domingo, 28 de febrero de 2010

Promeseros




Está en la antigua leyenda
de Antonio que se llamaba
y desde niño habitaba
en la zona de Mercedes

que su único pecado
fue haberse enamorado
de una joven pretendida
por el señor comisario

y así fue reclutado
pa` defender a la patria
pero al terminar la guerra
otra vez fue convocado
pa` no pelear contra hermanos
el gauchito desertó
y con sus dos compañeros
para el monte se fugó

Gauchito Gil, Gauchito Gil…
todos tus fieles hoy te cantamos de corazón…
por tus milagros que te rezamos una oración…

(Tema del Gaucho Antonio Gil,
chamamé de Las Hermanas Solís)


A mis amigos Ángel Demetrio Vilche y Roberto Cruz Vilche.



I. Viajes y revistas.

Hacia fin de año leí una revista que me mostraron y que un poco desvergonzadamente pedí que me regalaran. Muchas gracias…

No recuerdo bien cual fue el argumento para que me la “regalaran”. Pero una de las cosas que encontré, además de las muchas y muy buenas que hay allí, fue un articulo sobre el Gauchito Gil , y también una postal muy linda de él, quizá unas de las mas bonitas que he visto.

Eran días de verano sofocante en el norte de Entre Ríos y en esos días mientras leía el articulo del Gauchito nos preparábamos, con mis viejos y un primo promesero, para partir unos 300 km más al norte aun, hasta Mercedes en Corrientes donde se encuentra el santuario “principal”- ¿vieron como se están multiplicando?- Lugar al que mis viejos van, todos los 8 de enero, día que se conmemora la muerte del Gaucho.

En el viaje, ya charlando, caímos en la cuenta que hacen ya 20 años que están yendo. Yo fui las primeras veces cuando era muy chico, después, deje de ir en la adolescencia aprovechando ese tarde la casa sola, y luego, una vez en la universidad deje de creer de plano si es que alguna vez había creído, no me parecía lógico o científico. El tiempo volvió a pasar, y hoy, he dejado de no creer en este tipo de manifestaciones populares que me parecen increíbles. Por eso mis ojos se volvieron sobre el artículo de Farias.

El artículo de Matías Farias es muy bueno e interesante ya que plantea tratar el tema visto desde los textos y problemas argentinos o, de los problemas de los textos argentinos o de los problemas argentinos y sus textos. Genera una perspectiva sugerente, que me parece conveniente, para analizar este fenómeno de nuestra cultura popular que sucede en nuestro país. En este sentido la escritura de Farias me ha urgido- aunque que pasado el tiempo- a escribir un texto que hace rato tenia de escribir pero no encontraba como hacerlo o la manera de empezar. Puedo decir entonces que: si bien mis opiniones no son iguales, su texto fue esencial para que exista este, seria pues, una especie de consecuencia del texto de Farias.


II. Linajes y filiaciones.


Yo propondría entonces, sumar algunos linajes religiosos más a los propuestos anteriormente. Independientemente las filiaciones que este hace a San Cayetano la cual ignoro bastante, me parece que hay algunos que deberíamos agregar pues los veo mas “cercanos” al fenómeno de Gil. Habría que pensar en San la muerte, un “santo” muy propagado por el nordeste de nuestro país, también en el Paraguay, con una influencia fuerte en las cárceles. Dicho sea de paso, tiene un santuario camino al Gauchito Gil en el que muchos también paran a rendirle devoción. Otra que no debería faltar es la Difunta Correa ya que junto con Gil confluyen en la idea de parar indefectiblemente cuando se pasa por sus santuarios pues sino “algo le ocurrirá en el camino”. O el olvidado y perdido en el centro- norte de Entre Ríos, cerca de la ciudad de Federal, Lázaro Blanco.

Por otra parte es interesante el lugar que se le da al Gaucho Gil en la creencia de sus seguidores como mediador ante “dios”. No niegan la existencia del “ente” pero es necesario que haya alguien que interceda, ¿no será una forma de que a través de esa mediación se logre evitar el contacto directo, la creencia directa en “dios”? o ¿de no discutir la creencia de “dios” con quienes no hay ganas de discutir y optar por esa mediación respetuosa que evade la discusión pero pone la fe en el mediador? o de ¿que sea una excusa para acercar a quienes creen en “dios” de quienes no creen?. Interrogantes que el lector deberá saber.

