajada Colombiana de Lima, durante ese tiempo los militantes apristas fueron perseguidos y encarcelados. Es importante aquí señalar un hecho, al parecer poco conocido. Se trata de la insurrección frustrada ocurrida en 1954 que contó con el apoyo de Juan D. Perón desde la argentina, que según testimonios de Carnero Hooke, aportó “un préstamo de millones de pesos argentinos y una venta ‘favorable’ de 3mil fusiles, dos aviones, 4 millones de cartuchos, pistolas, granadas, etc.”. La idea era invadir el Perú por norte y sur, pero hubo dos incidentes que hicieron que el operativo no llegara a buen fin. Por un lado, la información sobre dicho levantamiento se filtró e hizo que el presidente Odria se alertara, lo que provoco el “despegue” de Perón de la operación y, por otro lado, hubo una contraorden dentro del mismo aprismo que temía que con el levantamiento corriera peligro la vida de Haya de la Torre, seguramente porque el gobierno al estar al tanto pensaba en un contra ataque que hubiera sido letal para la vida de Haya. Finalmente, Haya desautoriza la operación y denuncia a sus autores como agentes del comunismo, quienes terminan yendo a prisión. La postura de los dirigentes del aprismo se inscribe en la línea de la otra sublevación frustrada, la del puerto de Callao en 1948 donde la dirección del aprismo no brinda el apoyo necesario a sectores militares listos para rebelarse. En estas decisiones puede verse la continua moderación que va ocurriendo dentro de las direcciones apristas, lo que provoca alejamientos de sus filas y la conformación de la mano de, un conjurado del 54, Luís de la Puente Uceda, la formación del “APRA rebelde” a fines de los 50, que luego tomara el nombre de MIR y más tarde una de sus variantes más duras, el “MIR El militante” surgirá, ya en los 80, el Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA).
En 1962 Haya vuelve a triunfar en las elecciones pero nuevamente es impedida su asunción y se realizan nuevas elecciones en donde esta vez pierde frente a el conservador Belaunde Terry, que en 1968 es derrocado por un nuevo golpe militar pero en este caso llevado adelante por “militares de izquierda” o más bien, militares revolucionarios con Velazco Alvarado a la cabeza. Muchas de las ideas del APRA son puestas en práctica. Sin embargo este nuevo grupo en el poder no confluye con el APRA, quizá se trata de un desencuentro que venía desde los golpes frustrados sin el apoyo aprista, pero lo cierto es que Haya tampoco comulga con quienes quieren llevar adelante un programa que él mismo creó, y sale al cruce argumentando que no se trata de volver el tiempo atrás y que ninguna reforma se hace sin libertad, sin democracia y sin el voto popular.
En el ´79 Haya será presidente de la Constituyente y poco después fallece. Lo demás es historia bastante presente y por lo tanto conocida.
Algunas reflexiones, luego de esta apretada síntesis. Creo que esta moderación que podemos observar, vista desde lo superficial, que va desde el antiimperialismo hasta la defensa de valores más relacionados con el liberalismo como la democracia formal, las libertades individuales y el sufragio, lo pueden acercar a lo que en la argentina puede ser el Partido Radical, que tiene “una trayectoria similar”, se nutre de la reforma universitaria, esta más vinculado a los grupos de izquierda que al nacionalismo, etc. El APRA deja el antiimperialismo y termina cerrando con EE UU en el contexto de la guerra, la UCR hace algo similar cuando participa de la Unión Democrática con el apoyo del embajador estadounidense Braden. También podemos confrontar la actitud de Haya con Velazco Alvarado y la de Arturo Jauretche que, militando en Forja, cuando asume Perón se integra al movimiento que lleva las mismas banderas por las que él venía luchando hacía más de una década.
Por otra parte, es para destacar que una de las críticas más fuertes, desde los sectores comprometidos, a Haya es su acercamiento a Estados Unidos, de forma análoga a la critica que los mismos sectores le realizan a Perón por mantenerse al margen lo que es leído como un apoyo a los alemanes.
El populismo peruano del APRA tiene una importancia fundamental en Perú, imagino, “similar” a la del peronismo en Argentina. Todos los actores en algún momento necesitan definirse en torno a ellos, sea a favor o en contra.
Debido a las condiciones estructurales del Perú, es difícil la tarea de intentar catalogar a Haya de la Torre - que fue el político más importante, sin duda, del último siglo - como una versión moderada, o edulcorada de lo que debiera pensarse como un pensamiento reformista, revolucionario, progresista, sin tener en cuenta la cultura peruana, los sentires de ese pueblo. Creemos no debe existir en ningún lugar de Latinoamérica una derecha tan abigarrada como la existente en Perú, uno no puede creer lo que lee cuando ve algún texto de Vargas Llosa, ni las afirmaciones en contra de Sendero Luminoso de la mayoría de los académicos e incluso de la Comisión de la Verdad y esto no es en absoluto una defensa, de algo que no conozco realmente, pero no se ven (o yo no las veo) afirmaciones en el mismo sentido acá en Argentina respecto de los grupos que han participado en la lucha armada.
Es en este sentido que entiendo al populismo peruano del APRA, como una especie en tránsito entre el radicalismo y el peronismo, un poco más vinculado a la izquierda que el radicalismo ya que desde su seno han salido grupos mas radicalizados cosa que no ha ocurrido en el radicalismo, cosa que de algún modo lo acerca al peronismo que también vio salir desde sus entrañas a grupos que se radicalizaban. También se le parece, a este ultimo, por la búsqueda de elementos autóctonos y por su policlasismo, pero se aleja del peronismo para acercarse al radicalismo en sus ideas de la democracia, partidos políticos, etc. Quizá en ese sentido hoy Ollanta Humala parecería estar más cerca del peronismo y seguramente recuperando él la memoria de Alvarado. Y nosotros vemos desde aquí a Alan García como una especie de Alfonsín peruano, con el neoliberalismo a cuestas por supuesto.
Para finalizar, creo que más allá de cómo tratemos de ver lo que ocurre en Perú, debemos partir de la base de que el APRA es la organización que ha elegido históricamente su pueblo y que las fuerzas opresoras siempre se le opusieron. Esperemos contar para la gesta latinoamericana a la que hoy asistimos con la presencia de nuestros hermanos del Perú y con una renovación de la fuerza que históricamente los represento.
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ANEXO
Y una visita al Perú.
Por Gastón Salcedo
I
Laclau va a plantear una ruptura con todos los abordajes donde priman las miradas negativas; el autor presenta el dilema que plantea el concepto de populismo en términos de un interminable arrastre teórico de una serie de prejuicios que se hallan en la mayoría de los trabajos acerca del tema. Uno de ellos –quizás el de mayor envergadura- reside en afirmar, explícita o implícitamente, la noción de sentido común que considera al populismo como el opuesto diametral a una forma institucionalmente ordenada y regida por una lógica política. Se lo concibe como vago o impreciso. Cuestionando este punto de vista, Laclau (2005) propone realizar una suerte de “inversión” que consiste en entender al populismo como un espacio “constante de la acción política” en donde cabe reconocer la presencia de lógicas específicas que precisamente descansan en esta vaguedad.
