La mañana del otro dia

La candente y pesada mañana del jueves de octubre en que nos resistiamos a creer todavia que Nestor Carlos Kirchner habia muerto, al salir de la terraza que da a la fachada de la estación de Once vi como unos vendedores de la vereda vendian no se que boludez. Desde cerca sus movimientos parecian cansados, pero veia un poco abstraido un movimiento generl incesante. Segui recorriendo la escena con la mirada como para ver no se que, hasta que mis ojos se posaron en un cartel publicitario de no se que marca de corpiños o medias elasticas y no de cigarrillos. Pensé en las obserbaciones que hacian los otros y crei que era algo un tanto distinto aunque por cierto tenia elgo de ello. Acá el cambio no me evocaba a otro cambio. Habia un cambio y era la muerte de él, del flaco de la jotape. Pero las cosas parecian seguir su curso, sin embargo yo sabia que una serie infinita de cambios empezaban y a diferencia de los otros todo absolutamente todo tenia que ver con él.