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Por su parte para los textos argentinos propuestos me parece importante sumar a Isidro Velásquez. Formas prerevolucionarias de la violencia de Roberto Carri. No se trata aquí de un capricho mío de filiar a tal o cual sino que siempre a sido el primer libro que se me viene a la cabeza ni bien pienso en el Gaucho Gil.

Gil es ejecutado en las postrimerías de la Guerra del Paraguay de la que huye como muchos gauchos. Cien años después en el bosque chaqueño es asesinado Isidro Velásquez. Nuevamente, el arma que causará la muerte esta empuñada por el brazo de un policía.

Ese tiempo transcurrido -cien años dijimos-, no son impedimento para que de ambos se diga lo mismo. O mejor dicho, que el tiempo transcurrido hasta aquí 2008, no impide que las palabras que Roberto Carri dedicara para Isidro Velásquez en 1968, a un año de su fusilamiento, puedan referir también a un hecho que ocurriera un siglo atrás -y que aun hoy sigue generando cada vez mas adeptos-, “Lo real en este problema, no es siempre lo que Velásquez y Gauna -(o Gil y sus amigos)- hicieron durante un largo periodo de andanzas en el monte, sino aquello que la inmensa mayoría entendía que Velásquez significaba para ellos”

Velásquez y Gil son oriundos de la provincia de Corrientes pero su territorio es todo el litoral, todo nuestro nordeste argentino y por ahí se desplazan son vaqueanos de la zona. Como el yaguareté que necesita cien kilómetros de monte para recorrer durante un día ambos necesitaban, para sus aventuras, mucho monte para poder escapar y esconderse.

Algo que me parece fundamental en la vinculación de Isidro Velásquez y Antonio Gil con el ambiente. Ambos son oriundos de la provincia de Corrientes pero su territorio es todo el litoral es por donde se mueven. Parientes humanos de los pumas y yaguaretés que deambulan por los mismos lugares y necesitan más de cien kilómetros de monte para recorrer durante un día, también Gil y Velásquez en sus andanzas necesitaban mucho monte.

Aquí un par de cosas. Recurro a la imagen del Velásquez de Carri porque, me parece, que en es texto flota o respiran los montes chaqueños y correntinos, los ríos con bosques en galería, su fauna y la posibilidad de entrar y salir, de esconderse y volver rápido; y de eso se trata, creo, mucho de lo que refiere a Antonio Gil; distinto es -y es para discutir- la evocación más “pampeana” de llanura del Facundo de Sarmiento con la idea de infinitud, etc. No se si se logra entonces, dar cuenta de “matices gauchescos” como cuando Borges habla de gauchos orientales que dicen ser mas bravos. Porque también se trata también aquí de matices, de hecho acabo de mencionar al yaguareté como una especie de familiar a Gil y Velázquez y Gauna y como se ve es una voz que guaraní que menciona la variante argentina del tigre, el tigre del monte chaqueño, tigre igual que Peñaloza solo que este de los llanos.

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Otra relación, es la del Martín Fierro -que de ningún modo que Farias deja de tener en cuenta-. Claro está que son estas imágenes quienes me asaltan al momento de pensar en esto, y que no es ninguna sutileza pensar aquí, al sutil poema Hernández.

Pareceres. Hay derroteros compartidos entre el autor del Martin Fierro y el Gauchito Gil, ambos no estuvieron de acuerdo en integrar las filas argentinas en las guerras con los hermanos paraguayos. La historia de Gil es parte su mito, en Hernández un mal recuerdo del relato de Fermín Chavéz me comentaba la cantidad de argucias que realizaba López Jordán y Hernández, como parte de su ejército, para desobedecer las ordenes de Urquiza que direccionaban hacia el Paraguay.

Carri tiene en cuenta a Fierro, de hecho su texto comienza con un epígrafe suyo pero quizá solo de refilón en el apuro del texto, como se desprende del texto que acompaña la edición de Colihue.

Martín Fierro huye con su compañero Cruz al desierto luego de una pelea con la partida, Velásquez huye con Gauna al monte y Gil como dice la canción: “con sus dos compañeros para el monte se fugó”. Horacio González en ese prólogo afirma “el mito literario de la frontera de la ley”, así como la “pareja literaria por excelencia, el ‘encuentro de desvalidos’”, ignoro bastante la temática pero sospecho que Quijote y Sancho Panza pueden ser una especie de ancestros.