II Tipologías. Estudios sobre populismo.
Pero antes de desembocar en Laclau nos interesa recorrer el camino que fue siguiendo la literatura sobre el populismo como modo de observar los derroteros de dicho concepto.
Nos interesan pues estudios que traten de estructurar las diversas conceptualizaciones sobre el populismo y sobre conceptualizaciones sobre la literatura del populismo. Bueno es el aporte que realiza el estudio de Mackinon y Petrone (1998), ya que revisan gran parte de la literatura sobre este fenómeno en Latinoamérica. A continuación se presenta una breve síntesis de la primera de sus clasificaciones.
A) En dicho estudio, los autores retoman una tipología de Paul Drake que presenta una división temporal de los populismos, que contarían con características disímiles distinguiendo entre “tempranos” (por ejemplo Irigoyen en Argentina o Alessandri en Chile); “clásicos” (Haya de la Torre en Perú, Cárdenas en México, Betancourt en Venezuela, Perón en Argentina, etc.), que aparecieron entre los años treinta y cuarenta, y fueron decayendo hacia los cincuenta y sesenta; por último, los populismos “tardíos” de los años setenta (Echeverría en México y la vuelta de Perón en Argentina), que tuvieron muchos problemas para conformar las antiguas alianzas de épocas anteriores.
Otra tipología, un poco más compleja que la anterior ya que introduce una serie de matices y variantes, es la que realizan Toer, Sameck y Diez:
B)
1) Tiene que ver con el reclamo de la vigencia de las constituciones que habían quedado relegadas a una mera formalidad por los regímenes oligárquicos, apoyándose centralmente en los sectores medios urbanos. José Batlle y Ordóñez y los colorados en el Uruguay; Hipólito Irigoyen en Argentina; Francisco Madero en México; Alessandri en Chile o el Partido Liberal en Colombia.
2) Una vez producida la radicalización de la Revolución Mexicana, tomando a ésta como importante fuente de inspiración, se desarrolla una nueva corriente, claramente más radical. La principal expresión será el APRA en Perú y tendrá en Acción Democrática, de Venezuela y después en el PS chileno a sus referencias más cercanas. También se pueden incluir aquí a las experiencias de Arévalo y Arbenz en Guatemala, Sandino en Nicaragua y, más adelante, al MNR boliviano.
3) El populismo propiamente dicho tendrá que ver con el intento, en los países de mayor envergadura de la región, por constituir un proceso de crecimiento económico sustentado en un desarrollo industrial por sustitución de importaciones basado en sus respectivos mercados internos y en la incorporación de los sectores populares a las respectivas escenas políticas. Sus expresiones más acabadas serán Vargas en Brasil, Cárdenas en México y Perón en Argentina.
4) La variante de las experiencias truncas. Carlos Ibáñez, Gustavo Rojas Pinilla, Marcos Pérez Jiménez u otros, en razón de lo que podemos llamar su inadecuación en tiempo y lugar. Estas expresiones se producen en torno a los años cincuenta, cuando las principales potencias recuperan su capacidad de control en plenitud del mercado mundial, estrechando los márgenes para los procesos de sustitución de importaciones.
5) Después, resultan claramente diferenciables las tentativas que, una vez producida la Revolución Cubana, explícitamente o con alusiones, contemplan la posibilidad de trascender el marco capitalista: Juan Bosch, João Goulart, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado, Juan José Torres, entre los más relevantes.
6) Por último, estarán las corrientes que, en los tiempos que corren, intentan delinear proyectos alternativos después de lustros de dictaduras y tras la década de predominio neoliberal: Hugo Chávez, Lula da Silva, el Frente Amplio, Néstor Kirchner.
7) Variante en este caso de derecha, que agruparía a aquellas experiencias que, presentando algunos rasgos de forma, intentan llevar adelante proyectos diferentes. Se plasmaría con claridad en la década de los noventa con Menem en Argentina, Fujimori en Perú y Collor en Brasil. Sería una suerte de populismo con componentes autoritarios, que evoca las modalidades y escenografías de antaño para lograr plasmar más acabadamente los recetarios neoliberales.
A esta última variante la contemplamos, pero los autores pareciera que no están convencidos de utilizarla, ya que, sólo la incluyen como nota al pie. Esta clasificación nos revela interés pues muestra cierto vaivén en los modos populistas y nos acerca una idea de sus diferenciaciones ya que se puede ver claramente las diferencias aun dentro de lo que puede llamarse populista. Esta claro que no se trata de lo mismo cuando nos referimos a las experiencias influidas por la revolución cubana que a los influidos por la revolución mexicana.
Por otra parte, Cardoso y Faletto, hacen algunas distinciones de relacionadas a la intervención del Estado en la economía y a los modelos económico que dichos Estados llevan a cabo y conforman el siguiente tipo:
C) Populismo “desarrollista” que variará según los distintos países. Se señala la existencia de tres formas de populismo (aunque también clasifican la alianza desarrollista en dos: una versión nacional populista –varguismo y peronismo- y otra estatal desarrollista, México): el populismo y economía de libre empresa (Argentina); populismo y desarrollo nacional (Brasil) y Estado desarrollista (Chile) .
Por último, tenemos la siguiente clasificación en torno a los diferentes modos en que diversos autores realizaron los más relevantes estudios acerca del populismo. Se señalan las causas o condiciones de emergencia del fenómeno. Mackinon y Petrone nos acercan a cuatro grupos de autores (Ver anexo) que a lo largo del desarrollo de las ciencias sociales fueron abordando el fenómeno de diversos modos, muchas veces haciéndose eco de las discusiones que primaban en el ambiente académico, como en otras lo subvertían. Se puede ver entonces la trayectoria de las conceptualizaciones sobre el populismo.
D)
1) El primero de ellos (Germani, Di Tella, etc.), proveniente de las filas del funcionalismo, pone el eje sobre el proceso de modernización ya que relaciona la emergencia de los populismos con el subdesarrollo.
2) El segundo grupo de autores, mucho más heterogéneo (Cardoso y Faletto, Ianni, Murmis y Portantiero-a quines le podemos sumar Gunder Frank-), parte de una línea analítica histórico-estructural y relaciona la emergencia de los populismos con el desarrollo del sistema capitalista en América Latina, específicamente con la crisis del modelo agro-exportador y del Estado oligárquico.
3) El tercer grupo de autores es denominado el de los coyunturalistas (Adelman, Matsushita, Doyon y James) ya que en sus estudios señalan como eje de sus explicaciones, aquellas oportunidades y restricciones que en determinados momentos históricos permiten comprender la emergencia de los populismos.
4) Por último, el cuarto grupo de autores (Laclau, De Ipola, Worsley), responde al modo en que metodológicamente abordaron el estudio del populismo. El énfasis de estos autores radica en el plano discursivo como aquél que puede permitirnos una comprensión del fenómeno en cuestión.
III. El debate sobre el contexto latinoamericano.
El populismo en su variante latinoamericana debe mucho a la realidad en la que está inmersa y esto forma parte de de un largo debate. Si bien afirmamos que esto es así porque los procesos sociales y políticos no deben ser concebidos como ideas abstractas y separadas de la realidad que los contiene, el caso que nos ocupa presenta una significativa relación. Las palabras de Portantiero devienen atinadas al momento de reflexionar acerca de los rasgos latinoamericanos:
“…la característica sociológica esencial de la región es su heterogeneidad. Es decir, la mezcla de elementos arcaicos con otros que llamaríamos modernos, lo que marca un panorama muy diversificado entre las sociedades del continente y en el interior de las mismas.”
En otras palabras, heterogeneidad de todo tipo: cultural, de tradiciones políticas, intelectuales, étnicas, climáticas, geográficas, estructuras económicas, etc. La heterogeneidad estructural de América Latina es lo que nos brinda la constante; es sobre este terreno sobre el que debemos pensar. Este todo difícilmente encuadrable no nos permite encontrar grandes esquemas explicativos.
Es importante retomar la primera caracterización de “sociedades dualistas” atribuida a los planteos de Germani. Estas se caracterizarían por un conjunto de asincronías (geográficas, institucionales, de grupos sociales y motivacionales) y las definen dos fenómenos: el “efecto de demostración”, que remite a una visión “seguidista” de los desarrollos europeos y el “efecto de fusión” que alude a la combinación de lo moderno y lo arcaico. Otros conceptos clave que plantea el autor, son los de “movilización” de sectores sociales antes pasivos y el concepto de integración el cual refiere a que los mismos asuman a las instituciones de manera positiva.
Como resultado de dicho análisis, Germani formulará la siguiente hipótesis en comparación con la sociedad europea: la acelerada industrialización en América Latina y la masiva migración interna provocaron una “disponibilidad de las masas” y una imposibilidad de absorción de las instituciones democráticas existentes que favorecieron la conformación de los populismos. En este sentido, su valorización del proceso es negativa ya que, desde su punto de vista, se trataría de una “desviación” de las formas correctas de transición al desarrollo.
Aunque si observamos que, esta idea de asincronía propuesta en el esquema teórico de Germani, puede ser revalorizada bajo la noción de heterogeneidad y, al no seguir como modelos a otras sociedades, no necesariamente deba ser juzgada de manera negativa. Es más, debería ser tomada como una singularidad inherente a nuestro subcontinente y como tal un dato de la realidad.
Desde otro punto de vista, la estructura de América Latina es vista de cómo producto del desarrollo histórico, y, analizando las relaciones de intercambio entre los países –y aún hacia adentro de los mismos- se comenzó a pensar que no se trataba de desviaciones en el desarrollo sino que ese subdesarrollo, supuestamente anómalo, en realidad tenía que ver con la condición de dependencia respecto de las metrópolis. Estas perspectivas critican el falso suponer de que el desarrollo económico transcurra a través de “etapas”. Sostienen que las interpretaciones dualistas deben ser rechazadas ya que cada uno de los sectores que componen esa dinámica no es independiente del otro, están íntimamente vinculados.
Si consideramos la postura de Gunder Frank, tenemos las siguientes hipótesis: “…a) en contraste con los centros metropolitanos mundiales que no son satélites de nadie, el desarrollo de las metrópolis subordinadas está limitado por su estatus de satélite; b) los satélites experimentan su mayor desarrollo económico incluso su clásico crecimiento capitalista industrial solamente cuando sus lazos con los centros metropolitanos se debilitan y c) aquellas regiones que son en la actualidad las más subdesarrolladas, fueron en el pasado las mas estrechamente ligadas a las metrópolis…” (Laclau, 1986: 25).
Siguiendo a Laclau, en el texto citado anteriormente, encontramos algunas críticas a esta concepción de Frank; si bien coincide con lo que acabamos de postular, él resalta la inadecuación a un concepto de capitalismo que no se vaya adecuando a los momentos o estadios del mismo, es decir las diferentes fases en los modos de producción. No queríamos dejar de mencionar esto, pues nos parece que aquí se trata un tema central de los distintos análisis que muchas veces vemos circular. Asimismo, creemos que la ironía de Laclau es esclarecedora, en este caso, al anunciar las siguientes palabras:
“Me parece más útil subrayar esas diferencias y discontinuidades (de los diferentes modos de producción y las nuevas formas de opresión) que intentar mostrar la continuidad e identidad del proceso, desde Hernán Cortes hasta la General Motors” (Laclau, 1986).
Para finalizar este apartado, la perspectiva de Murmis y Portantiero donde proponen la presencia de una base estructural alternativa de las relaciones sociales (producto de una crisis de hegemonía de la burguesía de los años 30): la construcción de alianzas en la sociedad civil. “Así, en Argentina y en distinto grado, en América Latina, capitalistas industriales débiles y clases trabajadoras marginadas fueron canalizados en movimientos nacional populares más que en movimientos de base clasista” (Mackinon y Petrone: 30). Fue por ello que “Las clases dominantes no lideraron un proyecto de industrialización nacional, en su lugar lo hicieron distintos grupos (los mencionados anteriormente) que detentaban el poder del Estado” (Mackinon y Petrone: 30). Siguiendo esta mirada que otros autores también han abonado, como José Aricó, de que el Estado en América Latina ha cumplido la función de construir la nación.
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Teniendo en cuenta lo dicho en el apartado anterior es menester, ahora, problematizar otras dimensiones que habilitan un acercamiento mayor al populismo pues, como sabemos, no será mecánicamente que las estructuras se manifiesten en la realidad. Ambas perspectivas están en tensión y deben ser combinadas en la medida que correspondan a la hora del estudio: tanto la original realidad económico-política latinoamericana como las dimensiones subjetivas e identitarias. Son dos partes que pugnan en una lucha, que sólo se resolverá en el escenario concreto en que se de esa batalla.
Nuestra intención es aquí retomar las visiones desde el punto de vista de los propios actores. Podemos resaltar los análisis de Daniel James y otro grupo de autores para rescatar que no fueron –ni son- solo masas embaucadas por un líder carismático, víctimas de la falsa conciencia, sino que los propios actores construyen sentidos en torno de sus acciones. La noción de irracionalidad queda excluida en esta perspectiva.
Por su parte, en Laclau, la dimensión definitoria debe buscarse en otro lado, ya define alternativamente al populismo, a partir de un análisis secuencial va dando forma a su concepto, siendo su punto de llegada la idea de populismo no como un movimiento específico sino como una lógica política que instituye lo social (dotando de identidad al grupo). No debería pensarse a esta lógica como deudora de realidades específicas, sino que se definen en lógicas articulatorias que habilitan a reconocer al populismo como tal. Esta mirada analítica que entiende al populismo como una práctica articulatoria de lo social, toma como unidad de análisis no a lo social en si mismo, sino que el centro analítico mas pequeño es la demanda social.
De esta forma, el populismo podría ser entendido como un rasgo fundante de las identidades políticas latinoamericanas, tal como observara Eduardo Rinesi . Las formas identitarias de la política continental pueden ser pensadas a la luz de esta noción que las instituye como tales. ¿Qué significa esto? Que el populismo no es un concepto externo que se impone a sectores resignados de la sociedad. Por el contrario, podría pensarse que en Latinoamérica los populismos fueron los que dieron forma a la lucha de las clases subalternas.