Ahora lo que interesa destacar es la figura del otro en cuestión. Porque si tenemos en cuenta los libros se llaman Martín Fierro o Isidro Velásquez o Quijote, ¿quienes son los otros? Dejando de lado a Sancho Panza por cuestiones mencionadas. En el caso de Cruz el amigo de Fierro, es Martínez Estrada quien nos provee de rasgos de su figura descargando una de sus afiladas críticas. Por su parte Carri reserva el final de su texto a algunas apreciaciones sobre Vicente Gauna el compañero de Velásquez.

Así aprecia a Cruz, Martínez Estrada: “Es el ‘doble’ de Martín Fierro, su reverso su sombra. El nombre mismo es ya el primer enigma, porque es el símbolo anónimo del nombre. Con ese símbolo firman los analfabetos. Además es, dentro de la simbología religiosa la afrenta y el cadalso. Es también el revés de la Cara, en la moneda, y una de las suertes cuando se la tira al azar. La figura de Cruz no esta presentada en el Poema de frente, sino de espaldas como un traidor.” Carri por su parte directo como siempre, rápido, sin vueltas hablando de Velásquez y refiriéndose a Gauna dice: “mantuvo algún tipo de relación con alguno de los grandes bonetes de la delincuencia argentina”. Vemos que se trata según los autores de un traidor y de un delincuente respectivamente. Pero no solo eso sino que tampoco tienen conciencia, veamos: “Su comportamiento en la policía es patente prueba de que carece de conciencia moral” se dice de Cruz y “Vicente Gauna es un “salvaje” un irreductible, un delincuente total” .

Además “Cruz es el hombre fatídicamente injusto, que carece de conciencia para discriminar el bien del mal.” Y “No es que Gauna tenga conciencia ‘social’ de sus actos; es un inconciente en el sentido que se da en la calle a esa palabra. No conoce ninguna ley, nunca fue un ciudadano pacifico, siempre estuvo en problemas y pese a su juventud ya había estado en la cárcel. Para él la sociedad en bloque era un objeto para saquear.”

Se puede ver en los párrafos anteriores las características destacadas de los amigos de Martín Fierro y de Isidro Velásquez pero lo que nos interesa ahora era que papel jugaban en la relación o que es lo que significaban. Observa Carri: “Gauna, en cierta forma, impide a Velásquez arribar acuerdos con la ‘ciudad’, con la ‘civilización’”. Su presencia actúa como acelerador de la violencia de las acciones desarrolladas por ambos; Gauna es el ‘duro’, el enemigo de la sociedad, el que mata por placer y con el cual es imposible de llegar aun arreglo.” y luego “Velásquez juega el papel del bueno, del comprensivo, mientras que Gauna es la amenaza pendiente sobre las vidas humanas.” . Mientras que Ezequiel Martínez Estrada profetizará: “Fierro no puede ahora resistir, porque su enemigo es quien le ofrece compañía para siempre. Cruz es el cadalso de Martín Fierro, el instrumento de crucifixión” y un momento después sentencia: “Si hay un personaje trágico en el poema, es Cruz; no por lo que significa en su persona, sino por lo que viene a significar en el destino de Martin Fierro”

En ambos casos la relación que establecen es definitoria y marcara el destino fatal de todos. Pero mas allá de la fatalidad, si es que hay mas allá, en Carri hay un elemento que es positivo pues esa intransigencia de Gauna es la que le impide a Velásquez pactar con la “ciudad” y la oligarquía “le obliga a ser fiel a su pueblo que lo apoya y lo protege” , y en ese camino ambos serán asesinados. En cambio para Martínez Estrada el destino de Fierro es un tanto diferente pues seguirá viviendo pero deberá cargar a sus espaldas con la muerte de su amigo, pues “para que sea posible la Segunda Parte será necesario que muera Cruz, pero también que Martín Fierro se pierda en un destierro de sombras”

Podemos decir teniendo en cuenta lo anterior e ignorando si ese capitulo de Carri tuvo que ver o no con la lectura de Martínez Estrada, que el Vicente Gauna de Roberto Carri es el Cruz de Martínez Estrada. Gauna es el Cruz de Velásquez o su cruz, solo que aquí las balas impidieron la “Segunda Parte” de Velásquez. Que de algún modo si le pudo dar Carri a través del texto que es “la vuelta de Velazquez”

Pero ahora todo se nos complica un poco ya que nos toca el turno de Antonio Gil y no hay texto. De quien solo sabemos, a partir de la canción, que se fugó con dos compañeros pero no tenemos su nombre ni sus descripciones, además el tema musical habla de dos compañeros lo que en total serian tres y a diferencia de la pareja como en los casos anteriores. El tema es que aquí no hay lugarteniente específico. No hay otro. No hay pareja. Los otros no tienen nombre. No hay un segundo. Porque el segundo, el otro, es él mismo, como su nombre mismo lo indica: Antonio “Cruz” Gil.