El populismo entonces podría pensarse como el modo singular -no una deformación emergente en formas políticas sub-desarrolladas- de la lucha por la emancipación en Latinoamérica. En experiencias políticas concretas puede rastrearse la originalidad de estos modos y procesos que el populismo encierra. Además, probablemente solo pueda hablarse de estilos y no de formatos comunes a nivel subcontinental, por ello la manera de entender a cada particularidad debe residir en comprender la singularidad que fue adoptando cada proceso histórico nacional en relación a ese pasado colonial común y, por supuesto, a como van desarrollándose los diferentes procesos en la región.
IV. No sólo “mucho mas que dos izquierdas”, sino que son muchas más cosas.
There are more things. J.L.B.
El populismo no puede pensarse como una fuerza política latinoamericana global, es necesario que lleve en su bandera el nombre que lleva en cada país; a nivel continental uno extiende e imprime el nombre de “populismo” a una serie de movimientos que son de muy compleja generalización. Así de complejo también es estudiarlos y establecer patrones. Pero es cierto, que no es lo mismo decir “populismo” en argentina que evocar el nombre de peronismo o decir un “populista mexicano” de primera mitad del siglo XX que decir Cárdenas en México. Del mismo modo, la noción de populismo latinoamericano no contiene ni genera lo mismo que un acalorado discurso de Chávez, envuelto en una de sus rojas camisas.
Todos los nombres propios del populismo (Chávez, Peronismo, Partido de los Trabajadores de Brasil, etc.) no son extensibles ni traducibles a otras experiencias de la región. Son populismos, pero ellos no se definieron como tales, fueron definidos externamente; nadie se autodefine como tal. Por todo esto se entiende que el “populismo” como tal, es “abstracto”, es imposible por el momento referir a él como a una síntesis continental que supere la suma de las partes. En este caso, cabe señalar esta diferencia con respecto a las izquierdas de la región: un rasgo común de los populismos de Latinoamérica es que ninguna de esas fuerzas “de izquierda” ha logrado influir a nivel continental o a otro movimiento populista. Sin embargo, es una influencia común en todos esos movimientos populistas, el influjo del guevarismo y de la Revolución cubana, si a veces no en la totalidad de esos movimientos, si en algunos grupos.
Profundizando en esta idea de relacionar o de ver a los populismos de Latinoamérica, creemos que no aporta comparar a Bolivia y Argentina para mostrar cómo uno desarrolla políticas más de “izquierda” que el otro o lleva a delante medidas que a uno más le gustaría; pensando como si los diferentes gobiernos actuaran en una tabula rasa y no ante diversas tradiciones y fuerzas políticas existentes y resistentes. Juan Carlos Torre nos alerta con esta situación diferencial cuando analiza el carácter bifronte de los procesos de cambio, aún cuando en este caso está analizando una serie de políticas homogéneas relacionadas a los organismos de crédito internacional y las grandes potencias; también aquí no se darían del mismo modo, más bien sucedería lo contrario en los distintos países en los cuales se aplicaron estas medidas .
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Un caso aparte es el de Ludolfo Paramio con su imposibilidad estructural de comprender el problema latinoamericano del populismo, no porque neguemos su capacidad intelectual en los estudios que realiza, pero pareciera que cotidianeidad de su vida logra imponérsele y la complejísima realidad latinoamericana se le torna algo desencajada y borrosa. De otra manera no podemos comprender el porqué de estas palabras: “En nombre de los intereses populares el gobernante reclama poderes excepcionales y trata de escapar al control de las ‘viejas’ instituciones” (Paramio: 65); refiriéndose a Chávez, Morales y Kirchner, ¿a qué instituciones estará aludiendo?. Por otro lado, haciendo gala de su desconfianza hacia el populismo dispara: “Incluso si se somete a las reglas de juego de la democracia no es un proyecto democrático (…) Por otra parte (…) puede derivar fácilmente en políticas económicas poco o nada responsables” (Paramio: 72). Lamentablemente, no estamos ante un caso como los que José Aricó rescatara de la “limitación europeísta”, como también lo señalara Toer .
V. La faz del populismo en Argentina
El populismo en Argentina lleva el rostro del peronismo y para ilustrarlo “desde adentro” la perspectiva de John William Cooke parece ser de utilidad. Muchos son los textos que de él podríamos revisar, pero nos bastará con su correspondencia con Perón y con el informe que realiza para Fidel Castro y el Che Guevara sobre el comunismo en Argentina. Cooke abona la idea que las tareas revolucionarias en la Argentina fueron llevadas adelante por el peronismo -en lugar del comunismo en su versión argentina- lo que plantea la fatalidad histórica de nuestra región: la escisión entre los movimientos populares que llevaron adelante tareas emancipatorias y la teoría –o, los custodios de las mismas-. Cooke afirma que: “en Argentina los revolucionarios somos nosotros” los peronistas, rescatando la teoría revolucionaria y poniéndola junto peronismo al tiempo que proyecta que la revolución no será posible sin el comunismo (pero tampoco sin el peronismo). Uno tiene la teoría, el otro al pueblo. Intenta conjugar a ambos, comunistas y peronistas, en un doble movimiento.
Esta idea permite reflexionar sobre el problema en Latinoamérica: partiendo de la complejidad de nuestro caso nacional podemos pensar que otros populismos latinoamericanos son igualmente complejos y que en su seno pueden hallarse mecanismos semejantes.
Tulio Halperín Donghi que aprecia singularmente a la Revolución Cubana, detalla una serie de avances que ésta genera en distinto tipo de situaciones. Pero el avance capital que el marca es el de “existir” y lograr permanecer, con solo eso (y nada menos que eso!!) Latinoamérica deja de ser la misma, es un hecho que por mas territorial o poblacionalmente pequeño que parezca, reconfigura cabalmente la mirada de todo el continente. La importancia fundamental de la revolución cubana es la marca que va más allá de lo nacional al pensar la región del mismo modo que “…al devolver al primer plano del debate político el tema del imperialismo...” (Halperín Donghi: 4).
En este sentido la figura de Cooke -como Horacio González (1986) marca en su texto sobre las cartas- piensa al peronismo como una fuerza latinoamericana anticipándose y marcando así un hito dentro de la “estrechamente localista” política argentina, señalando una ruptura con las tradiciones del movimiento peronista, intentando hacer de él una fuerza política que participe en la construcción de la solidaridad latinoamericana.
De este modo, la mirada que proviene de la variante populista argentina podría ser una de las visiones que caracterice al populismo latinoamericano: si se afirma que en Argentina los revolucionarios no son los comunistas, sino los peronistas y, por otro lado, tampoco son los comunistas los revolucionarios de América Latina, puede pensarse que serán los populistas los que llevan adelante el cambio, sobretodo si pensamos que los populismos de hoy no son “una amenaza teórica sino una posibilidad concreta”, como planteara Cooke hablando de Argentina.
VI. Expansiones sobre el mito
Parece interesante retomar la noción de mito para sospechar brevemente en qué medida se relaciona con la de populismo. Sabemos que para Laclau el populismo no refiere a una característica, sino que es la forma misma en que se da la política, la forma en que ésta se articula. Preocupado por la formación de las identidades colectivas, intenta ver cómo se enlazan las demandas que serían unidades menores respectivas del grupo, el cual se fusiona al articularse dichas demandas. Esa búsqueda de unión nos recuerda ideas levistraussianas que intentan explicarse en La estructura de los mitos en el siguiente párrafo, que astillaremos con corchetes nuestros a favor de que no se nos tilde de inoportunos:
“...el pensamiento mítico procede de la toma de conciencia de ciertas oposiciones y tiende a su mediación progresiva. Supongamos pues, que dos términos, entre los cuales el pasaje parece imposible [vida y muerte], son primero reemplazados por dos términos equivalentes que admiten un tercero como intermediario [agricultura, caza y guerra]. Después de ello, uno de los términos polares y el término intermediario son a su vez, reemplazados por una nueva triada [herbívoro, consumidores de carroña y depredadores] y así en adelante...” (Lévi-Strauss: 247)
Estaríamos frente a una estructura de mediación que lleva dentro una idea de unión intermediada de extremos. En ese sentido, animales pertenecientes a comunidades indígenas norteamericanas estudiadas por Lévi-Strauss serían míticos: tanto el cuervo como el coyote comen carne al igual que los depredadores, pero no matan como los herbívoros. Ejemplos como estos podemos encontrar otros como el caso de la niebla, mediadora entre el cielo y la tierra. Pero volviendo al terreno de la política, podemos especular que el populismo logra articular, en muchos casos, ideas políticas que parecen totalmente incompatibles. En este sentido, el lugar que ocupa el significante vacío, concepto tan comentado en La razón populista, podría asimilarse, con las mediaciones oportunas, al rol conciliador de los animales míticos que vimos anteriormente.
Para finalizar, queríamos comentar algo que parece casual aunque no creemos que lo sea; nos referimos al titulo del artículo de Mackinon y Petrone, “El complejo de la cenicienta” que como muestra su epígrafe refiere a una ponencia de cierto profesor extranjero. Es posible pensar que la utilización de la figura de la Cenicienta tiene un arraigo cultural y antropológico de gran vastedad ya que en la tradición indoeuropea ella actúa como mediadora e, incluso, en palabras de Levi Straus, él se refiere a “mediadores sociológicos” (alianza matrimonial entre nobles y patanes, entre ricos y pobres)”. Por ello esta visión ancestral está muy bien referida en torno a lo que venimos diciendo en este apartado sobre populismo: como mediador, como significante vacío, como una figura que condensa la interacción de polos opuestos.
VII. Algunas reflexiones finales
A lo largo del trabajo intentamos –de manera asistemática- rastrear ciertos puntos de vista circulantes en torno del populismo. También quisimos pensarlo anclándolo en realidades concretas porque aquí el problema no reside en pensar si el concepto de populismo le cierra a las Ciencias Sociales o a las academias, el problema es tratar de comprender qué es lo que sucede –y que está sucediendo- con los procesos populistas latinoamericanos, comprender qué es lo que le pasa a la gente que se moviliza confiando en esas fuerzas políticas.
En la actualidad, la reflexión acerca del populismo podría pensarse como una indagación acerca del modo en que los gobiernos construyen política más allá de las fronteras nacionales. Es decir, si las experiencias populistas pasadas pudieron pensarse como procesos paralelos al fortalecimiento de los Estados-nación, en nuestros días parece operar una lógica expansiva en torno a procesos regionales. Podríamos pensar en un legado producto de la influencia de la Revolución Cubana en las experiencias populistas latinoamericanas.
Por otra parte, consideramos que los gobiernos actuales considerados populistas de América Latina pueden ser pensados como formas políticas posneoliberales ya que es posible señalar rupturas tanto en el plano económico como en el político y social, con respecto al pasado reciente. Sin embargo, esto pone de manifiesto una discusión con el concepto de neopopulismo que asocia a los gobiernos neoliberales de los años noventa con este concepto. Si bien Vilas se encargó de señalar esto, hoy en día, a la luz de los hechos no deberían quedar dudas.
Concluyendo, queremos dejar en claro que de ningún modo consideramos haber cerrado estas reflexiones sino que creemos que se han abierto aún más interrogantes que nos obligan a desbordar la reflexión sobre el populismo hacia el plano más general de la política. La política podría ser concebida a partir de dos metáforas fundadoras que se estructuran bajo una disyuntiva: una de ellas que la piensa como orden y la otra como conflicto (De Ipola). Y, en este sentido parece que la idea de populismo como signo real de la política, también es comprensible bajo esta doble imagen.
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Segunda Parte
VIII. Metodológicas Latinoamericanas.
(O problemas de trabajar con nuestro subcontinente)
Quisiéramos decir algunas palabras sobre nuestras apreciaciones de cómo emprender el estudio de Latinoamérica. El trabajo de Skidmore y Thomas al final de su apartado sobre “Las transformaciones de América Latina”, nos brinda una serie de coordenadas para el abordaje del estudio de nuestro continente, es decir sentar bases para el análisis. Dicho “marco para establecer comparaciones” consiste primeramente en “tres pasos: 1) identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades; 2) identificar las diferencias entre sus experiencias históricas individuales y 3) averiguar las razones de esas diferencias”. Luego de estos pasos darán lugar, Skidmore y Thomas, a una serie de aspectos que transcribo, infielmente, a continuación:
1) Cómo ha evolucionado la estructura de clases; cuáles son las clases importantes y cuáles faltan. Por ejemplo, no todos los países de América Latina tienen una elite rural o industrial.
2) Qué clases tienen mayor poder. Quién controla la economía y la escena política.
3) Qué agrupamientos forman alianzas y coaliciones. Y en qué intereses se basan.
4) Qué autonomía tiene el Estado.
Posteriormente, reflexionan en relación a cómo han operado en cada país los factores internacionales, en especial los asuntos económicos:
5) Qué clase de actividad desarrolla centralmente en la economía internacional y cómo afecta esto relacionalmente a los países latinoamericanos.
6) Cómo afecta la relación entre las economías del centro y la periferia en el sistema de composición y disposición de clases dentro de cada país. Por ejemplo, no son las mismas estructuras de clase que se generan en Argentina, exportadora de carnes y soja ahora, que Chile, exportador de cobre.
7) Cómo han aprovechado los países su inserción en la economía global. Por ejemplo, la posesión de petróleo. Qué casos parecidos a estos ha habido en el pasado.
8) Cuáles son los factores predominantes en la escena internacional. Por ejemplo, la guerra fría o las guerras mundiales. Como también problemas geopolíticos: no es lo mismo resistir presiones de Estados Unidos en el Caribe que en otras geografías. Esto implica opciones diferentes para el momento de la toma de decisiones.
Esta guía de puntos que acabamos de mencionar nos ha servido de mucho para pensar nuestro “objeto latinoamericano” en términos de estudio comparado y poder pensar las diferencias y similitudes existentes, en términos económicos sobre todo. De hecho, el texto mismo se compone de 5 fases económicas de las que se derivan, de algún modo, resultados políticos, según el cuadro 2.1 de la pagina 73.