Pues entonces todo se contrae y se sintetiza de manera atroz en su destino inexorable, porque ya no será como en Martín Fierro que Cruz era el reverso y la cruz, el cadalso de Fierro, o como podemos pensar que fue Gauna para Velásquez, desatando los acontecimientos que Carri relata llevando a la muerte de ambos. Martínez Estrada nos puede acercar algunas claves de lo que el nombre significa: “El nombre mismo de Cruz puede significar un destino infortunado, la marca doliente de un sacrificio, la carga de una existencia de solitario.” ¿Hay algo mas atinado que estas palabras para Antonio Cruz Gil? No, porque Antonio Gil lleva su propio Cruz y su propia cruz en su reverso, que de hecho ahora la tiene pegada a su espalda, es su propia muerte grabada y es esa muerte la que, por más que “su perdón venia en camino”, va a llegar igual, porque por más que el asunto ya estaba aclarado, su muerte ya había sido escrita y en su propio nombre.

La “segunda parte” es imposible ya que no se puede matar al otro, al “malo” para que siga viviendo el “bueno” porque es él mismo, porque no hay bueno y malo, es uno solo.


III. Clases, Muerte y Fiesta.

Al momento de repasar el fenómeno de Gil no se si es muy conveniente pensarlo con la idea de clase de telón de fondo, ya que no se hasta que punto posee eficacia tanto a nivel analítico del fenómeno como desde la perspectiva de los sujetos que lo producen que no la utilizan como herramienta conceptual. No intento negar ni despreciar un análisis de clase. De hecho siempre –los que hemos fuimos marcados por Marx- lo hacemos y no podemos dejar de tender a hacerlo todo el tiempo. Pero creo que también debemos pensar abordajes diferentes o con distintas herramientas o complementarias. Son momentos de repensar estas cuestiones. ¿Aquí? Por que no. Leí recien en Pagina 12 un artículo de Casullo sobre discutir la derecha donde la personifica de “avanzada” y como una “permanente operatoria cultural” para después manifestar como son tratados la historia, la pobreza, lo nacional a través de la derecha mediática.

Es en ese sentido pienso en ciertos modos de tratar a fenómenos como el del Gaucho Gil, como un lugar donde se expresarían ciertos conflictos de clase debería ser puesto en cuestión. Así es que, si bien ciertos aspectos de Antonio Cruz Gil evocan al texto sobre Velásquez de Carri creo que también Carri, influido por el contexto político, de ideas y la vorágine de la época, realiza esta reivindicación de Velásquez como casi un luchador social (que sin dudas expresaba en su apoyo el descontento social) y que ese tratamiento es más adecuado al pensar a Velásquez de lo que lo es el fenómeno de Gil, porque dudo que sea ello lo que se exprese en el fenómeno que hoy nos toca.

Por otra parte creo que las relaciones que hacen, gran parte de los peones y empleados con los patrones en el campo o las pequeñas ciudades del “interior” de nuestro país muchas veces tienden a identificaciones con sus “empleadores” en vez a una actitud de descontento por lo cual, habría que ver si ello obliteraría una posible solidaridad de clase.

Dadas las características poblacionales de estas pequeñas localidades muchas veces los patrones no son vistos como diferentes, pues además de eso pueden ser también amigos de los partidos de fútbol y de los asados que luego comparten y los únicos hinchas de ese club en el pueblo, o que comparten la pasión por los fierros o por los caballos o la timba, también puede que sea el padre de la novia o amigo de la secundaria de la mamá, etc, etc, etc. En fin, es muy diferente que en Buenos Aires u otras grandes ciudades donde el jefe solo es el jefe y difícilmente se comparta otro espacio que ese o ni siquiera. Creo que esto es importante al pensar esas realidades de los pequeños pueblos del interior. Algo de ello se pudo observar en los momentos del lock-out agropecuario cuando no se entiende muy bien porque chacareros, medianos y grandes propietarios estuvieron todos juntos protestando en contra de las retenciones, es probable que en dichos lugares esto ya es un hecho social, un momento de “comunidad” donde todo lo que pasa allí “es el comentario del pueblo”, donde por fin sucede algo. Y donde además se reaviva la vieja pelea histórica contra Buenos Aires donde los grandes propietarios se trasvisten de federales.