Desde una perspectiva diferente, aunque no así opuesta, pensamos que muchos, o demasiados, estudios sobre América Latina adscriben a la denominada política comparada, y nos parece no solo pertinente sino también necesario, que otros enfoques tomen relevancia a la hora de llevar adelante dichos estudios.
* * *
De este modo, nos gustaría ensayar otra mirada para nuestros sucesivos trabajos sobre Latinoamérica. Parapetados, entonces, desde las páginas del libro El último lector de Ricardo Piglia nos proponemos algunas interpretaciones que, claro está, no son nada nuevo. Mucho hemos visto aquí en Argentina por lo menos. Se trata de un modo de utilizar algunos elementos de la literatura y de la ficción para el análisis político. El titulo de David Viñas “Literatura Argentina y Realidad Política”, habla por sí solo. Si pensamos que “la política es el arte de lo posible” y “la literatura es el arte de lo imposible” , la condición de imposible frente a lo posible, multiplica por lo menos, la cantidad de elementos y herramientas de análisis para realizar un estudio, en nuestro caso de Latinoamérica.
Pero además de la ventaja que acabamos de mencionar, hay otra razón que en este caso no es “estratégica”, sino que podríamos definirla como de aprehensión. Siguiendo a Laclau, cuando argumenta que el mundo conocido, lo simbolizado, lo que es posible de ser conocido, es la realidad y, aquello que no es posible de ser dicho, de ser conocido, lo oculto, lo que provoca el vacío de significados, es finalmente lo verdadero, lo“real”. Lo real puede ser visto como lo imposible de ser significado “realmente”, es el quiebre de la estructura de significados, será entonces cuando los elementos de la retórica vengan en nuestra ayuda, pues ellos de alguna manera, sí pueden mencionar lo inmensionable a través de una serie de recursos retóricos como la catacresis, la metonimia e incluso los oxímoron; por ello creemos, muy incerteramente, que la batería de recursos de la literatura no solamente se ajusta a nuestros propósitos latinoamericanos sino que también es imprescindible para poder llegar a “conocer lo real” y, de algún modo, entender la compleja realidad latinoamericana donde podemos encontrar a veces “comunistas de derecha” o anarquistas-peronistas, o que la izquierda es populista.
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Me gustaría entonces, ilustrar con algunos pasajes del libro de Piglia miradas, que creo, nos pueden servir al momento de trabajar nuestra América.
En su página trece, del libro mencionado, el autor dice recordar de otro libro, “El pensamiento salvaje”, unas palabras sobre el arte, sobre las que reflexiona de la siguiente manera: “El arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo. La moneda griega es un modelo en escala de toda una economía y de toda una civilización y a la vez es solo un objeto extraviado que brilla al atardecer en la transparencia del agua”.
En este párrafo es una moneda pero, en nuestro caso, hablando de Latinoamérica, puede ser otro objeto, por ejemplo un pulóver peruano quizá es quien nos evoca luchas pasadas que están presentes entre nosotros, puede que sea una canción u otra cosa, un cuadro de Guayasamín, una novela brasilera . Estos objetos nos pueden revelar muchas cosas más, además, de evocarnos nuestro pasado de lucha, puede que nos muestren los pliegues y despliegues de una economía y sus transacciones, que llegan a todo el Norte Argentino y también a Chile; tradiciones políticas y culturales diversas, ideas libertarias, momentos de condensación política, simbologías varias, etc. En fin, no hay una sola manera por donde podemos “entrar” al complejo de relaciones que nos permita conocer un país.
De una manera, podríamos decir clásica, Rusell, el fotógrafo de Piglia, nos dice: “Un mapa es una síntesis de la realidad, un espejo que nos guía en la confusión de la vida. Hay que saber leer entre líneas para encontrar el camino. Fíjese. Si uno estudia el mapa del lugar donde vive, primero tiene que encontrar el sitio donde está al mirar el mapa”. Dos cosas. Una me recuerda al pintor uruguayo Joaquín Torres García y su mapa de América del Sur al revés. La otra, a Arturo Jauretche y su conceptualización Forjista sobre cómo debemos mirar al mundo. Lo que queda por averiguar es la relación entre ambos que, de hecho, existe pero ignoro cómo fue en un principio.
Por otra parte, la idea de leer entre líneas. En la que podemos volver al ejemplo de una moneda pero en este caso argentina, de mil novecientos 77, la que tenía acuñado un grabado de la Conquista del Desierto. Si creemos todavía que una moneda puede ser leída, quizás podamos pensar que la Conquista del Desierto funcionaba como una alegoría de lo que estaba ocurriendo en esos años.
Ahora necesitamos que Joyce entre en escena, claro que el Joyce de Piglia, que lo plantea como quien va describiendo infinitas series a lo largo de un texto, asociaciones de todo tipo, dispersión. Porque “…las palabras se transmutan, cambian, el texto es un río, un torrente múltiple siempre en expansión. Leemos restos, trozos sueltos, fragmentos, la unidad del sentido es ilusoria”. Si esto es así, no debemos estar tan preocupados por mantener formatos, mantenernos en uno u otro nivel de análisis, intranquilos por que se nos estire o no un concepto, tenemos que tratar de ser más libres, para ser más imaginativos y poder pensar una Latinoamérica con conceptos que se ajusten mejor a su vida, de lo contrario estamos presos de tanta rigidez que nos paralizamos.
Y una más, respecto de la cita anterior, al final dice: la unidad de sentido es ilusoria y creo que estas palabras no pueden ser más atinadas para pensar nuestra querida patria grande, la unión Latinoamericana es una ilusión. Depende de cómo la miremos, la leamos y la releamos para que vayamos construyendo un sentido. De cada pequeño aporte, de cada resto que encontremos, de cada trozo suelto y de lo que hagamos con nuestro pensamiento depende que la ilusión de la unidad latinoamericana pueda llegar a ser, algún día, aquello por lo que tantas generaciones lucharon incansablemente.
* * *
En fin, creemos que estas formas diferentes, e insistimos nuevamente, no antagónicas a las comparadas, nos permiten trabajar más libremente en el terreno de los estudios latinoamericanos. Claro está que los estudios comparados aportan mucho y sirven, sin duda, para la obtención de marcos y construcción de estructuras de diverso tipo, pero económicas sobre todo. Ahora bien, pensamos que en el actual período en que se encuentra Latinoamérica, con los avances generados en las charlas entre países y los acuerdos obtenidos entre los “líderes” de la región para profundizar el proceso de integración regional, es preciso motivar desde nuestras instituciones universitarias el pensamiento y el conocimiento del área Latinoamérica, para acompañar, discutir y proyectar una integración a mayor velocidad y de mejor calidad, y sobre todo ahondar en una integración de tipo cultural que es el gran tema pendiente, pues es de esta forma, creemos, que podemos comprender, pensar y reflexionar mejor sobre el sentir y actuar de nuestros hermanos latinoamericanos. Por ello, deben florecer estudios, discursivos, antropológicos, de caso país, de tradiciones, de literatura, de proyectos conjuntos, de recursos naturales compartidos etc, etc, por mencionar solo algunos temas al azar. En este sentido, es prioritario una intensificación y reconocimiento de los estudios latinoamericanos como una herramienta estratégica y un campo de conocimiento que excede, con creces, a los estudios de “política comparada” en Latinoamérica.
Por último, creemos además, que soplan vientos muy favorables en esta primavera latinoamericana y no es momento de perder el tiempo y dejar que se nos escape esta gran oportunidad latinoamericana fogoneada por sus populismos en el frente la lucha. El futuro es incierto pero depende de nosotros, porque es lucha y es nuestro.
Tercera Parte.Avances sobre el caso Peruano.
IX. Bagatelas encontradas en el baúl de los Populismos Peruanos.
Al decir de Jorge Abelardo Ramos “las tres figuras más notables del pensamiento revolucionario de Perú son Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre” . A los tres es posible considerarlos como populistas. De hecho, los últimos han sido considerados de ese modo por sus adversarios cuando intentaban descalificarlos por llevar, muchas veces, adelante los preceptos de González Prada que se expresan en estas conocidas palabras pronunciadas en su discurso mítico del teatro Politeama de Lima, en 1888 “No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes: la Nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera”. El aporte fundamental de González Prada es el de reconocer al indio como protagonista de la vida nacional de Perú (Ramos). Y fueron ellos tres quienes más se preocuparon y lucharon por darles a los indígenas el lugar que se merecían en la política del Perú, porque era y es impensable un proceso de cambio que nos los contemple a los indígenas como un actor imprescindible, si se quiere sobretodo que ese proceso triunfe.
Las universidades populares del 20
Una de las actividades donde todo comenzó y desde donde se empieza a articular lo que luego será el aprismo, es la iniciativa de las Universidades Populares que llevaban el nombre del gran maestro Gonzalez Prada. Allí se propondría buscar y construir para el Perú una historia que no fuera implantada desde Europa y el indigenismo tuviera un papel central.
A su vuelta de Italia, José Carlos Mariátegui dictaría una serie de conferencias invitado por Raúl Haya de la Torre, lo que sería el comienzo de la relación que marca la historia del Perú a lo largo del siglo XX.
La Fundación
La Alianza Popular Revolucionaria Americana lleva como fecha de nacimiento el año 1924. Un 7 de mayo en territorio mexicano era fundada por su eterno gran jefe de todos los tiempos: Víctor Raúl Haya de la Torre, que en ese momento no se encontraba en su país producto de “desacuerdos” con el Presidente Leguia que era quien venía llevando adelante los destinos del Perú.
Esta “Alianza Popular” es considerada por muchos como el padre de los populismos latinoamericanos, discípula de la Reforma Universitaria, llamaba a todos los pueblos de nuestro continente a luchar por estos cinco puntos: a) Luchar contra el imperialismo yanqui; b) por la unidad política de América Latina; c) por la nacionalización de tierras e industrias; d) por la internacionalización del canal de Panamá; e) por la solidaridad con todos los pueblos oprimidos del mundo.
Los debates. Haya y Mariátegui.
Hacia alrededor de 1928 se van a dar unos debates que son muy interesantes ya que nos van a marcan los diferentes posicionamientos entre las fuerzas progresistas del Perú. Están los de Mella con Haya, los de Mariátegui con la Internacional, que son muy interesantes, y al que nos referiremos brevemente aquí, que es el de Haya con Mariátegui. Para poner de frente la discusión nos centramos en Abelardo Ramos que dice:
“Las tesis de Haya con las que rompe Mariátegui son las siguientes:
1-El imperialismo, que en los países avanzados es la última etapa del capitalismo, resulta ser la primera en los países atrasados. En otras palabras, reviste un papel progresivo, al despertar las dormidas fuerzas productivas.
2-Como en los países latinoamericanos – precisamente por su escaso desarrollo histórico- la clase obrera o no existe o es insignificante, no corresponde fundar un partido ‘de clase’ sino formar un ‘Frente de trabajadores manuales e intelectuales’, integrado por varias clases, para realizar la revolución antiimperialista. Esta revolución será la primera etapa de una larga evolución que al crear las condiciones materiales para la aparición de un proletariado.”
De estas tesis puedo decir que acuerdo una con cada uno o que estoy en desacuerdo en parte con ambos. Por una lado, creo que la idea de un “etapismo de la revolución” y de que necesariamente tenga que ocurrir la etapa burguesa de la revolución, para después pasar a la revolución socialista es un debate que se ha dado incansablemente y está cerrado, incluso aún por los hechos. Por otra parte, en torno a la cuestión del “sujeto”, de si se debe construir un frente policlasista o uno más bien de clase, creo estar más cerca de Haya, pero debemos ser excesivamente cuidadosos pues mucho se ha escrito sobre este debate y sucesivamente las posiciones tendieron a radicalizarse y a priorizar las contradicciones por sobre los acuerdos. Porque debemos decir, que la afirmación de Mariátegui no se trataba para nada de una cuestión clasista cerrada, de hecho Mariátegui es expulsado de la Internacional justamente por populista porque se negaba a pensar a la clase obrera como único sujeto de lucha o incluso como sobredeterminante. Otro dato es que Mariátegui tampoco le pone Partido Comunista sino Socialista, para tener “más aire” y no depender demasiado de las cerradas teorías de la Internacional. Quizá el matiz, o la diferencia, esté en que el policlasismo de Mariátegui no contemplaba a la burguesía nacional, y el de Haya sí, lo que lo acerca al peronismo por ejemplo. También hay que decir que en Mariátegui los indígenas tenían un rol más importante que en Haya que, según algunos detractores, los tenia en cuenta de un modo mas “instrumental”, es decir eran importantísimos pero como participantes del movimiento pero no necesariamente en sus formas de organización tendrían gérmenes de liberación como puede ser percibido en Mariátegui. Pero sin duda, lo que debemos pensar desde hoy es en unirlos más que en enfatizar sus diferencias, porque no es conveniente un APRA alejado de Mariátegui, ni un marxismo que borre al APRA de un plumazo.
El Aprismo peruano. Trayectorias y derroteros.
En 1930 se conformará el partido aprista peruano, la sede peruana del APRA y con él se presentan a elecciones en las que van a ser triunfadores pero mediante el fraude no se permitirá el acceso de Haya de la Torre a la presidencia del Perú, lo que provocará los levantamientos posteriores en Trujillo que fuera aplastado con miles de víctimas. Luego, Haya sería impedido de ser candidato con lo cual él y su partido pasarían a la clandestinidad hasta 1945.