Dicho esto se podría pensar que quizá una mejor forma para acercarse al fenómeno del Gauchito Gil de manera libertaria es con las palabras de Esteban Rodríguez que dice “también la pasión por juntarse nomás. La reunión como posibilidad de beber, comer, fumar, reír, jugar, cantar, bailar y conversar entre todos” . Creo que lo que se dice aquí puede tener que ver con lo que sucede allí con los festejos de Gil porque es posible que lo mas importante y “revolucionario” sea la índole comunitaria y solidaria del festejo en contrapartida con las formas sociales mas desintegradas de la ciudad que difícilmente puedan captar lo atractivo de esas ceremonias populares a través de la individual recepción televisiva y de sus lenguajes, que nos advierte el escrito de Casullo.

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El día de su muerte es la fiesta y es una fiesta con todas las letras. Parece como un tacurú de de hormigas coloradas que salen de todos lados y se suman las bicicletas, camionetas llenas de gente, desbordadas, camiones con gente bailando, autos de todo tipo, prototipicos también, cientos y cientos de colectivos, otros muchos van caminando y sale gente de todos lados. Semejante, de lejos a los alrededores de una cancha de fútbol en un partido muy pero muy importante o uno de la selección, como de un mundial o los festejos de un campeonato de Boca en el obelisco, o quizá, a las grandes marchas a la Plaza de Mayo pero tanto tampoco porque allí muchas veces hay columnas organizadas y con seguridad y en Mercedes no, la gente brota y no se sabe de donde ¿quizá como en el 45? Se me ocurre parecido.

Allí pasa de todo. Se baila, se coge, se reza, se piratean discos, se caga, se vende, se chupa, se fuma, se cagan a trompadas, se apuñalan, se lee, se chorea. Se timbea, hay loterías y sorteos, hay quiniela, se juegan cartas, se apuesta, se gana y se pierde. Es como una kermese y hay juegos, embocarle a la botella y te la ganás, tiro al blanco, etc. Se llora, se pide, se canta, actúan grupos de música. Se suda, se promete y se cumple, se mea (y cobran un peso el baño). Se montan bares, parrillas y puestos de todo tipo, se enamora, se hacen amigos y enemigos. Se grita, se bendice, se prenden velas rojas que van formando ríos de lava de parafina derretida por el calor, se forma una fila que nunca se termina, y mientras va pasando, por el pequeño santuario, mas gente se va sumando; y se forma ese efecto embudo que cuando va llegando al cuello hay una presión impresionante y las caras son de todo tipo, imborrables e irreproducibles y de repente se ve un vestido de novia o de quince que se va a bendecir, mientras un grito avisa que viene por los aires un niño recién nacido que interrumpe el otro grito del que vende velas y cintas rojas, todos nos abrimos y pasa un benjamín por el aire, todos intentan ganar sus lugares nuevamente y empujan y la asfixia te va bajando la presión de a poco, pero viene entonces un marea de empuje contrario y corre un vientito calido que te alivia.

Las escenas se superponen unas a otras, uno siente que es imposible encontrar allí algún orden, pareciera que todo vale, en ese amontonamiento infernal que aprieta. Pero sabemos que no es así. Quizá nos esté vedado a nosotros concurrentes excepcionales a esa manifestación. De hecho hay una comisión que lleva actividades durante todo el año y otra ampliada, organizadora del 8 de enero. Muchos de los puestos parecieran concesionados. El frágil tendido de luz eléctrica que todo el tiempo amaga con apagarse ha de ser provisto de algún modo no muy exacto. Pero también hay mucho que se va haciendo en el momento, la parte de imprevisión necesaria, con los cables de corriente tintineantes que pasan de puesto a puesto conectados “así nomás” que, creo yo, solo las protecciones de Antoñito Gil hacen que no se produzca algún cortocircuito o algo terrible. A uno le cuesta entender como funciona todo, como todo eso no se cae o se prende fuego. Lo cierto es que todos están atento a lo que pasa y a todos, y ni bien sucede algo, los demás intervienen en el acto, el que esta al lado se moviliza porque esta exaltado o porque sí. Es difícil de entender, como es difícil de entender a las multitudes. Una fuerza irresistible hace que todo ello siga siendo una fiesta, una gran fiesta popular. Y esa fuerza fatal es la que nos atrae a esa multitud que festeja su muerte con la suerte de haber cumplido o de que hayan cumplido con uno. Porque esa muerte, injusta por cierto, hoy nos permite juntarnos y compartir en comunidad la creencia de que un milagro puede suceder y eso es alegría y vida porque “Creer he allí la magia de la vida”.


GS