Un contrapunto posible con nuestro país es que en esos mismos tiempos, aquí en Argentina, también se accedía al poder por medio del fraude electoral, en la denominada “década infame”; ése fue el período de la “resistencia radical” de la que Forja sería su expresión más interesante. En otra línea de interpretación también podríamos pensar estas proscripciones al APRA -como la de 1936 en donde Luís Eguiguren con el apoyo del APRA ganas las elecciones pero es vetado y no puede acceder al poder- como similares a las que sufriría en nuestro país el peronismo, luego del golpe de 1955 o los condicionamientos con los que tuvieron que cargar quienes fueran apoyados por el peronismo, como es el caso de Frondizi. Aunque debemos decir que los vetos y proscripciones al APRA fueron durísimos y se han extendido mucho más en el tiempo, si tenemos en cuenta que en 1945 nuevamente un candidato apoyado por el APRA gana las elecciones pero solo le es permitido permanecer en el gobierno durante tres años.(De nuevo aquí la sombra de Frondizi; sobre todo si pensamos que es en este momento que el aprismo deja de lado las banderas antiimperialistas y se acerca a EE.UU en el contexto de la guerra fría, esto será visto por muchos, como una traición a los preceptos fundacionales.)
Sucedido el golpe del ´48 Haya de la Torre se asilará durante 8 largos años en la Embajada Colombiana de Lima, durante ese tiempo los militantes apristas fueron perseguidos y encarcelados. Es importante aquí señalar un hecho, al parecer poco conocido. Se trata de la insurrección frustrada ocurrida en 1954 que contó con el apoyo de Juan D. Perón desde la argentina, que según testimonios de Carnero Hooke, aportó “un préstamo de millones de pesos argentinos y una venta ‘favorable’ de 3mil fusiles, dos aviones, 4 millones de cartuchos, pistolas, granadas, etc.”. La idea era invadir el Perú por norte y sur, pero hubo dos incidentes que hicieron que el operativo no llegara a buen fin. Por un lado, la información sobre dicho levantamiento se filtró e hizo que el presidente Odria se alertara, lo que provoco el “despegue” de Perón de la operación y, por otro lado, hubo una contraorden dentro del mismo aprismo que temía que con el levantamiento corriera peligro la vida de Haya de la Torre, seguramente porque el gobierno al estar al tanto pensaba en un contra ataque que hubiera sido letal para la vida de Haya. Finalmente, Haya desautoriza la operación y denuncia a sus autores como agentes del comunismo, quienes terminan yendo a prisión. La postura de los dirigentes del aprismo se inscribe en la línea de la otra sublevación frustrada, la del puerto de Callao en 1948 donde la dirección del aprismo no brinda el apoyo necesario a sectores militares listos para rebelarse. En estas decisiones puede verse la continua moderación que va ocurriendo dentro de las direcciones apristas, lo que provoca alejamientos de sus filas y la conformación de la mano de, un conjurado del 54, Luís de la Puente Uceda, la formación del “APRA rebelde” a fines de los 50, que luego tomara el nombre de MIR y más tarde una de sus variantes más duras, el “MIR El militante” surgirá, ya en los 80, el Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA).
En 1962 Haya vuelve a triunfar en las elecciones pero nuevamente es impedida su asunción y se realizan nuevas elecciones en donde esta vez pierde frente a el conservador Belaunde Terry, que en 1968 es derrocado por un nuevo golpe militar pero en este caso llevado adelante por “militares de izquierda” o más bien, militares revolucionarios con Velazco Alvarado a la cabeza. Muchas de las ideas del APRA son puestas en práctica. Sin embargo este nuevo grupo en el poder no confluye con el APRA, quizá se trata de un desencuentro que venía desde los golpes frustrados sin el apoyo aprista, pero lo cierto es que Haya tampoco comulga con quienes quieren llevar adelante un programa que él mismo creó, y sale al cruce argumentando que no se trata de volver el tiempo atrás y que ninguna reforma se hace sin libertad, sin democracia y sin el voto popular.
En el ´79 Haya será presidente de la Constituyente y poco después fallece. Lo demás es historia bastante presente y por lo tanto conocida.
Algunas reflexiones, luego de esta apretada síntesis. Creo que esta moderación que podemos observar, vista desde lo superficial, que va desde el antiimperialismo hasta la defensa de valores más relacionados con el liberalismo como la democracia formal, las libertades individuales y el sufragio, lo pueden acercar a lo que en la argentina puede ser el Partido Radical, que tiene “una trayectoria similar”, se nutre de la reforma universitaria, esta más vinculado a los grupos de izquierda que al nacionalismo, etc. El APRA deja el antiimperialismo y termina cerrando con EE UU en el contexto de la guerra, la UCR hace algo similar cuando participa de la Unión Democrática con el apoyo del embajador estadounidense Braden. También podemos confrontar la actitud de Haya con Velazco Alvarado y la de Arturo Jauretche que, militando en Forja, cuando asume Perón se integra al movimiento que lleva las mismas banderas por las que él venía luchando hacía más de una década.
Por otra parte, es para destacar que una de las críticas más fuertes, desde los sectores comprometidos, a Haya es su acercamiento a Estados Unidos, de forma análoga a la critica que los mismos sectores le realizan a Perón por mantenerse al margen lo que es leído como un apoyo a los alemanes.
El populismo peruano del APRA tiene una importancia fundamental en Perú, imagino, “similar” a la del peronismo en Argentina. Todos los actores en algún momento necesitan definirse en torno a ellos, sea a favor o en contra.
Debido a las condiciones estructurales del Perú, es difícil la tarea de intentar catalogar a Haya de la Torre - que fue el político más importante, sin duda, del último siglo - como una versión moderada, o edulcorada de lo que debiera pensarse como un pensamiento reformista, revolucionario, progresista, sin tener en cuenta la cultura peruana, los sentires de ese pueblo. Creemos no debe existir en ningún lugar de Latinoamérica una derecha tan abigarrada como la existente en Perú, uno no puede creer lo que lee cuando ve algún texto de Vargas Llosa, ni las afirmaciones en contra de Sendero Luminoso de la mayoría de los académicos e incluso de la Comisión de la Verdad y esto no es en absoluto una defensa, de algo que no conozco realmente, pero no se ven (o yo no las veo) afirmaciones en el mismo sentido acá en Argentina respecto de los grupos que han participado en la lucha armada.
Es en este sentido que entiendo al populismo peruano del APRA, como una especie en tránsito entre el radicalismo y el peronismo, un poco más vinculado a la izquierda que el radicalismo ya que desde su seno han salido grupos mas radicalizados cosa que no ha ocurrido en el radicalismo, cosa que de algún modo lo acerca al peronismo que también vio salir desde sus entrañas a grupos que se radicalizaban. También se le parece, a este ultimo, por la búsqueda de elementos autóctonos y por su policlasismo, pero se aleja del peronismo para acercarse al radicalismo en sus ideas de la democracia, partidos políticos, etc. Quizá en ese sentido hoy Ollanta Humala parecería estar más cerca del peronismo y seguramente recuperando él la memoria de Alvarado. Y nosotros vemos desde aquí a Alan García como una especie de Alfonsín peruano, con el neoliberalismo a cuestas por supuesto.
Para finalizar, creo que más allá de cómo tratemos de ver lo que ocurre en Perú, debemos partir de la base de que el APRA es la organización que ha elegido históricamente su pueblo y que las fuerzas opresoras siempre se le opusieron. Esperemos contar para la gesta latinoamericana a la que hoy asistimos con la presencia de nuestros hermanos del Perú y con una renovación de la fuerza que históricamente los represento.
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ANEXO
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